Tras haberse mutuamente comido el culo.
Aquellos dos operarios que recogían el estiércol fresco. Se dispusieron a revolcarse abrazados en el montón de eces que previamente habían recogido.
Estaba claro que tras aquéllas miradas de Complicidad durante todo el día lo que iba a ocurrir.
Tras lamerse cada parte de sus cuerpos se besaron apasionadamente, de manera que la fuerza ejercida entre sus bocas, hizo que ambos recogidos en el calor de aquel abono, se le cayesen a ambos lentamente varios mocos deslizándose como caracoles por sus rostros.
Ambos se retiraron levemente, viéndose mutuamente los cabellos llenos de eces que aparentaban estar quemados, lo que les produjo una inmensa náusea y arcadas que fueron mitigadas por la pasión y compartiéndolas entre sus bocas.
Gusanos, moscas, escarabajos, lombrices, cucarachas y todo bicho que habitaba el estiércol aplaudió aquel efímero romance, e incluso prepararon exequias para los amantes. Las cuales fueron totalmente ignoradas por los mismos, causando gran frustración entre aquel pequeño mundo.