Instituto Whitmore

C37: Secretos y más secretos.

MARIANA POV

Oi la puerta abrirse lentamente con un sonido tenebroso, de esos que te da demasiado miedo en una película de terror. La manta negra amarrada sobre mi cara no me dejaba ver absolutamente nada, pero con el sonido de esas pisada pude notar que era la misma horrible persona que me tenía pegada a esta silla por más de un día sin comer. Mis instintos estaban mal, no podía ni siquiera distinguir el olor de mi alrededor, tanto maltrato y tantas lágrimas tuvieron como consecuencia en mi un fuerte bajón. Tenía frío y hambre, mi sed era incalculable y ya no sabía si lo que sentía era enojo o miedo a lo que está persona era capaz de hacerme.

Sentí como la manta de mi cabeza se retiraba con brusquedad haciendo que una luz del techo nublara mi vista. En cuanto la fui recuperando me fui dando cuenta que el cuarto en el que estaba era grande y espacioso, se oían los ecos de las gotas de agua por la tubería caer y la soledad que traía este lugar me daba a entender que estábamos en un lugar abandonado. La poca luz que había estaba dirigida hacia mi, lo demás era oscuridad y vacío.

En cuanto mis ojos terminación de examinar el lugar se posaron directamente en aquella persona que no me dejaba ni un minuto en paz desde la noche de Halloween.

-¿Dónde estamos?-mi voz salio cortada por falta de agua. Mis cuerdas vocales estaban a punto de explotar por tanto llanto al igual que mis mejillas.

-El que hace las preguntas aquí soy yo.- me sorprendí al escuchar por primera vez su voz. Mis ojos muy abiertos me delataron y el hombre se empezó a reír, más bien a burlarse de mí.-Jajajaja, Mariana, Mariana...- empezó a dar vueltas lentamente alrededor de la silla.

-¿Co-como sabes mi nombre?- no sé de dónde salía la voz, el miedo era infinito y mis ganas de llorar más.

-¿Es una broma cierto?- paro en seco pero sentí como su mano me iba acariciando de mi mejilla lentamente pasando hacia mi cuello como si fuera de vidrio.-Tantos años que tarde en encontrar a la famosa Mariana... Y ya lo hice.- su voz era fuerte. Sentía que la conocía pero no sabía de dónde. Mis sentidos no funcionaban en esos momentos y mis ganas de llorar empeoraban.

Empezó a caminar de nuevo quedando frente a mí y se agachó a mi altura obligándome a que lo viera.

-Eres igualita a tu madre...-mis ojos casi explotan al escuchar esas palabras salir de su boca. Hace menos de veinticuatro horas me enteré que mi supuesta madre no lo era, que había sido adoptada y arrebatada de los brazos de una familia inocente.

-No me parezco a Samantha en absoluto...- sentí como una lagrima salía del costado de mi ojo izquierdo, me dolía decirlo así pero era cierto. No había ninguna posibilidad de que mi supuesta madre se pareciera a mi.

-¿Y quién dijo que hablaba de tu madre adoptiva?- dijo con un tono de burla. Yo solamente tragué saliva nerviosa. ¿Este hombre conocía a mi madre biológica? ¿De dónde? ¿Cómo sabe que soy adoptada?- No es difícil saber lo que piensas con tan solo ver tu cara...- me acarició la barbilla pero me quite bruscamente de su toque.- Sí. Conozco a tu madre biológica más de lo que te imaginas.- se paro y empezó a caminar de nuevo alrededor de mí hasta llegar a unos centímetros de mi oído. Aunque no lo pudiera ver lo sentía.- ¿Quién crees que fue el que te arrebató de sus sensibles manos?- mi mente y mis sentidos cobraron vida al escuchar esas palabras y me moví con brusquedad en la silla ahora muy enojada. El hombre empezó a reír a pulmón abierto como si yo fuera un chiste.

-¡ERES UN CERDO!- le grite aún tratando de salir de las cadenas.-¡TE IRÁS AL INFIERNO MALDITO DESGRACIADO!-

-Sh Sh Sh Sh.- dijo acercándose a mí y deteniéndome para que me quedara quieta.- Mariana que malos modales... ¿Es así como le hablas a tu querido padre?- mi mente y mis sentidos se apagaron de nuevo haciéndome quedar en shock. ¡Este cerdo no puede ser mi padre! ¡Fue la misma persona que me separo de mi verdadera familia y ahora es la que me está separando de todo lo demás!