Los sucesos para normales, son algo que suelen asustar a las personas, intimidarlas y hasta llegar a quitarles el sueño. Una historia parecida me ocurriría a mí hace un tiempo, y aunque siento que si rebelo esta historia al mundo, algo de su magia se perderá. Tal vez eso quiero, para cambiar de lugar mágico, y buscar otro que se acomode a mi manera de ser...
Recuerdo aquel niño inocente, tal vez de catorce o quince años, que nada entendía ni entiende de la vida, sentado con su laptop su único sillón del living. Tengo ese recuerdo muy claro, hay estaba yo, haciendo nada, aburrido, inmerso en un mar de dudas porque había cosas que no se adecuaban para lo que quería en mi vida. Y entonces me llegaría aquel mensaje que contestaría al pasar, así nomas como contestaría cualquier otro de un amigo. Pero esta vez sería distinto, muy a mi pesar esta persona marcaria indebidamente mi vida. Los mensajes fueron circulando iban y venían, me había empezado a gustar que me llegaran esos mensajes, sus mensajes. Finalmente el destino haría su jugarreta, y me terminaría enamorando de la autora intelectual de esos mensajes. Pero bueno sabemos cómo son estas situaciones de adolescentes. En realidad ahora lo sé, en ese momento no lo sabía (ni lo intuía). Aunque no nos desviemos del tema lleguemos a lo profundo de la cuestión ese sillón mágico. Tal como describí antes esta relación, adolescente terminaría. Y ambos seguiríamos siendo amigos. Mágicamente recuerdo el lugar donde termino, en la comodidad de mi cama. El tiempo avanzo, la vida siguió su curso, al tiempo nos distanciamos y cada cual sigo su curso. El calendario quemaría sus hojas, tanto fue así que nos lleva dos años adelante, a un mes de septiembre, donde tome la iniciativa para hablarle a una compañera que me atraía mucho, respondió sin problemas, todo normal, claro no le estaba hablando desde el sillón mágico sino desde una silla común. Seguimos hablando, esas charlas nos harían grandes amigos, pero un día sin darme cuenta, o tal vez inconscientemente lo sabía, fui al sillón. Charlamos y charlamos y entre risas me propuso de formar algo, una relación, le dije que no, metí miles de escusas, raro porque yo la había buscado primero. El sillón lo estaba haciendo de nuevo... dormir seguía durmiendo plácidamente en mi cama, hasta que un día, el sillón maldito jugaría una de sus cartas fuertes, volvería a darme la señal, y nuevamente el destino haría que desde el sillón le hablara a Marina, la niña de la primera conversación. Primero ella me busco a mí, ahora yo la buscaba a ella. Ambos entendimos que no éramos aquellos niños, y equivocadamente nos dimos otra chance, todo iba bien, hasta que fui a mi cama, y la cama, que no es mágica como el sillón sino diabólica haría lo suyo. Entonces entendí que desde ese día, dormir en mi cama era una pesadilla. Desde entonces paso mis días en el sillón mágico.
-Samuel Crag-
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