Capitulo 21

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No funciona.
El método que me sugirió Hecuba para tratar de aliviar las molestias de ayer, surtió un efecto contrario al que esperaba.
Tuve unas horribles pesadillas donde morí por lo menos cuatro veces de distintas maneras: me ahogaba cuando comía cacahuates japoneses; reviví el tiroteo en mi casa, donde el balazo lo recibía en la cabeza; entre otras.
Me encuentro recostado en el sillón de la sala, el cual es alternativo para convertirse en cama, si así se desea. No sé si Jennifer ya se ha levantado, pero teniendo en cuenta la resaca que debe tener en este momento, dudo que haya salido de aquí mientras dormía.
Me levanto del sofá y subo a revisar a Jennifer, quien, como supuse, sigue dormida, aunque roncando de una manera muy poco (o nada) femenina.
La miro dormir, si no fuese por los ronquidos, tendría un semblante indefenso, tan frágil y propensa al daño que yo podría causar.
De repente, en mi cabeza surge una idea, muy poco convencional, teniendo en cuenta la situación que pasé ayer con ella.
Me dispongo a entrar y hacerlo, pero me quedo en el umbral de mi habitación, decidiendo si hacerlo o no hacerlo. Total que opto por hacerlo, al fin y al cabo, no puedo perder nada.
Voy hasta mi cama, me apoyo con la mano derecha sobre el colchón e inclino mi cabeza para besar sus labios, que aun tienen un poco de labial rojo carmesí.
Jennifer despierta al instante.
Su mirada parece ausente, sus ojos no reflejan vida alguna.
Quizás es por la resaca.
- Charls - susurra ella.
- Hola Jen.
-¿Dónde estoy? ¿Por qué me duele la cabeza? - se comienza a levantar-¿qué pasó?
- Nada, solo te pasaste de copas, eso fue todo lo que pasó.
- Ahora lo recuerdo - se levanta en menos de un segundo, y se altera - terminamos ayer, te vi besándote con Jafet, y ahora me traes a tu casa.
- Jen, por favor, necesito decirte un par de cosas.
- ¿Decirme qué, Charls? No necesitas aclarar nada, lo vi todo.
La tomo de los brazos para evitar que salga corriendo.
-Escúchame - mi expresión se torna dura - Jafet me besó, yo no lo besé, fui al hospital para que me hicieran curación en la herida y de pura casualidad lo vi, le pateé el trasero por haber mandado los mensajes, su padre me obligó a decirle qué había pasado, y cuando me salí él salió atrás de mí, pero antes de eso escuché a su padre decir que estaba avergonzado de Jafet, y ¿sabes? No se siente nada bonito cuando tu propio padre te dice eso. Habló conmigo en el estacionamiento, supuse que era sobre el motivo que lo hizo mandar mensajes a diestro y siniestro, incluyendo la foto que... - tomo una bocanada de aire - Jen, por favor, tienes que creerme, no sabes lo que es ser rechazado por tus padres al ser bisexual - mis lágrimas comienzan a salir - yo me enamoré de tí sinceramente, lo sabes muy bien, aunque ahora te haya puesto en duda, pero lo que te digo es la verdad, he cambiado por tí, incluso estaba dispuesto a volverme completamente heterosexual por tí, pero...
- Pero ¿te diste cuenta de que tú no eres heterosexual? ¿Te diste cuenta de que por más intentos que hicieras, naciste bisexual, y así vas a morir? Stiffler, mi primo es gay, me ha platicado mucho sobre estos temas, y he adquirido bastante conocimiento sobre el tema, es por eso que te lo digo, dime ¿te diste cuenta de eso? - Jen me mira fijamente - Dime, por favor Charlie.
- Sí - agacho la cabeza - yo si te amo Jen, haría cualquier cosa por tí.
- Ya, no tienes que decirme nada más - se acomoda su cabello detrás de la oreja, y sus hermosos ojos me miran fijamente - te gusta más un sexo que el otro, no tienes que decirme cuál, yo lo sé, y tú también lo sabes perfectamente, no tienes de qué preocuparte, pero en verdad, lo nuestro ya no puede ser, y no es por lo que me hayas hecho, es por tí, solo te estás perjudicando a tí mismo al intentar ser alguien quien no eres. Me conoces bien, y soy muy comprensiva, también suelo tomar las mejores decisiones, y en esta ocasión, yo ya he tomado mi decisión, no hay marcha atrás. Tienes que aceptar tu realidad, será difícil, pero solo así vas a poder ser feliz.
- Jen - le tomo su mano - no quiero que te vayas.
- ¿Acaso me he ido? - responde, de manera sutil y con una voz muy suave.
- No, pero temo que lo hagas.
- No me iré, voy a estar contigo siempre, aunque no como tu novia, pero siempre vas a poder confiar en mí, no perdiste tu novia, has ganado una gran amiga - me toma de la cara y me pega un beso en mis labios, que están mojados de lágrimas.
- ¿Somos esa clase de amigos que se besan? - le digo, entre risas.
- Y que follan también.

El comentario me deja perplejo, la veo a los ojos y le digo.
- ¿Ahora?
- Claro, una última vez no está de más.
- No tengo condones - respondo, algo nervioso.
- Claro, ¿a quien quieres engañar? - abre el cajón de la mesita de noche, y sí, ahí escondo mi dotación de condones, saca uno de sabor uva y me lo muestra - a darle campeón.
Suelto una carcajada.
- Y pensar que ayer deseabas matarme - digo.
- Y pensar que estás poniendo muchos pretextos.

Me abalanzo sobre ella, la comienzo a besar de una manera un poco salvaje, pero cachonda, y la logro prender casi al instante.
Ella mete su mano debajo de mi playera, luego la otra y me deja desnudo del torso. Comienza a besar mi cuello, bajando por mi abdomen, y volviendo a subir; pasa su lengua por todo mi cuello, sube a mi lóbulo, que es mi punto débil, me da una pequeña mordida y va directo a mis labios. Succiono su lengua, muerdo un poco su labio inferior, y al igual que ella, me voy al cuello.
Le quito la blusa que lleva puesta, luego el sostén, veo sus pechos, y ¡Oh por Dios! No resisto y voy directo a sus pezones, juego mi lengua al rededor de ellos; regreso a sus labios y con mis manos comienzo a presionar un poco sus senos, que están un poco duros debido a la excitación. Eso hace que suelte un gemido.
Tengo un bóxer muy ajustado, y la erección me comienza a molestar un poco, por lo que me desabrocho el cinturón (tengo la misma ropa que ayer) ella sin dudarlo un momento mete su mano traviesa al interior de mis calzoncillos, toma mi miembro y comienza a masturbarme; se aleja un poco de mi cara, pero lo hace para bajar completamente los bóxers, dejando al descubierto mis dieciocho centímetros de virilidad; continúa masturbándome mientras la acerco a mi boca y la vuelvo a besar. Baja nuevamente por mi abdomen , pero esta vez hasta el pene, y comienza a hacerme sexo oral. Una sensación de placer me recorre el cuerpo mientras Jennifer me hace la felación, siento su lengua sobre la punta del pene, haciendo movimientos circulares al rededor de la misma, se lo vuelve a introducir a la boca, y milagrosamente, entra completo en su boca; repite el mismo procedimiento una y otra vez, provocándome un éxtasis en cada rincón de mi cuerpo. Saca mi pene de su boca, pero es solo para quitarse el pantalón y las bragas. Me tira en la cama y nos besamos nuevamente, sintiendo nuestra respiración sobre nuestras bocas; me levanto y la acceso en la cama, beso lentamente su cuello mientras deslizó mi mano sobre su abdomen hasta llegar a su entrepierna, donde descubro que está mojadísima. Succiono su piel, desde el cuello hasta la parte baja de su abdomen, vacilo un poco, ya que nunca lo he hecho, pero la excitación me gana; mi lengua se posa en su clítoris, y comienzo a jugar con él, luego no solo es la lengua, sino mis labios, literalmente comiéndome sus labios durante unos dos minutos. Ahora introduzco mis dedos índice y medio en ella, con el pulgar masajeando su clítoris de una forma meticulosa.
Se aparta un poco de mí, toma el condón, lo abre y me lo coloca, bajando lentamente hasta que mi miembro queda forrado con el látex.
Jennifer se tumba en la cama, con las piernas abiertas, lista para ser penetrada; han sido tantas veces las que hemos tenido sexo en la misma forma, y si esta es la última vez, es mejor cambiar un poco la rutina.
La tomo de los hombros, la obligo a darse la vuelta, no pone objeciones; ya que se dio la vuelta, busco el orificio de la vagina, y con ayuda de mi mano derecha me voy introduciendo en ella. Me recargo en su espalda y hago movimientos lentos, adelante y atrás; acaricio su cabello, lo enredo en mi mano y me levanto, y me llevo una sorpresa cuando ella arquea su espalda en una manera perfecta y muy cómoda. Subo un poco la intensidad de cada embestida, al igual que la rapidez entre cada una. Con una mano tomando su cabello, y la otra sosteniendo sus caderas, hace que esto sea más cómodo y placentero.
Comienzo a soltar gemidos, al igual que ella, sí, como los de los vídeos porno, y eso le da un plus al coito.
Suelto su cabello y ahora tomo sus pechos, que siguen duros, y repito los mismos movimientos, pero ahora con una oscilación hacia arriba y abajo.
Mi cuerpo comienza a empaparse de sudor, debido al calor de nuestros cuerpos, aumento un poco más la intensidad; una sensación fantástica me recorre el cuerpo de pies a cabeza, pero no paro, sigo así, hasta que esa sensación aumenta, y justo cuando mi cuerpo experimenta una explosión de éxtasis, llego al orgasmo.

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