Unas pocas palabras.

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Narrado por Merida.

-Nos veremos esta noche, espérame en la planicie-había susurrado él tan bajo que incluso yo tuve que esforzarme para escucharlo con claridad.

Lo miré y al verlo alejarse pude darme cuenta de que de nuevo en su rostro reaparecía aquella sonrisa burlona de la cual tanto me había sorprendido al verla.

El calor subió a mis mejillas y casi estuve segura de que había olvidado el simple hecho de tener que respirar. ¿Cómo volvería aquí?¿Realmente iba a hacerlo o solo lo decía porque sí? No, era Hiccup. Lo conocía lo suficiente para saber que él estaría ahí esa noche.

Mientras lo veía alejarse pude sentir que mis padres me miraban fijamente, atónitos. El barco se alejó, lentamente y pareciera que ellos esperaron a que el barco se alejara lo suficiente para decir lo siguiente:

-¿Te haz ruborizado?-preguntó mi madre mirándome de cerca.

Yo la miré horrorizada y comencé a levantar mis manos para cubrir mis mejillas para dejarlas fuera de la vista de mis padres.

-No...no...no-dije riendo nerviosamente pero inmediatamente cambiando aquella expresión a un ceño fruncido-No...no me he ruborizado. Creo...creo que estoy a punto de contraer fiebre.

Mi padre me miró preocupado.

-¿En serio?-dijo mi padre-¿Crees que debamos mandarle una carta al curandero para que venga a revisarla?

Aquello se lo dijo a mi madre pero ella solamente sonrió.

-No-dijo y la miré sorprendida, ella parecía relajada-No creo que lo necesite.

-Iré...iré de vuelta al castillo-dije frunciendo el ceño-Creo que he olvidado algo.

Me llevé mis manos al rostro mientras caminaba de regreso. La forma en que los labios de Hiccup habían acariciado mi piel había sido algo totalmente nuevo para mí. ¿Qué estaba haciendo?¿Qué estaba haciendo él conmigo? Me ruboricé de nuevo al recordarlo.

Caminé aún más rápido tratando de que mi cuerpo olvidara aquella sensación de pesadez que había en mi estómago.

¿Cómo se le había ocurrido decir aquello delante de mis padres? Por la forma en la que me había mirado mi madre supongo que ella sospechaba algo pero no estaba segura al cien por ciento.

De pronto me detuve. ¿Y si aquello no era verdad? ¿Y si esa noche no se presentaba? ¿Y si solamente estaba jugando conmigo? Miles de pensamientos rondaban por mi mente pero los tranquilicé recordándome a mí misma que Hiccup nunca me había fallado, al menos hasta ahora.

Entonces estaba todo decidido.

Aquella noche iría a la planicie.




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