Capítulo 22.

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W. Axl Rose.

  Las olas de placer que llegaban a mi cuerpo era increíbles que no pude evitar el jadeo involuntario que emití, completamente excitado, sintiendo como el clímax estaba a punto de llegar al desenlace. Tomé todo su cabello con una sola mano en forma de una coleta, que por cierto, estaba recogido con un perfecto moño de listón azul, exactamente del mismo tono azul del que era su traje de porrista y uno de sus dos pompones puesto que el otro era de color blanco, al igual que algunos detalles de su uniforme.

  Miré hacia abajo, observando cómo se tocaba a ella misma moviendo su clítoris de un lado a otro mientras me chupaba. Estaba a punto de correrme en su boca de ver tal escena frente a mí. A ella disfrutando y gozando de nosotros dos.

  Se colocó de pie y se acercó a uno de los sofás de mi sala. Se colocó de rodillas, con las piernas abiertas. Apoyó su abdomen en el respaldo del y levantó toda su falda para poder dejarme ver esa pequeña parte de ella, tierna, rosada, apostaba lo que fuera que suave...

—Hazlo, por favor. Entra en mí. —informó, meneando sus caderas ansiosamente.

  Gruñí excitado, me acerqué al sofá y pasé mi lengua por todos los lugares que pude. Succioné ese clítoris mientras ella gemía y de nuevo aquella sensación de que iba a correrme, pero debería de ser imposible. No estaba tocándome, yo esta tocándola a ella y yo era el que parecía un precoz a punto de terminar.

  Jamás me había sucedido algo igual. Aparentemente fue algo tan bueno que aunque lo olvidé, debió ser distinto como para que no quisiera sacarla nunca de mi cabeza.

  Tomando la base de mi miembro, froté mi punta contra su entrada y descendí hasta el fondo de ella. Dejó salir un gemido de satisfacción, mientras yo jadeaba, gruñía, gemía, de todo. Tomé ambas caderas de ella y choqué contra ella. Mi movimiento de caderas era rápido, y ahora, estaba a punto de venirme a pesar de que apenas había logrado entrar. Quería más, era todo lo que sabía, que quería más tiempo para nosotros. Entonces lo hice, me corrí tan fuerte, y lo peor, en su apretado interior de adolescente y ahora todo se volvía repentinamente oscuro.

  Había una serpiente enroscada en mi mano y yo tocaba aquél piano que había significado tanto para mí antes, pero me deshice de él arrojandolo desde lo alto y por eso no existía más en mi vida. Ver el maldito piano me hizo querer llorar, una maldita vez más, pero la serpiente en mi mano me mordió y la sangre comenzó a pegarse entre las teclas, quitándome la oportunidad de tocarlo, aunque fuera, una maldita última vez. Así que, enojado, me quité al animal de encima, que conforme lo arrastraba se volvía más violento. No obstante, se iba haciendo más y más grande y el olor del ambiente se volvía miserable, poco soportable. Hasta que me logré arrancar a esa maldita serpiente noté cómo mis venas se habían oscurecido e inflamado. Su veneno iba a matarme y aunque no tenía idea ahora de qué demonios era aquel animal o de donde provenía, cuando todo se volvió fuego, tuve la impresión de que aquel lugar era más bien el infierno y escuché a Stephen Bailey llamarme.

  Entonces, gracias al cielo, me desperté.

—Axl. —musitaron cerca de mi oído. Molesto, gruñí una maldición para que me dejaran en paz, pero en definitiva, estaba despierto ahora. —Axl, despierta. —escuché una voz que me resultó terriblemente molesta e irritante.

—Joder, _____. Basta. —fue lo primero que dije cuándo me obligué a abrir los ojos. El sol retumbó contra mi somnolienta mirada y tuve que volver a cerrar los ojos para no quedarme ciego. Molesto, examiné que me encontraba en el cuarto de huéspedes, y era con Stephanie. Había estado soñando. Vaya mierda de sueño.

A rapist stepfather. |#1| Axl Rose.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora