12.

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Louis bajó del taxi dando las gracias, apoyando el bastón en asfalto con fuerza.

Respiró hondo y observó la casa que estaba al frente de él. Esa casa que tantas veces visitó, la casa donde pasó tantas noches, donde vivía el amor de su vida. Admiró un poco más el lugar antes de avanzar hasta la puerta, dando 3 golpecitos. Esperó algunos segundos, cuando él rizado apareció, pálido, mirándolo con la boca ligeramente abierta.

—¡Mi amor! No tienes idea de... —trató de avanzar, pero fue interrumpido por el rizado quien colocó una mano frente a él.

—¿T-tú qué haces aquí? —habló nervioso, mirando a todos lados.

—Lamento no haberte avisado. —suspiró. —Acabó de salir del hospital y entre trámites, planeando citas de revisión y el seguro médico, se me fue hablarte. Aunque tampoco tengo tu nuevo número. —frunció el ceño. —Como sea. Amor, yo vine a verte y a preguntar por qué no fuiste al hospital a verme. —lo miró confuso.

—Tú no deberías estar aquí, vete por favor. —habló con nerviosismo.

—Harry, se lo qué pasó, los chicos me lo contaron. El accidente causó que perdieras la memoria, lo sé. Y sé que todo esto es tan confuso, pero a eso vine, a que hablemos de esto. —trató de acercarse a él pero Harry retrocedió.

—No, tú no eres nada de mí. Eres solo un maldito mentiroso acosador. Vete de mi casa. —lo miró esperando que se fuera. —¡Lárgate! —levantó la voz desesperado.

—H-Harry, ¿qué te pasa? —estaba asustado.

—¡Lárgate o llamaré a la policía! —siguió mirándolo con miedo en sus ojos.

—Déjame hablar, sé que estás confundido. Pero yo resolveré tus dudas, amor. Juntos las resolveremos.—habló con la voz entrecortada, le afectaba el tono en el que Harry le hablaba.

—¡No me digas así! ¡Lárgate! —fue lo último que dijo antes de cerrar la puerta de un portazo.

Louis se quedó mirando la puerta en shock, sabía que Harry debería estar confundido, ¿pero porque llamarlo mentiroso y acosador? No tenía sentido, no lo entendía y ahora él estaba confundido. Tenía que hablar con él, aclarar muchas cosas, pero sabía que ahora no lograría nada. Tendría que hallar una forma de acercársele sin asustarlo. Pero primero, hablaría con Niall, él debería saber algo.

Caminó unas cuadras para poder tomar un taxi. Se sentó en una banca, poniendo su cabeza entre sus manos, estaba muy confundido. Harry jamás lo había tratado así, parecía aterrorizado, como si el castaño le fuera hacer algo.

En los meses que había pasado en el hospital solo había pensado en ese día, pero lo había imaginado diferente. Creía que todo sería más fácil.

Conocía demasiado bien al rizado, pero ahora, no sabía qué hacer, no reconocía esa faceta de él. Nunca terminas de conocer una persona, ¿no es así? No podía pensar en otra cosa y le empezaba a doler la cabeza, y peor aún, no había ni un maldito taxi.


Harry respiraba irregularmente, sentía que su corazón se saldría de su pecho y que en cualquier momento se desmayaría. Él no esperaba encontrarse con Louis, creía que no lo volvería a ver y menos que él fuera a su casa. Después de su visita en el hospital, la cual Michael se había enterado; Michael le había contado todo, como era Louis en la escuela y no lo dejaba en paz. Le contó que una vez lo había seguido a su casa solo para saber dónde vivía. Se espantó demasiado y le prometió a Michael no volver a ir ni tener contacto con él nunca más. Sentía un nudo en la garganta muy fuerte, verlo fue mucho para él. Era cómo volver a ver a su madre, ella jamás regresaría, nunca lo buscaría, lo odiaba. Sentía esa presión en el pecho, algo estaba mal, muy mal. Respiró hondo tratando de tranquilizarse.

