El sobre

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Me sentía muy incómoda con la mirada de tantos hombres a mi alrededor.

Todos eran contrarios a una mujer analizando la escena del crimen, salvo Holmes que era todo lo opuesto.
Cuando terminamos de examinar el cadáver, volvimos al carruaje.
-Lamento que se haya sentido intimidada ante tanto caballero- dijo el detective -no están acostumbrado a tanta inteligencia en un mismo caso-
-Lo suponía- dije con una suave sonrisa.
-Tienen todo el derecho- dijo el doctor Watson -una mujer debería quedarse en la casa y ocuparse de que todas las tareas sean realizadas a la perfección-
-Una mujer como esta señor Watson- dijo Holmes -estaría muy desperdiciada encerrada entre cuatro paredes. Es por ello que la he traído conmigo a este caso-
-Pero es una mujer- dijo él molesto.
-Caballeros- dije viendo la molestia de ambos en sus rostros -sigo delante. Si quieren discutir háganlo en privado por favor. Me hacen sentir aún más incómoda-
-Disculpa- dijeron al mismo tiempo.

La verdad es que verles discutir de aquella forma por mi culpa me hacía sentirme mal.

Ambos llevaban trabajando juntos mucho tiempo y puede que por mi presencia dejase de ser así.
No me gustaría ver a dos compañeros como ellos separarse por esa tontería, por lo que hablaría con Holmes sobre el asunto.

Al llegar a Baker Street, colgué mi abrigo mientras el detective preparaba su pipa para fumar.
Examiné la silueta de Sherlock con mucho detenimiento. No podía negar que aquel hombre era exageradamente atractivo, al menos para mí, y su actitud conmigo era de lo más adorable que se podía ver.
Cuando se giró para encender su pipa, aparté la vista con rapidez.
-Suéltalo- dijo él.
-Perdón- dije sorprendida -¿Qué?-
-Va a preguntarme algo- dijo dando una calada a su pipa -y al ser usted no puedo deducir de que se trata-
-¿Es necesario que le acompañe?- dije -está poniendo en juego su reputación y su amistad con el doctor Watson-
-Si- dijo sentándose en su asiento -le prometí a su padre protegerla en todo momento y  eso haré. Si yo estoy fuera y usted se queda sola en este piso, no puedo saber si estará bien o no. Por tanto me acompañará donde quiera que yo vaya y hará o que yo le pida ¿De acuerdo?-
-Pero- dije suspirando -el resto de hombres...-
-No importan- dijo él -tan solo son una panda de idiotas que no se pueden comparar con usted. No debería dejarse intimidar por ellos señorita (T/Apellido)________, usted no es un objeto y ninguna mujer debería ser tratada como tal-
-Eso es muy bonito señor Holmes- sonreí -nunca he conocido a un hombre que piense como usted-
-Hay muy pocos como yo- dijo con una suave sonrisa dibujándose en sus perfectos labios -y muy pocas mujeres como usted-
-Eso es cierto- dije sentándome en mi asiento para cruzar las piernas.

Definitivamente vivir con Sherlock era algo que me sorprendía odos los días.

Obviamente leyendo los relatos del doctor Watson, se podía conocer un poco como era el famosos detective de la gorra y de su forma de pensar.
Pero no podía compararse a cuando se convivía con él en el mismo apartamento.

Adoraba todo lo que Sherlock hacía, pero tenía que controlar mis impulsos de fan loca si quería causar una buena impresión en el caballero.
Cuando más me debía controlar, era cuando Sherlock salía de su baño tras haberse aseado sin ropa alguna.
Cuando aquello pasaba, a él parecía encantarle ver como mi torpeza salía a la luz, obviamente una no es de piedra cuando un hombre como Holmes la contempla totalmente desnudo.
A pesar de ello, disfrutaba mucho de su compañía, de sus charlas sobre los casos en los que trabajaba, de las melodía que componía cuando estaba inspirado y de como fumaba sentado en su sofá.
Ciertamente si todo el mundo viese  a Holmes como el doctor y yo le vemos, tendrían una opinión totalmente distinta sobre su personalidad.

Tras un buen rato de lectura, decidí subir  a mi habitación para guardar el libro que había terminado.
Una vez allí mi vista se centró en el escritorio donde se encontraba un sobre  cerrado con un sello de color rojo con las iniciales J.M.
Al verlo, mi pulso comenzó a acelerarse y el pánico comenzó a apoderarse de mi cuerpo.
Tomé el sobre y lo abrí sacando una hoja perfectamente doblada de su interior.
Todo estaba escrito en tinta negra, el papel era de buena calidad y la caligrafía me indicaba que el propio Jim era quien me había escrito aquella carta.

"¿Creías que podría huir de mí? Eres una ilusa querida, aún así sigues pareciéndome irresistible. Veo que Holmes a decidido dejarte convivir con él en su apartamento, el pobre se cree que puede mantenerme alejado de ti solo porque él está de por medio pero sabes perfectamente que no será así. He estado observando durante unos días tu forma de actuar con Holmes y déjame decirte que estás perdiendo el tiempo preciosa. Esas preciosas sonrisas que le dedicas, como le miras mientras toca su violín, o esos pequeños detalles que haces de vez en cuando para sorprenderle no sirven de nada para conquistarle. Se muy bien lo que sientes por él y créeme que nunca te corresponderá como yo soy capaz de hacerlo. Ten cuidado con lo que sientes preciosa porque puede hacerte mucho daño. Nos vemos pronto. Jim Moriarty"

Volví a meter la carta en su sobre mientras cerraba la puerta y comencé a llorar.
Hiciese lo que hiciese o fuera donde fuese ese Psicópata nunca iba a dejarme tranquila.
Tenía miedo por mi familia, por mi seguridad... pero sobre todo por Sherlock, puesto que él no había hecho nada malo como para que Jim le hiciese daño por mi culpa.
Pensar que Jim podría hacer algo para que Sherlock no interviniese en esto me aterrorizaba y no quería que aquello pasase.

Comencé a hacer mis maletas mientras las lágrimas invadían mi rostro, cuando un suave golpeteo en mi puerta y el sonido del pomo al girar hicieron que me detuviese al instante.

Cuidado con lo que sientes (Sherlock Holmes y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora