Capitulo 3-

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Me desperté al escuchar el estresante chirriar de las bisagras de la ventana por la humedad, una brisa de invierno me recorrió por todo el cuerpo, era el primer día en mi vida en el que ansiaba levantarme de la cama pero con el único objetivo de poder volver a ver esos verdes ojos que me hacían volar en sueños, era lo único en lo que pensaba, era lo único que sentía, esas mariposas que parecían elefantes causando estragos en cualquier forma que pudiera llegar a lamentarme de permitirme sentir tales cosas que no eran más que fantasías infantiles, no podía decir que lo amaba porque no era así, me considero una persona lo suficientemente consciente como para saber que no se el significado de la palabra amar y que además de eso, LO CONOCI HACE UN DÍA, como demonios me consideraba cuerda si ya estaba suspirando como una niña fanática por un chico que tal vez ni siquiera conociera mi nombre. Con todos esos pensamientos en mi mente me levante y me dirigí al baño, no pude ni siquiera tolerar ver mi reflejo.

Baje corriendo las escaleras cuando escuche las bocinas del volvo, subí a toda velocidad, salude a mi amiga con un abrazo y fue cuando note la presencia de Jake en el asiento trasero, lo salude alegre y le sonreí, el me devolvió la sonrisa.

-Hola Marie-dijo jake alegre.

-Hola chicos-respondí con el mismo entusiasmo.

-bájate de mi auto, tú no eres mi amiga-bromeo Katy.

El viaje al instituto fue bastante alegre, conversamos, reímos y hasta cantamos, al llegar nos dirigimos a los casilleros todo parecía estar igual de tranquilo que siempre, abrí mi casilla y saque mis libros de literatura para dirigirme con Jake a la clase, al llegar la profesora aún no estaba, tome mi lugar habitual y Jake se sentó junto a mí, diez minutos después entro la profesora acompañada por...

-buenos días chicos, él es Jonathan-dijo rápidamente y se sentó con su ya conocida cara de fastidio.

No era una mentira que nuestra profesora de literatura ansiaba su jubilación más que un mendigo un dólar, y lo dejaba claro cuando nos daba sus amados discursos de que ella no estaba aquí porque nos quería dar clases y enseñar las maravillas de la literatura, sino porque no tenía de otra. Jonathan se sentó en el puesto que estaba atrás de mí, la profesora se dio la vuelta y comenzó a escribir en la pizarra, sentí un aliento cálido en mí oído y escuche su voz segura y seductora.

-hola preciosa-dejo ver una sonrisa torcida y picara pero yo solo vire un poco al costado para que me pudiera escuchar.

-si me vuelves a decir preciosa, juro que te dejare sin descendencia y yo cumplo mis promesas-no sé porque rayos le dije eso, pero la verdad era que odiaba que me llamaran así.

-señorita Cooper, ¿desea comentar algo con la clase?-dijo la profesora con disgusto.

-no, disculpe mi interrupción-dije apenada.

-solo por esta vez-se dio la vuelta y volví a escuchar la voz de Jonathan en mi oído.

-regañaron a la consentida de los profesores, que raro-dijo ahogando una risa.

-no soy la consentida de nadie y déjame-respondí cortante.

-me parece que te equivocas preciosa-me estaba estresando-no solo eres la consentida de los profesores, también eres la nerd.

-señor Harrison y señorita Cooper, ya que no quieren para de hablar, y tampoco quieren compartir con nosotros su tan importante conversación, deberán traer el trabajo de mañana juntos y para hacerlo más divertido, será un debate entre ambos, pero poético, ya que nuestro tema actual es el arte de la poesía, y no quiero nada menos que un Shakespeare aquí-definitivamente esa mujer estaba loca.

Enamorada del errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora