Capítulo 1

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Todavía recuerdo la primera vez que la vi. Corría agachada por delante del escenario: llegaba tarde. Los primeros compases del concierto para violín de Sibelius ya habían empezado a sonar. Se había creado esa atmósfera mágica con la que empezaba el concierto, aquellas notas sencillas que me transportaban a un bosque lleno de hadas, duendes y otros seres mitológicos. Yo estaba sentada arriba en las gradas, pero ella resaltaba con su pelo teñido de un morado brillante. La seguí con la mirada mientras se sentaba en una de las primeras filas e intercambiaba unas palabras con la mujer sentada a su lado, que supuse sería su madre. A los pocos minutos ya me había olvidado de ella, y me dejé llevar por las series de rápidas escalas y arpegios que sonaban en aquel momento. Al finalizar la obra, y con ella la primera parte del concierto, me dirigí a los servicios, todavía ligeramente hipnotizada por la música que había escuchado, repitiendo fragmentos en mi cabeza. Y allí estaba, esperando en la cola para el baño. Una gran melena morada sujetada por un cuerpo alto y de piel morena, en un vestido negro de tirantes. No me di cuenta de la fijeza con la que la observaba hasta que se dio la vuelta y me miró con una mueca en la cara. Avergonzada, murmuré una disculpa y di media vuelta para regresar a mi asiento. No volví a verla en años.

Recuerdo que intenté dibujarla, pero me fue imposible. De todas formas, nunca fui una gran dibujante. Por aquella época yo tenía 16 años y me estaba descubriendo a mí misma; todavía lo estoy. Vestía al estilo hippie y soñaba con dedicarme a la música.

Nos volvimos a encontrar 6 años más tarde, en la graduación de la universidad. Todos los que acabábamos el grado de magisterio estábamos allí, y éramos más de los que nunca había visto. Al finalizar, unos amigos, mi novia y yo fuimos a una fiesta que organizaba un conocido de la facultad de derecho. Esos años me habían cambiado, y ahora era una persona completamente diferente, aunque ni para bien ni para mal. Solía vestir de colores oscuros y tenía parte del pelo teñido de azul oscuro, por lo que destacaba bastante entre mis compañeros. En el conservatorio me integraba mejor, estaba con gente que me comprendía y a quien comprendía. Unas enormes ojeras me acompañaban allá a donde fuese, ya que, además de compaginar las dos carreras, sacaba tiempo para salir a menudo y saltar de flor en flor, con una novia distinta cada mes. Pero yo era feliz, ¿sabes? Era feliz hasta que ella invadió mi vida.





Es la primera vez que escribo una historia como esta, de verdad que me harías un gran favor si en los comentarios me dijerais qué os parece. ¡Muchas gracias por leerla!

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⏰ Última actualización: Jul 26, 2016 ⏰

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