Capítulo veintidós. Perdiendo la cabeza.

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NARRADO POR JAMES.

—¿Tienes algo pensado para esta ''quedada''? —Le pregunté a Anastasia cuando los chicos se fueron.

La verdad es que estaba bastante emocionado por esta cita (porque sí, era una cita, la llamásemos como la llamásemos). Iba a tener, después de tanto tiempo sin verla, una cita con ella. Anastasia era una persona increíblemente guapa, con sus ojos cautivadores, su sonrisa que hacía que cualquiera perdiera el control, su tacto suave, sus colores rojizos y su pelo rizado. Tengo millones de buenos adjetivos con los cuales podría estar describiéndola horas y horas y no me cansaría en absoluto. Sinceramente, solo le hecho de que una persona tenga el placer de observarla es como si ganase un trofeo de oro. O ni a eso se puede igualar.

Quizás estoy loco, quizás estoy exagerando, quizás la tengo demasiado exaltada. Quizás no es nada del otro mundo, sino una más de todas las mujeres que hay en el mundo; quizás para otras personas, pero personalmente, para mí es lo más parecido a la salvación y perfección. Está mal pensar así pero si la comparo con Ana (y sí, las comparaciones son odiosas) le pondría diez puntos más por encima de Ana. Es duro decirlo y admitirlo porque Ana para mí fue mi primer amor, la persona por la que daba la vida y todo lo que estuviera en mi mano (y más) para protegerla. Quería a Ana como no he querido a nadie, me hice su protector y no dejaba que nada malo le pasara, fuese lo que fuese; pero pasó.

Ana comenzó su vida con Álex y nuestro amor quedó en eso, en pasado. Todo se evaporó como si no hubiese existido y me dolió. Fue una rotura de corazón bastante dolorosa y profunda. Lloré hasta que me quedé sin lágrimas; lloré mientras que notaba a mi corazón rompiéndose a pedazos; lloré mientras que mi cuerpo no tenía fuerzas para avanzar; lloré con una mente nublada, cansada; lloré hasta que me quedé sin lágrimas. Pero llegó un día que me di cuenta de las cosas y lo acepté. Fue la mejor relación que había tenido, la que me había dado más alegrías, más sonrisas, los mejores momentos, los mejores besos y abrazados... Fue una relación que me dio vida, aunque también me la destruyó. Dicen que si sufres en una relación es porque ésta ha valido la pena. Cuando sufres porque algo se va es debido a que lo que se desprende de ti es como si te quitasen una parte tuya, lo quieres. Quieres eso que se aleja, eso que se te desprende. Quieres eso de tal manera, tan fuertemente, que piensas que estás destruido, que te han derrotado. Piensas que no podrás continuar y que, mientras que la cabeza te da vueltas sin dejarte pensar, el corazón no se repara, las grietas solo crecen y crecen y se hacen más profundas y dolorosas. Pero, como todo en esta vida, el dolor se acaba. Solo quedan los recuerdos, los buenos momentos y el aprecio y cariño por la persona que te ha brindado esos sentimientos, la que ha hecho que hayas sentido lo mejor y lo peor, las mejores lecciones, a tomar decisiones, a afrontar la vida. Quieres que sea feliz, eso es lo único que le deseas a la persona con la cual has compartido tanto, porque te das cuenta de que se merece lo mejor. Se merece ser feliz. Si la has querido tanto, desearle el mal o quererla solo para ti cuando sabes que todo ha acabado es de una persona egoísta, sin corazón, sin darse cuenta de la realidad. Una persona que no es digna de tu amor, de tu cariño, ni si quiera de un saludo. Una persona que, a mi parecer, nunca te ha querido.

Así qué sólo me quedó eso. Aceptarlo, decirle adiós y seguir avanzando. Ni su vida acabó cuando se alejó de mí ni la mía cuando la dejé ir. Supongo que los dos mejoramos a nuestra manera. Los dos sacamos cualidades ocultas, los dos aprendimos lecciones, los dos nos quedamos con todo lo vivido y algo que nunca olvidaremos. Por eso, ahora puedo decir de una manera totalmente objetiva, que para mí Anastasia, en poco tiempo, ha sido más importante que Ana.

Veo en ella algo que nunca he sentido jamás. Dicen que las personas que se parecen tanto a un ángel no son buenas, bueno pues yo prefiero morir ante este demonio disfrazado de ángel a no conocer a una cosa tan sumamente increíble nunca más.

Creo que me he enamorado... (Terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora