Bellarke.

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—Clarke... despierta. Hay algo que quiero mostrarte.

El aliento de Bellamy cosquilleo en su oído, y con una sonrisa somnolienta, Clarke rodeo hacia su lado presionando su espalda contra su pecho. —No tengo que levantarme aún — murmuró —No hay pacientes.

Por primera vez en semanas, la cabaña del hospital estaba vacía. La epidemia de la gripe de ardilla había pasado. La chica con la pierna rota se había curado. Y los chicos que estúpidamente comieron bayas venenosas tuvieron una recuperación completa. No había nadie a quien checar, nadie dependiendo de ella. Al fin, podría conseguir una noche completa de sueño.

—Clarke, vamos. Tenemos que ir.

—¿Ir a donde? —Pregunto roncamente.

—Es una sorpresa.

Clarke gruñó. Las "sorpresas" de Bellamy eran variadas. El estanque oculto que le había mostrado fue hermoso. Las lombrices carnívoras que eran más gruesas que su brazo, no lo fueron tanto. —Iremos más tarde.

—Tenemos que ir ahora, antes de que todos despierten. —tiro de la manta, haciendo que esta bajará unos centímetros y beso su hombro. —Vamos.

Ella intento moverse lejos de él, pero él envolvió su brazo alrededor de ella y la acerco, beso su cuello antes de mover su boca a su oído. —Despierta bella durmiente.

Clarke se sentó y fulmino a Bellamy —La bella durmiente cayó dormida por que era lo suficientemente tonta para pinchar su dedo en una rueca. Estoy agotada por que he estado ocupada manteniendo a la gente viva.

La sonrisa de Bellamy cayó de su rostro. —Okay. Vuelve a dormir. Te veo mas tarde —No había irritación en su voz, solo decepción.

Clarke suspiro, entonces alcanzó con su dedo un mechón alborotado y lo giro, tenía el pelo desigual. Ella había intentando hacerle un corte de pelo a principios de esa semana, pero no resultó muy bien. —¿Nos vemos al atardecer? —era su costumbre ir a la colina y ver el atardecer caer sobre el valle. Era la única oportunidad que tenían para estar solos.

—Por supuesto. —Bellamy salto fuera de la cama con su usual energía, tiro de la pila de ropa sucia que habían dejado en el piso, entonces se inclinó y beso su mejilla. —Te veo mas tarde.

Clarke apenas había vuelto a dormir cuando hubo un fuerte golpe en la puerta. Apenas tuvo tiempo para ponerse la ropa antes de que Lila entrará apresuradamente, sosteniendo un pedazo de tela ensangrentado sobre su frente. —Golpeé mi cabeza con una estúpida rama. —dijo ella a modo de saludo. —Y ahora no puedo parar la hemorragia. ¿Puedes darte prisa y hacer algo? Estoy usando mi blusa favorita.
Cuando Clarke término de coser a Lila, una tarea difícil para la chica del constante refrán "Si me queda una cicatriz, voy a matarte."; La cabaña del hospital estaba llena de personas que necesitaban la ayuda de Clarke. Había nevado recientemente, y el hielo resultó un nuevo enemigo formidable para los colonos que habían crecido en el espacio. Graham se torció el tobillo volviendo de la cascada. Algunos de los chicos que habían salido temprano a recoger leña mostraban signos de congelación. El trabajo de Clarke se volvió más difícil por el hecho de que toda el agua estaba congelada. —No me mires a mi. —Hablo Wells con cansancio. —Se suponía que Bellamy la calentaria sobre el fuego esta mañana. Pero no lo he visto en todo el día.

—Genial. Tal vez esa era su sorpresa. Hacer mi día más pesado de lo posible.

Cuando el sol empezó a ponerse, Clarke practicamente deliraba con agotamiento y congelamiento. El pensamiento de una caminata fría hacia la colina de pronto parecía mucho menos atractiva que el estar calentandose con una enorme, feliz y crepitante hoguera en medio del claro. Pero ella había prometido reunirse con Bellamy, así que con un suspiro, se envolvió en algunas capas extras y se deslizó fuera del claro. No había nevado por dos días, pero el bosque todavía estaba cubierto de blanco. Después de pocos minutos, Clarke habia caminado suficiente como para que no hubiera más huellas. Solo una alfombra de nieve bajo un dosel de hielo y ramas brillando con la luz suave del atardecer. Como Clarke se dirigía hacia arriba de la colina, los árboles flaqueaban, y el viento aumentanba. Cerró los ojos cuando una ráfaga de aire helado corrió sobre ella picando cada pulgada de piel expuesta. Cuando llegó a la cima, sus ojos estaban llorosos, apenas podía ver. Bueno esto fue una jugada inteligente, Clarke pensó que saltar hacia arriba y abajo, la matendria caliente. El cielo estaba lleno de nubes gris púrpura, no podría ver gran parte de la puesta de sol. Pocos minutos pasaron y el cielo oscureció mientras la temperatura descendía. ¿Donde esta?, Clarke volteo de un lado a otro, pero no había señal de Bellamy, si tengo hipotermia, voy a matarlo, pensó ella. Pensó, puesto que no había nadie en el campamento que sepa tratar la hipotermia, ella podría morir antes de tener la oportunidad de matarlo a el.

