Trascender

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Es una tarde fresca y soleada, sin nubes en el cielo y con la pinta de traer buena fortuna antes de caer el Sol.
En lo alto de una montaña, una hermosa mujer vestida con un inmaculado vestido blanco de lino; se encuentra sentada al borde del precipicio observando serenamente la ciudad. Esta radiante mujer es más peculiar de lo que parece. Toma un estuche negro, recargado en su regazo y baja a la ciudad para probar suerte. Camina pacíficamente entre las personas que se asombran por su porte y elegancia, hasta llegar a una calle muy concurrida con una amplia avenida empedrada y altas construcciones de estilo colonial; se detiene y coloca el estuche en la acera, sacando de él un bello violín de madera. Coloca el violín en su hombro y comienza a deslizar suavemente el arco por las cuerdas, mientras sus delgados dedos presionan las mismas con maestría, creando una melodía celestial. Pero sin embargo, nadie repara en si quiera voltear a verla, es como si no pudieran oír nada, o mejor dicho, así era.

Mientras tanto, un hombre joven sale de un gran edificio con la fachada adornada de sutiles frases referentes a la superación académica; y comienza a caminar por la acera a un costado de la calle empedrada. Iba tan ensimismado que el mundo a su alrededor pareció desaparecer.
«¿Qué haré ahora? todo está perdido, mi madre ha muerto, me acaban de expulsar de la universidad por no pagar la colegiatura, no tengo empleo ni dinero...»
En eso, comenza a escuchar una hermosa melodía proveniente de más adelante. Al buscar la fuente del sonido, se encuentra con una hermosa mujer vestida de blanco, tocando un violín perfectamente tallado. Comienza a caminar más a prisa hasta llegar a su lado.
-¡Que hermoso tocas!
La mujer, sorprendida, baja el violín y voltea a ver a aquel hombre.
-¿En verdad puedes oírlo?
-Claro, ¿dónde aprendiste a tocar así?
Sin hacer caso de la pregunta, la mujer comienza a recitar una historia mientras mira hacia la nada:
-"Has de pagar, y éste tribunal te condena a tus dones perder, hasta que un noble ser de corazón puro, te ayude a ascender. Por herramientra tendrás el dulce sollozar de un violín que nadie oirá. Sólo aquel que no cree en el mal sin el bien, tus alas ha de devolver."- El hombre se quedó atónito ante lo que apenas alcanzó a comprender.
-¡Eres un ángel!- No pudo ocultar su asombro.
-Lo soy. Y ahora gracias a ti podré trascender, pero hay un precio muy alto que debes pagar: necesito tu alma para volver a mis dominios, ambos iríamos al paraíso.
Aquellas palabras causaron estragos en la cabeza del hombre, quien pensó en su vida y sus logros; su hogar y todas las cosas que le quedaban por conseguir. Pero después de un largo tiempo de meditar las cosas, comprendió que no puede aferrarse a un futuro incierto y esperar cosas que tal vez nunca sucederán; que debe aprovechar cada oportunidad que la vida le brinda, y si abandonar la misma vida le hará sentirse mejor y estar en un lugar donde tal vez pueda encontrar felicidad; debía hacerlo.
-Iré contigo.- Ésas palabras algo temblorosas pero decididas fueron todo lo que la mujer necesitaba escuchar, así que ambos se encaminaron a la montaña y ahí, ella comenzó a tocar una melodía aún más hermosa que antes. El hombre se dejó llevar por la melodía y conforme ésta avanzaba, un par de hermosas alas de plumaje blanco iban saliendo de la espalda de la mujer; alas tan hermosas y deslumbrantes como el vestido que llevaba puesto. Entonces el hombre se abrazo a su cintura y ambos trascendieron hacia una forma de vida sobrehumana, dejando atrás el dolor, el sufrimiento y el miedo de los seres terrenales.

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