Capitulo 3: Un pequeño error

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~3 años después~

Mi cabello caía en forma recta sobre mis hombros y pecho, los sujetadores que tenía a los lados me hacían sentir más pequeña, sin embargo mi vestido verde ajustado en el busto y suelto en las piernas me hacían sentir diferente, mayor, y claro que lo era, ya estaba por terminar de madurar, si es que no lo había hecho ya.

Nana tocó mi puerta, aún con la mirada en el espejo grité que podía pasar, solté un suspiro y la puerta fue abierta, observé los años que habían pasado ya por ella, su rostro estaba lleno de arrugas sobre sus ojos, su barbilla y prácticamente toda ella, llevaba lentes, delgados y negros todo junto a su cabello blanco y espalda encorvada eran un signo evidente de que era mayor, llevé una mano a mi pecho y sonreí cuando se acercó para arreglar mi vestido y cabello.

-¿Estas bien mi niña? -murmuró, asentí mintiendo y me sonrió, me conocía bastante bien como para interpretar aquella mirada triste que cargaban mis ojos, me abrazó, me negué a llorar o emitir un sollozo de los cuales había soltado bastante desde que supe que debería ir a esa celebración tan horrible. -Puedes quedarte, tus padres entenderán -solté una risita y negué.

-Una mujer debe ser fuerte, yo debo serlo ahora, cuando llegue la boda deberé ir, debo aprender a ignorar aquí -dije apartándome y señalando mi corazón sonriendo ligeramente. -Y a escuchar aquí -murmuré señalando mi cabeza. -Además -suspiré encogiéndome de hombros, mis ojos se humedecieron y reí un poco. -No es el único hombre en el planeta -susurré jugando con mi vestido. -Aunque parezca que si -aquello último lo dije en un susurro más para mi, intentando convencerme de que era verdad, era tan difícil creerlo por que desde hace 3 años era el único hombre que podía ver, y aunque fuese difícil de creer había sido el único hombre realmente constante en mi vida, desde niños.

-Aún así puedes decidir quedarte, no creo que estés lista para ver aquello -suspiró, sabía qué estaba recordando, apreté mi labio inferior entre mis dientes intentando no llorar, yo también lo recordaba bastante bien. Era un 7 de septiembre, día de mi cumpleaños, pensándolo bien un cumpleaños después de aquel en que nos besamos, tal vez por ello tenía esperanza de que ese cumpleaños fuera igual de significativo, esta vez preparamos algo pequeño, una cena elegante para ambas familias, mamá había aceptado hacer aquello, mi hermana y ella estaban bastante emocionadas por la fiesta, cosa que yo no comprendía. El día que llegó la "fiesta" por mi cumpleaños me acerqué a Darren todo lo que pude, intentaba demostrarle lo que sentía, que tal vez ya estaba rompiendo nuestra promesa, sin embargo Melissa me detuvo, cuando al fin las palabras estaban en la punta de mi lengua ella lo alejó, nunca habría podido adivinar que iba a pasar. Ambos se pararon frente a la gran mesa del comedor, se tomaron de las manos y rompieron mi corazón en miles de pedazos, habían empezado una relación. Recuerdo bien aquellos días, demasiado diría yo, no salía, todo el tiempo estaba encerrada en casa, lloraba, nana intentaba consolarme, era imposible, poco a poco había logrado recuperarme, sin embargo la herida seguía ahí y cada vez que los veía tomados de las manos, besándose o posando juntos para la portada de alguna revista la herida volvía a abrirse, pero debía soportarlo y aprender a sobrellevar el dolor porque el día que ambos se casaran ese sería mi día a día. Miré a nana y sonreí ligeramente apartando los dolorosos recuerdos del pasado, yo podía con esto y si no siempre podía encerrarme con Kya, Mia o Evangeline a emborracharme o llorar hasta quedarme dormida.

Antes de poder responder a nana papá entró a mi habitación sonriendo ampliamente y asintiendo, era hora de irnos, había llegado la hora que quería que jamás llegara, suspiré y caminé a la habitación de Melissa.

Describir mis pensamientos en el camino implicaría decir las mil y una formas que pensé para matarla o arruinar el compromiso, al final todo se resumía al mismo inútil plan, decir lo que sentía, pero eso no ayudaría en ningún aspecto, no cambiaría lo que Darren sentía, tampoco cambiaría el hecho que mi madre no aceptaría jamás esa relación, y de la misma forma en que terminé pensando las mil y un formas de poder ser feliz, terminé pensando en las mil y un razones por las que no podía serlo. Toqué suavemente la puerta y la aguda voz de mi madre igual que la de mi hermana me indicó que podía pasar, una vez dentro la miré, el vestido de Melissa era simplemente demasiado en todos los aspectos, literalmente demasiado, el rojo era vibrante de manera exagerada, su escote de corazón revelador al punto en que pensé que podía verle un pezón, desagradable, sus piernas estaban totalmente descubiertas, sus muslos se notaban demasiado, apenas y cubría lo indispensable, no quería estar cerca cuando se agachara o seguro vomitaría, su vestido era ajustado y por si fuera poco sus tacones altos y maquillaje sobre cargado daban la impresión de que era una prostituta.

Trying not to love youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora