TEENAGERS (Spanish) #Wattys2016

7.DUDAS

  Ya habían pasado casi dos semanas des del inicio del curso.

  Gerard y Frank estaban cada día más unidos. Pasaban las horas de patio juntos, iban juntos a casa e incluso quedaban de vez en cuando para hacer los deberes.

  Gerard había estado pensando y dándole vueltas al tema de la sexualidad de Frank. Más que nada, porque ahora él también dudaba de la suya. Nunca le había atraído ninguna chica, ya fuera porque no se llevaba bien con ninguna o... ¿porque no le llamaban la atención? Sí recordaba haberle gustado alguna. Pero en esos casos no le pasaba lo que ahora le pasaba con Frank. Se sentía tan bien a su lado... Cómodo, pero a la vez nervioso. Cada vez que lo veía su estómago se regiraba y una estúpida sonrisa luchaba por dibujarse en su rostro. Pendiente de todo lo que salía de su boca para no molestar o decepcionar a Frank, un chico maduro, sensato, listo, precioso... Incluso su belleza le cautivaba. ¿Era eso, estar enamorado? ¿Le gustaba Frank?

  El timbre que anunciaba el final de la primera clase del día sonó y Gerard aprovechó los cinco minutos que tenía para ir al baño.

Ahí se encontró a Frank, mirándose al espejo rociándose el rostro de agua y... ¿Llorando?

  —¿Estás bien? -preguntó Gerard.

  —Creo que me ha entrado algo en el ojo —dijo tranquilamente. No había estado llorando, o al menos no lo aparentaba.

  —Déjame ver —dijo Gerard, apartando la mano de Frank de su linda cara.

Gerard estaba cada vez más tenso al acercar su rostro al de Frank. Podía sentir su respiración, compartían el mismo aire.

Ahí estaba. La pestaña que estaba molestando a ese precioso ojo verde, un tanto grisáceo, ahora observaba. No pudo evitarlo, su mirada se dirigió a los labios de Frank. Rosados, tan deseables, tan hermosos, tan cerca... Cada vez más. Y más.

Gerard no podía moverse ya que toda la energía de su cuerpo se concentraba en su corazón, a punto de estallar de lo fuerte que palpitaba. Se quedó inmóvil mientras Frank se acercaba aún más hasta rozar sus propios labios con los suyos.

En realidad duró poco. Menos de tres segundos. Pero para Gerard fue una eternidad celestial.

Frank se separó, le miró inexpresivamente y se fue del baño.

Gerard tuvo que quedarse algunos minutos más, mojándose la cara para asegurarse de que lo que acababa de pasar no había sido un sueño.

  Llegó tarde a la siguiente clase pero, en esos momentos, eso era lo que menos le importaba.