De madrugada y abatidos por el cansancio, los amigos se fueron a dormir. En la casona había una habitación con tres camas que Marcel consideró indicada. Chaton, quién se sentía afortunado de dormir con ellos ya estaba recostado plácidamente ronroneando en una cama.
Más tarde, a eso de las cuatro de la madrugada, Nicolás soñó con una chica. No podía verla, pero él estaba seguro que ella le succionaba el meñique. Esto sucedió durante unos cuantos minutos.
Despertó: habría jurado que mientras dormía oyó la puerta del guardarropas abrirse. Una de sus manos estaba fuera de la cama.
«Qué sueño tan extraño... y agradable» pensó sonriendo y todavía algo excitado.
Luego de un momento notó que su meñique estaba mojado. Activó su celular usándolo como linterna por debajo de las sábanas y se observó la mano.
«No es sangre... Pero entonces, ¿qué es?»
Se llevó la mano a la nariz y sintió un nauseabundo olor a saliva en su dedo chico. Se quedó un rato oliéndose.
«¡Chaton, loquillo! , ¡mi meñique no es la teta de tu madre gata!», pensó. Luego apagó la pantalla de su celular y se acomodó para seguir durmiendo.
Chaton estaba hecho una bolita, durmiendo plácidamente entre los pies de Marcel... hacía horas.
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Cuida tus Meñiques
ParanormalToby no estaba loco. Si Marcel hubiera conocido las consecuencias de visitar el pozo aquella extraña tarde de verano, sin dudas lo habría esquivado como a la muerte. Después de aquel día se volvieron taciturnos y melancólicos. Marcel tenía una vaga...