Estaba a punto de hacerlo, de terminar con todo, de sentirme libre por fin. Sí, hoy por fin conseguiré lo que siempre más he soñado.
Me puse dispuesta a ello, a dar el paso. «Desde esta altura no debe fallar», pensé.
Miré el amanecer, no era uno de los más bonitos que había visto.
-Tres, dos, un... ¡No, no puedo hacerlo! ¿¡Por qué!? ¡Solo es un paso!- dije a punto de llorar. Quise retener mis lágrimas, pero ya era demasiado tarde.
Tan fácil, tan cerca... y no puedo conseguirlo. ¿Qué me lo impide? ¿Por qué no puedo conseguirlo? ¿No es merecido esto para mí? ¿Me tiene el mundo alguna otra cosa preparada? No, yo decido mi vida y esto es lo que quiero.
Ja, qué fácil es decir eso.
Bien, si de verdad quiero cumplir este sueño, tengo que moverme, tengo que dar el paso, tengo que dejar de pensar. Sí.
-Actúa- me dije.
Me acerqué todo lo que pude; miré a las nubes; «adiós», musité y salté.
Por fin mi libertad tan soñada a solo dos segundos de mi caída.