Subió a su habitación y la miró con detalle, debía haber algo que lo hiciera recordar, algo que le dijera por qué iba esa noche en ese carro y con él, por qué ese chico se empeñaba en molestarlo. Necesitaba algo que le dijera que estaba pasando, quien mentía y quien decía la verdad. Estaba entrando en un ataque de ansiedad. Miró a todos lados, desesperado, y solo pudo encontrar el peluche de colores, lo tomó entre sus brazos y lo apretó a su pecho. Lo olió, pero no olía a Michael, ni a él, olía diferente y ese olor lo tranquilizaba, lo hacía sentir mejor, como si en algún momento ese oso pudiera salvarlo del infierno que estaba sintiendo en ese momento. Caminó aún con el oso en su pecho. Rebuscó entre el armario y nada, los cajones, bajo la cama, dentro del baño. Solo necesitaba algo que lo hiciera ver que era de su vida, como era. Le dolía la cabeza de tan solo pensar. Volvió a dejar el oso donde iba. Se sentó en la orilla de la cama, tomó su cabello entre sus manos y lo estiro.

Se levantó, miro a su alrededor, lo único que se oía era su respiración fuerte e irregular. Golpeó la pared desesperado, le enfurecía no saber nada, no poder creer en nada ni en nadie. La mano le temblaba por el golpe y se comenzaba a poner roja en los nudillos. Ahogó un sollozo de dolor. No podía recordar nada. Colocó sus manos en su cabeza y dio un grito desesperado. Volvió a tomar el oso y lo olió para tranquilizarse. ¿Qué demonios había pasado?



—¡Niall! —tocaba con fuerza la puerta de la casa del rubio. Llevaba 5 minutos esperando que este le abriera.

—¡Ya voy, demonios! —se escuchó dentro de la casa. —Mierda, Louis. ¿Por qué vienes y me despiertas? —habló después de abrir la puerta y verlo. Estaba somnoliento y despeinado.

—¿De qué hablas? Son las tres de la tarde. —frunció el ceño.

—Bueno, algunas personas duermen hasta tarde.

—Cállate y déjame pasar. —lo empujó, entrando.

—Vaya, qué forma de entrar a una casa ajena. —habló con sarcasmo.

—No estoy de humor, Niall. Necesito una explicación.

—Te juro que las películas ni eran mías. Zayn también estaba conmigo. —cerró la puerta. Negaba con la cabeza y con las manos levantadas.

—¿Películas? ¿De qué hablas? —dijo frustrado.

—Oh, no lo sabes... De cualquier forma, no veas tu cajón derecho a la cama, no creo que te gusten. —se sentó en el sillón. —Entonces, si no querías una explicación de eso, ¿de qué la quieres?

—De Harry, ¿por qué demonios me llama mentiroso y acosador?

—¿Qué? —frunce el ceño. —¿Te dijo eso? No tengo la menor idea. Tal vez se volvió loco. —se encogió los hombros.

—Mierda, Niall. Tú estuviste en contacto con él. —ya estaba enojado.

—No lo sé, Louis. Él solo me dijo que no podía acercarse a ti, que no estaba listo. Fue lo último que hablamos.

—¿Le dijeron todo? ¿Qué tuvimos un accidente? ¿Qué llevamos más de 5 años de novios? ¿Se lo dijeron?

—Todo, y él pareció creernos. —se encogió de hombros.

—¿Entonces por qué me trató así? —susurró.

—¿Intentaste pregúntale?

—¡Por supuesto! Pero él no dejaba de gritarme que me largará. —hizo ademanes mientras hablaba.

—Esperemos a que se calme y juntos iremos a golpearlo a ver si recupera la memoria.

—Por favor, Niall. —suspiró. —Ay, mierda. —se quejó, sentándose en el sillón, frunciendo el ceño.

—¿Qué sucede?

—Me vine caminando desde la casa de Harry. —recostó la cabeza en el respaldo. —Me tiemblan las piernas.

—¿Eres idiota o qué? ¿Por qué no tomaste un taxi? —lo regañó con el ceño fruncido.

—Estaba demasiado desesperado como para esperar un taxi.

—Ven, vamos a recostarte. Así podrás contarme un cuento y recuperar el sueño que me espantaste con tus golpes de vecina loca. —ayudó levantándolo y tomándolo de la cintura, subiendo las escaleras en dirección a su habitación.

F V

No me dejes |l.s|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora