Ryan se detuvo en mitad de la caverna cuando hubo pasado el portal. Este se cerró tras él y vio el callejón de la discoteca desvanecerse en su interior de humo negro. Cuando el portal se hubo desvanecido, reinó la oscuridad en la cueva. Todo a su alrededor estaba en silencio, solo las gotas de agua que caían de las estalactitas eran audibles para los oídos de Ryan. Se quedó allí, paralizado, muerto del frío, pensando si aquel portal que le había teletransportando desde el callejón hasta la cueva era real, enfadado por haberse ido de la fiesta y haber dejado allí plantada a Sky. Todo continuaba oscuro, y solo se podían oír las gotas de agua. ¿Y si no estaba en una cueva? ¿Y si no habían raptado a Ryan? ¿Y si estaba en la cama de su habitación soñando todo aquello? Al estar a oscuras, Ryan no sabía si estaba en mitad de la oscura y fría cueva o con los ojos cerrados en su calentita y cómoda cama.
Entonces, en medio de esta confusión, frío e ira, oyó como unas llamas nacían a muchos metros de donde él se encontraba. La silueta del hombre mayor al lado de la figura levitatoria de Adler aparecieron entre unas grandes y escarpadas rocas mucho más allá, ambos cuerpos iluminados por la luz que desprendían las llamas nacidas de la palma de la mano del viejo. ¿Quién era ese hombre? ¿Qué quería de Adler? Estaba claro que ese viejo loco era un mago, pero Ryan no entendía ni sus propósitos ni su obsesión por su mejor amigo. Años atrás le había acosado en una gasolinera, y ahora le había raptado durmiéndole con magia y le había teletransportado por un portal hasta una cueva oscura quién sabe para qué.
El viejo y el cuerpo flotante de Adler se alejaron por la gruta y Ryan empezó a andar hacia ellos con rapidez pero sin hacer ningún tipo de ruido al pisar el resbaladizo suelo. No perdió de vista la luz amarillenta que desprendían las llamas de fuego ni el cuerpo de Adler, que seguía con vida bajo ese profundo sueño. Caminaron por grutas muy altas y espaciosas y por otras más bajas y estrechas, pasaron por pequeños riachuelos de agua congelada y atravesaron túneles excavados en la pared caliza de la cueva hasta que llegaron a un gran lago subterráneo negro como el ébano. La superficie de este estaba en calma, ni una brisa de aire se sentía sobre la piel. El viejo barbudo caminó hasta la orilla y con él se acercó volando el cuerpo de Adler. Ryan vio lo que sucedió desde una roca que había junto al lago, donde se pudo esconder sin que el viejo mago lo encontrara.
Todo sucedió muy deprisa. El mago se puso de rodillas, alargó el dedo hasta la superficie del lago subterráneo y tocó el agua congelada. En un segundo, el agua se revolvió y unas burbujas emergieron en la zona donde el mago había depositado su huesudo dedo. La otra mano, aún con la llamarada ardiendo en la palma, se acercó a la superficie entre el crepitar de las llamas que nacían de la piel del viejo y el agua se movió hacia atrás, huyendo del fuego como si tuviera vida propia. El viejo sonrío y se puso de pie.
-¿Qué cojones...? -dijo Ryan en un tono muy bajo al ver como el agua se revolvía como si fuera un animal.
El viejo creó una llama más grande y el fuego iluminó la gigantesca gruta en la que se encontraban. Este fue a meter el pie en el agua, pero esta se apartó al notar el calor que desprendía el cuerpo del hombre. El mago pisó la piedra mojada cuando el agua se hubo apartado y continuó andando. A cada paso que daba, el agua se apartaba hacia los lados, creando una barrera entre el viejo y el cuerpo de Adler y el resto del lago. El suelo de las profundidades de este se hizo cada vez más empinado, y el muro de agua que se apartaba para que el mago pudiera caminar por la profundidad sin necesidad de mojarse se hizo cada vez más grande.
Ryan salió de su escondite y vio como el viejo conducía a su mejor amigo por el mojado suelo del lago con la gran llama brillando en su palma. Sin dar crédito a lo que veían sus ojos, Ryan contempló cómo el agua se apartaba hacia los lados cada vez que el mago daba un paso adelante. Parecía Moisés caminando por el dividido mar, pero en vez de ser seguido por el pueblo judío, aquel viejo mago era seguido por el cuerpo dormido y flotante de Adler Cooper.
