Elizabeth sale corriendo de la habitación antes de que pueda retenerla. Con una última mirada a los masacrados cadáveres, salgo tras ella. Se encuentra al lado de la trampilla acurrucada con las manos en sus piernas y la cabeza apoyada en sus rodillas. Su cuerpo tiembla y oigo sollozos. Me agacho frente a ella y le acaricio la cabeza. Ella se estremece ante mi contacto y asoma un ojo por encima de su brazo. Luego vuelve a envolverse en ella misma.
-¿Te encuentras bien?- pregunto en el tono más dulce que puedo.
-E... esa gente... han tenido que sufrir mucho... y los han matado... oh Dios. Sus cuerpos estaban destrozados... nunca había visto algo igual.
Un nuevo sollozo apaga sus palabras y empieza a llorar de nuevo. Con un suspiro, me siento a su lado y la envuelvo en un abrazo; ella coloca su cabeza en mi pecho y noto como la camisa se humedece mientras ella se desahoga. Le acaricio el cabello durante unos minutos hasta que se calma. Se separa lentamente de mí sin dejar de mirar el suelo y se seca los ojos.
-Siento mucho esto...- susurra.
Coloco ambas manos sobre su cara para que nuestras miradas se encuentren; sus azules pupilas del color del agua cristalina me observan asustados y sus ojos están hinchados.
-Escucha, no tienes que sentir nada. Lo de ahí dentro es fuerte incluso para mí. Lo que les han hecho es... horrible, inhumano. Y entiendo que estés así. Yo tampoco me siento bien. Pero no quiero que te sientas culpable ni por un segundo, ¿entiendes?
Elizabeth me mira seria mientras medita mis palabras. Luego asiente y se levanta, pero yo no hago lo mismo; me derrumbo contra la pared y golpeo la dura fachada con frustración; al instante la sangre comienza a brotar de mis nudillos. Ya está, aquí acaba todo.
-¡Booker! ¿Qué haces? ¿Estás loco?- Elizabeth me mira alarmada.
-Da igual que lo esté o no. Ya todo da igual, todo da igual- las últimas palabras salen en un susurro.
Esta vez, es Elizabeth la que se agacha frente a mí. Me toma la mano ensangrentada y me la limpia delicadamente con la tela que arranca de su blusa.
-Así mejor- intenta separar nuestras manos pero entrelazo nuestros dedos. Ella se sorprende pero no se aparta, en vez de eso se sienta a mi lado y se apoya en mí- Booker, ¿qué ocurre?
-¿El cuerpo de la mujer colgado en la pared? Era Rosalind.
Elizabeth contiene la respiración durante un momento y luego lo suelta. Por el rabillo del ojo veo como palidece y se queda mirando la pared de enfrente como si allí se encontrara la solución a nuestros problemas.
Los dos nos quedamos aquí sentados, en un largo silencio mientras me hundo más y más. Todo lo que hemos pasado no sirve para nada. He fallado al rescatar a Robert, he conseguido que mataran a Rosalind y probablemente también conseguiré que acaben con nosotros. Elizabeth se acurruca a mi lado y yo intento pensar en un plan para salir de este lugar infernal; quizá si robamos un dirigible podamos huir a París aunque las posibilidades sean escasas. Pero me devuelve la fe y es mejor que quedarse aquí sentados y dejar pasar el tiempo. Justo cuando le voy a explicar mi plan a Elizabeth, ella abre los ojos ampliamente y se levanta de un salto.
-¡Eso es!- exclama- ¿Cómo no se me había ocurrido antes?- y acto seguido entra corriendo de nuevo al edificio.
-¿Qué haces? ¿Qué pasa?- me levanto torpemente y corro tras ella.
Se encuentra en la sucia habitación entre los dos cadáveres mirando alrededor y enfrascada en su propio mundo, ni siquiera se inmuta por los dos cuerpos sin vida que hace unos minutos tanto le impresionaron.
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Desgarros en el tiempo
FanfictionBooker DeWitt nunca ha tenido suerte en la vida. Tras participar en la Batalla de Wounded Knee a la edad de 16 años, se traslada a otra ciudad con la intención de olvidar el pasado. Pero allí se econtrará con problemas más graves que los vividos has...