Capítulo 26

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-¿Te duele?- pregunté a Diego que estaba recostado en la fría cama de metal.

Una sonrisa seductora se plantó en sus labios y me miró mientras yo inyectaba en su brazo la cura.

-Sólo cuando respiro.- sonrió sarcástico.

-Necesito que me digas cuando te duela mucho, ¿Okey?- dije pinchando su piel por tercera vez, suministrándole la sustancia.

-Esta bien, Doctora Dígori.- sonrió mirándome con esa boba sonrisa suya que tanto me encantaba.

-Si sigues así, voy a encajarte la aguja en un ojo.- advertí.

Hizo un gesto de inocencia con los ojos y me dejó terminar, una vez que dejé las jeringas y me acerqué al monitor, el láser azul apareció y escaneó el cuerpo de Diego.

Me dio un análisis completo de la salud del organismo, de como se estaba expandiendo la cura y que la enfermedad que le habíamos causado a Diego, se había curado por completo.

Ya eran enfermedades más complicadas, está vez, era la influenza.

Todo estaba en orden y eso era perfecto, sólo cinco días más y Grewn regresaría. Pero estaba preparada, había cambiado un poco la fórmula y hasta ahora, toda enfermedad que le he ocasionado a Diego ha sido curada en menos de unos cuantos minutos.

-Okey, todo salió bien.- le anuncié a Diego que aún permanecía en la cama.- Puedes ponerte la camisa.

-O podríamos quitarte la tuya.- sonrió pícaramente.

-No gracias, estoy bien.- aseguré sonriéndole.-Ire por Brad, es hora de probar la cura con él.

-Yo voy.- se apresuró a decir y poniéndose la camiseta, corrió hasta la puerta detras de las camillas de acero.

Papá me había prohibido entrar ahí, dijo que era muy arriesgado exponerme a las enfermedades siendo yo normal.

Accedí cuando me contó que habían rastros de sus otros experimentos ahí dentro y con eso se refería a cadáveres.

Según Diego, adentro son pequeñas habitaciones para cada uno, que constan de una cama, un baño y una cocina que compartían todos.

Para no tener que entrar, me paraba en la puerta y gritaba el nombre de la persona que ocupaba. Ya llevaba un par de días trabajando sola con ellos, siempre acompañada de Diego.

Mi padre me había dicho que si la cura funcionaba en ellos, serían liberados del contrato y serían libres de volver a sus vidas.

Todo aquello puso muy feliz a todos, más a Bianca, que no la había visto sonreír, hasta ese momento.

Para cuando volvió, venían tras él Brad y Cloe.

-Lo siento, pero estaba un poco mareada y quice salir un momento.- aseguró ella.

-No hay problema, pero porfavor, mantente quieta.- pedí sonriéndole.- Después sigues tu.

Ella asintió y tomó lugar en la mesa junto a donde Brad se retiraba la camisa, él chico alto se recostó y con los brazos detrás de su cabeza me miró sonriente.

-Es nuestra primera vez, muñeca.- sonrió Brad mandándome besos con los labios.

-Muy gracioso.- aseguré tomando una nueva jeringa.

-Tengo muchos chistes.- aseguró él.

-Lo contaré en tu funeral, si sigues coqueteado con mi chica.- se quejó Diego molesto.

-¿Tu chica?- repitió Brad.

-Si.- dijo Diego ahora más molesto.- Ten cuidado.

Rodé los ojos y sin importarme que la mirada curiosa de Brad y Cloe perforaran mi rostro, procedí a realizar mi rutina ignorándolos a todos.

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