Abraham Mateo un chico que vivía la vida al máximo como cualquier muchacho de 18 años, vive con su abuela Dolores en España. No tiene familia o es lo que el creé, es un chico calmado y estudioso sueña con ser un gran empresario en un futuro, es el...
—Pero hace poco me dijiste que no me amas, No te entiendo—dijo confusa
—Mira yo no se que siento, no sé quien soy. Pero lo que tengo bien seguro es que no quiero perderte—dije acariciendolo la mejilla—No te prometo ser el mejor hombre del mundo ni el más romántico, pero te prometo que haré mi esfuerzo— la miré
—Es muy apresurado—elevando las manos al cielo.
Su comentario hizo que me cabreara muy rápido:
—Eso me gano por tratar de ser amable, yo me voy a México en tres días. Quedáte aquí es lo mejor
—Abraham escucháme
No la escuché, me levante y empecé a caminar rápido. Había sido un completo idiota de nuevo el viejo Abraham me estaba ganando. Pero no se repetiría una vez más.
Durante todo el camino venía pensando en la desición que había tomado, estaba sacrificando mi futuro por el de 10,000 personas. Ahora sería el Narcotraficante más peligroso de México.
Llegué a casa de noche abrí la puerta, entré a la sala y mi abuela estaba sentada esperándome:
—¿Dondé estabas? Me tenías con el alma en un hilo!—dijo levantándose de su asiento
—Solo fui a caminar, a pensar en lo que iba a hacer
Hubo un momento de silencio, no estaba muy convencida de preguntarme:
—¿Y que decidiste?—dijo nerviosa
—Qué voy a tomar el cargo de mi padre—suspiré
—¿Entonces nos vamos a México?—dijo con cara llena de ilusión
—Nos vamos a México— Contesté seguro
Me abrazó fuerte, quizá mi abuela extrañaba su país. Dicen que todo en México es mejor comida, negocios, mujeres etc.
—Me tengo que ir a dormir abuela
—Vale, descansa. Seguro la gente de ...—Se arrepintió de lo que estaba a punto de decir—Correción —sonrió—seguro tu gente esta aquí mañana por la mañana.
¿Mi gente? se escuchaba tan extraño tener "gente", ignoré el comentario y me subí a mi habitación. Me quité la ropa y me puse la pijama. Bajé las sábanas de la cama y se sumerji en ellas hoy había sido un día largo y de muchas confesiones pero nada que "Abraham Mateo" no pudiera superar. Entre pensamientos me quedé profundamente dormido.
Me desperté por los rayos del sol que daban justo en mi cara, me senté n la cama un poco adormilado. Salí de la cama directo a la ducha, abrí la llave y me quité la ropa me adentré en ella dejando que el agua callera en mi cuerpo. Me di una larga ducha y salí con la toalla envuelta en la cadera, abrí mi armario y elegí:
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Me peiné un poco, me puse los zapatos, y un poco de colonia.
Bajé a la cocina y olía delicioso a los spaguettis qe solo sabía cocinar mi abuela:
—Buenos días—Espeté
—Buenos días— contestó
—¿A qué se debe todo lo que estás preparando?—cuestioné
—Pues hoy va a venir tu gente a presentarse contigo y a hablarte sobre el negocio familiar, la herencia etc—contestó sonriente
De nuevo esa palabra "tu gente" dios.
—Ah— contesté sin animos
Era sábado así que no iba a clases. Estaba preparando mi peor cara para intimidar, en estos negocios esto es así.
Desayuné y subí a mi habitación para dejar que mi abuela siguiera con lo suyo. Entré un rato a mis redes sociales. Esa tarde las eliminaría era un riesgo tenerlas. Después de rato encendí la tv estar en casa en sábado era muy aburrido.
—!!!Abrahaaaaaaam!!!!—Escuchó que mi abuela me grita
No respondí, suspiré con pesadez y me levanté de la cama.
Era extraño, no tenía nervios. Sentía esto parte de mi.
Bajé las escaleras y vi a un hombre hablando animadamente con mi abuela junto con dos hombres más. Al parecer eran sus guaruras. El hombre me miró y se acercó a mi sonriente:
—Mucho gusto señor—paró de hablar—perdón, joven Yo soy Isidro—dijo entendiendome la mano nerviosamente.
—Mucho gusto—correspondí su saludo—Yo soy Abraham Mateo...
