Redención

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Prólogo.

Cómo casi siempre había retrasado mis ganas de beber hasta el límite en el que ya no podía mas. Mi estado físico no era el mejor, en realidad era tan lamentable que ni siquiera podía mantenerme en pie y la sed rugía en mi interior quemando mis entrañas.

Una potencial víctima se acercaba, caminando bajo la lluvia, con calma, sin guarecerse y el olor que de ella surgía inundo mis sentidos.

Que iluso, de haberlo sabido, la dejo pasar de largo.

Tenía veintitrés años cuando realizaron en mi el rito oscuro, mi apariencia, mi estilo de vida y mi insensatez fueron la causa.
Cuánto con un metro ochenta de estatura, el cabello negrísimo como la boca de un lobo, tan largo y lacio que parece un manto sobre mi cabeza, un cuerpo bien proporcionado. Una rostro de mandíbula fuerte, rostro anguloso que podría parecer ruda si no fuera por la boca de labios delineados que se alargaban con facilidad al sonreir, mis ojos verdes son algo que no puedo controlar, no puedo fingir cuando no soporto a alguien o cuando me gusta alguien, ellos me delatan primero.

Mi gran defecto siempre fue no medir las consecuencias de mis actos.

Por eso estoy aquí debatiéndome entre la vida y la muerte.

Y si, soy un vampiro.

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