Entonces un último montón de agua se apartó para desvelar una puerta de madera incrustada en una de las paredes de la cueva. El mago tiró del picaporte y la puerta de madera se abrió, desvelando un interior luminoso. El mago introdujo a Adler dentro y, mirando a su alrededor con una chispa de locura en los ojos, se metió en la luminosa habitación cerrando la puerta de un portazo. El agua que se había apartado para dejar paso al mago y a Adler segundos antes se desplomó de nuevo y el lago volvió a llenarse de nuevo en una inmensa oscuridad que lo inundó todo. Ahora no había camino alguno en mitad del lago, no había luz procedente de las llamas y Ryan no sabía qué hacer para llegar hasta su amigo.
Sacó su móvil, encendió la linterna y salió de su escondite para acercarse a la orilla. Una vez allí se arrodilló como lo había hecho el viejo antes que él y tocó la superficie con el dedo, pero nada ocurrió. El agua no se apartó hacia los lados. Era un lago normal y corriente.
Ryan se levantó y dejó el móvil en el suelo. Se quitó las zapatillas y los calcetines, después los pantalones y por último la camiseta. Lo tiró todo al suelo, haciendo una pila de ropa junto a la linterna improvisada y sin pensárselo dos veces se zambulló al agua congelada. La piel se le puso de gallina y la sangre se le congeló hasta el corazón que la palpitaba. Gracias a la luminosidad de la linterna, Ryan pudo entrever en el fondo del lago subterráneo la puerta por la que había entrado el viejo. Siguió buceando, y poco a poco sintió cómo sus pulmones empezaban a agrandarse, sin poder mantener el aire dentro, y queriendo explotar para poder respirar de nuevo. Sus músculos empezaron a detenerse a medida que bajaba y el agua era más fría y todo más oscuro.
Ryan tenía la puerta sumergida a pocos metros delante suyo, así que alargó la mano para poder llegar antes a ella. Dio una brazada más y cerró su mano alrededor del picaporte de hierro. Este tiró de él y la puerta se abrió de par en par para dar paso a la luminosa habitación, que empezó a llenarse de agua en pocos segundos. Ryan fue arrastrado al interior y pudo coger aire, pero la habitación pronto empezó a llenarse de agua hasta el techo y tuvo que contener más tiempo la respiración. Adler nadó a través de la habitación y cerró la puerta para que no entrara más agua, pero ya era demasiado tarde: las probetas, los tubos de ensayo y los cristalizadores de lo que parecía ser un extrañísimo laboratorio de magia nadaban y flotaban sin rumbo por toda la habitación (que ya no era luminosa, ya que todas las velas se habían apagado con el agua). Ryan sintió que la cabeza y los pulmones le explotaban. Iba a cerrar los ojos y a abrir la boca para morir en aquel laboratorio mágico inundado cuando la gran masa de agua que le impedía respirar empezó a dividirse en pequeñas gotas, que a su vez se hacían más pequeñas, y estas mucho más pequeñas que las anteriores. Al final, la habitación quedo sumida en un vapor de agua asfixiante y muy frío, y las probetas, los tubos de ensayo y los cristalizadores que habían flotado en el agua segundos antes se habían desplomado contra el suelo y se habían roto en mil pedazos. Ryan cayó al suelo de culo y respiró con rapidez, exhausto por lo que acababa de vivir. Entonces una puerta que había en el interior del laboratorio se abrió y apareció una figura imponente con una llama ardiendo en la palma de la mano. Después apareció otro hombre, mucho más pequeño y jorobado, que se puso a su lado. La luz del fuego iluminó sus rostros: eran el viejo mago y lo que parecía ser un hombre jorobado con mucho mucho pelo en la cara y con hocico y orejas de perro. El viejo se acercó con rapidez a Ryan, que estaba cogiendo aire pegado contra la pared, y puso sus dedos huesudos frente a sus ojos. Empezó a moverlos de arriba a abajo como había hecho antes en la discoteca, y al igual que con Adler, un humo rojizo salió de su mano. Ryan respiro el humo y cayó dormido en un profundo sueño...
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ADLER COOPER 1 : y el Misterio de la Espada Desaparecida
Novela Juvenil"Adler Cooper y el Misterio de la Espada Desaparecida" es el primero de una serie de libros de magia, romances, aventuras y fantásticos giros de trama que harán que te enganches a la historia desde el primer capítulo. El primer libro cuenta la histo...