Parte 6

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La ducha me sentó realmente bien. Fue como si el cúmulo de sensaciones vividas ayer se deslizasen sobre mi cuerpo para acabar su final en el desagüe. Mi primera noche en la sala azul me resultó reconfortante. De alguna manera me sentía protegida, aunque no podía deshacerme de la sensación de ser observada más allá de aquel espejo. Aún notaba las miradas de repugnancia encima mío. Y eso no lo podría cambiar una sala azul.

Laura no tardó en venirme a buscar. Eso me molestó. Me sentía como una prisionera a la que habían estafado con la idea de la libertad. 

Después de pasar por lo que me parecieron diez pasillos diferentes, llegamos alfin al campo. Y ahí estaba él, dando estocadas en el aire con un palo de madera alargado, digno de comparación con una película de artes marciales. Tragué con dificultad y me empezaron a flaquear los brazos mientras avanzaba con las muletas al contemplarlo sin camiseta. Me quedaba corta con decir que tenía un cuerpo de infarto. Los músculos se  le tensaban con cada sacudida, pero yo no podía apartar la vista de su abdomen. Si tuviera que describirlo en tres palabras, creo que me quedaría con "oh ", "madre" y "mía".

-Cuidado, no te vayas a resbalar con la baba.

Laura me dió un codazo en el brazo que me obligó a apartar la mirada y me miró con una sonrisa lasciva.

-¿Cómo dices?  

-Creeme que te entiendo. Pero todo lo que tiene de macizo lo tiene de complicado. 

-No sé de qué  me hablas. 

Las dos sabíamos que no era verdad, pero las dos preferimos dejarlo pasar. 

Laura insistió en no molestar a Gideon mientras entrenaba, asique nos quedamos en el banquillo, en silencio. Hasta que la curiosidad ganó a la prudencia. 

-Oye, Laura - separó la vista de Gideon y me dedicó toda su atención - . Gideon y yo... fuimos... es decir, ¿nosotros...?

-¿Si estuvisteis liados? Claro. ¿Y quién no?

Ouch. Intenté disimular que eso no me había dolido.

-Gideon suele tener amigas especiales pero solo por un tiempo. En fin, míralo... 

Eso era precisamente lo que no quería hacer, mirarlo mientras controlaba las arritmias de mi corazón. 

-¿Qué hacéis?

Estaba tan concentrada en no prestarle atención que  no me di cuenta que se había acercado hacia nosotras limpiándose con una toalla el sudor de la frente. Tuve que contener el impulso de volver a colocar en su sitio un rizo que se había resbalado hasta su frente. 

Como yo no encontraba las palabras, Laura tomó la iniciativa. 

-No queríamos interrumpir su entrenamiento, jefe. 

-¿Y se puede saber por qué?- respondió él con un tono prepotente que a Laura no se le pasó inadvertido y sentí como se estremeció de golpe.

-Bueno... 

-Yo no voy a prepararla. No tengo tiempo para eso. 

Posó su dura mirada en mí mientras dijo la última frase. Será imbécil el muy engreído. 

-¿Pero entonces quién...?

-Llegas tarde. 

No... esa voz no.  Camila apareció de repente como si tuviera su entrada preparada. Y como no, al lado de Gideon. Era increíble como seguía siendo perfecta aún con el ceño fruncido. Su pelo rubio caía con gracia en una cola alta y su figura, embutida en un maillot negro, le hacía justicia a una spice girl. Volví a sentirme insignificante a su lado. Yo me había dejado el pelo suelo, porque  no me acababa de gustar como me quedaba recogido. Laura se había asegurado de traerme un  chándal muy poco favorecedor. 

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⏰ Última actualización: Jul 22, 2016 ⏰

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