—¡Clarke! —una voz la llamo, tan débil que podría haber sido el viento. Unos segundos después, Bellamy apareció al lado de ella. —Hey lo siento, lo siento tanto —estaba temblando mucho, sus dientes cascañeaban, y su pelo estaba cubierto de escarcha.

—¿Donde estabas? ¿Que paso? —Clarke frotó sus manos arriba y abajo sobre los brazos de él, tratando de que entrará en calor.

—Es lo que quería mostrarte. Ya que no vendrías conmigo, lo he traído para ti. Ella se dio cuenta que él estaba sosteniendo un deforme y oxidado recipiente de metal, con algo dentro. Un montículo de tierra con una ramita larga y delgada que sobresalía.

—Wow...¿gracias? —dijo.

El viento había muerto, ahora realmente tenia frío, no al borde de la congelación, pero todavía no tenía interés en tardar en la colonia.

Bellamy suspiro. Por lo menos, ella pensó que él había suspirado. Era difícil decirlo cuando uno temblaba tan mal. —Por eso quería que vinieras conmigo. No suelen tener este aspecto, pero son impredecibles.

Le dolían las mejillas al sonreír, pero Clarke lo hizo de todos modos. —Siento arruinar tu sorpresa. —algo húmedo y frío aterrizó en su frente. Miro hacia arriba. Había comenzado a nevar, grandes y suaves copos de nieve caían suavemente, nada como los tacaños pedacitos de hielo que los habían apedreado los días anteriores.

—Esta bien. Es bueno que te hayas quedado. Me he perdido en el camino de regreso. —Dijo avergonzado.

—¿Perdido? Bellamy Blake, el cazador extraordinario, el hombre salvaje del bosque ¿Perdido?

—¡Todo se mira diferente en la nieve!

Clarke miro alrededor. Al paisaje estéril y helado, eso había parecido tan áspero y triste en su caminata, ahora estaba cubierto por la luz de la luna y suavizado por la familiar nieve. —Yo creo que hace todo mas hermoso.

Bellamy sonrió y se acercó a quitar la escarcha del pelo de Clarke. —Ciertamente hace una sola cosa más hermosa. —Bajo su cabeza y la beso, sus labios estaban congelados, pero eso no impidió que un hormigueo de calor atravesara de su cuerpo. Sosteniendo el recipiente con una mano, Bellamy envolvió su otro brazo alrededor de Clarke, acercándola. —Regresemos, así puedes calentarte.

—Ya no tengo frío. —susurro, luego lo beso otra vez, se fundió en él como si ella fuera nieve y el fuego. Sus labios estaban agrietados, pero apenas se dio cuenta ya que inhalaba el familiar aroma de Bellamy: pino, fogata y algo vagamente picante.

—Clarke, mira. —Dijo, alejándose ligeramente.

Ella siguió su mirada hacia la planta. Ahora cubierta por una capa de nieve, la delgada planta ya no parecía muerta. Había ampliado sus hojas marchitas y la parte superior estaba desplegandose lentamente, revelando pétalos de un color que Clarke jamás había visto antes. Más rojo que la sangre. Más linda que la puesta de sol. —Es una rosa. —dijo con su voz llena de asombro. —Supuse que se habían extinto durante el cataclismo.

Bellamy inclinó la cabeza para echar un vistazo hacia el cielo, y luego miro abajo a la flor. —Solo florece en la nieve. Debe ser algún tipo de mutación.

Normalmente, ese tipo de comentarios haría que los pensamientos de Clarke empezaron a correr entorno a las ventajas evolutivas de un rasgo inusual, pero esta vez, su mente rehuyó. En ese momento, todo lo que noto era como los hermosos pétalos carmesí se miraban contra el fondo de nieve.

Cuando finalmente ella miro hacia arriba, vio que la cara de Bellamy también estaba maravillada, pero él no estaba viendo la rosa, él estaba viendo a Clarke.

—Gracias por esto. —dijo Clarke con una sonrisa.

—Se que es egoísta, pero quiero que las rosas sean nuestro secreto. Por lo menos por un tiempo. Me recuerdan a ti, tu sabes.

Clarke dirigió su dedo hacia abajo del tallo, teniendo cuidado para evitar las espinas, que no había notado antes. —¿Espinosa?

El sonrió. —Resistente. Fuerte. Inesperada. Hermosa.

Clarke se levantó sobre sus dedos congelados y lo beso. — Te quiero —susurro en su oído.

El envolvió sus brazos alrededor de ella de nuevo. —También te quiero, mi princesa espinosa.

Se quedaron en silencio, hasta que parecía que solo había dos sonidos en el mundo: El crujido de los árboles llenos de hielo y el latido de sus corazones.

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