Por abandonar el Uber-Taxi

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El taxi avanza por las inseguras calles de Santiago

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El taxi avanza por las inseguras calles de Santiago. Con la complicidad de la noche miles de jóvenes, -potenciales delincuentes-, deambulan en la más absoluta inmunidad, impunidad; y no me refiero a la delincuencia como lo hacen los diarios, un borracho manejando también lo es, un potencial consumidor, hasta beber en la calle es delito y a pesar de todas las restricciones las cosas siguen peor. Me pregunto si alguno de ellos tendrá familia. Le pregunto al chofer cuántas veces lo han asaltado.

- Ya perdí la cuenta.

Le pregunto si conoce algún lugar de moda dónde pueda conocer a alguien. Él me mira con una sonrisa cómplice y me dice que me va a llevar a un lugar que jamás voy a olvidar. Es más, promete acompañarme.

De pronto el auto se detiene frente a un lugar de dudosa reputación. ¿Por qué seré tan ingenuo, o tan tolerante, o tan humano? Era obvio que un taxista no me iba a llevar a un lugar decente dónde conocer a la futura madre de mis hijos. ¿O sí? Los dos entramos al lugar, descendemos por una escalera como si lo estuviéramos haciendo hacia el infierno, está caluroso, lleno de humo y oscuro. La poca luz, más que incitar a la reflexión invita al pecado. Nos sentamos en una mesa y una linda niña, vestida con ropa de plástico y muy escotada, con zapatos de punta, al menos eso, se nos acerca. Ella lo saluda por su nombre.

- ¿Cómo está, Julio...?

- ¿Se conocen?

Les pregunté mirándolos a los dos. Y fue ella, con una sonrisa en su cara, la que respondió:

- Lo conozco mejor que su esposa.

Si él tiene familia, ¡qué hace trabajando de noche! Bueno, el esposo de Claudia, mi ex, también está casado y trabaja de noche. Entonces la noche no es sólo para los que somos infelices. Ya, para Julio y para alguna gente la felicidad no está en la familia, eso está claro. Entonces, ¿qué tengo que hacer? Me puedo ir, pero de nuevo voy a salir arrancando y no enfrentar lo que me pasa. Ella quería saber sobre mis gustos:

- ¿Cómo te gustan las mujeres?

- No sé, nunca me había preguntado eso, supongo que sea bonita.

Llega una niña, que ha sido invitada por la amiga de Julio, el taxista. Sí, es bonita, su ropa ajustada deja entrever una esbelta figura, pero no me gusta, es demasiado "ancha" para mi gusto. Este lugar no es para mí, debo ser menos humano y más clasista. Para ellos, todos los que están aquí, ésta es su forma de felicidad, no la mía. Yo no quiero esto. Invito a mi nueva amiga un trago y le pregunto si es feliz, tal vez ella me pueda dar algún indicio de cómo alcanzarla a pesar de trabajar en un lugar así.

- Tú me puedes hacer feliz.

Y me lo dice con una sonrisa pícara en su cara.

- No creo que la felicidad se pueda conseguir con dinero.

- El dinero no hace la felicidad... pero la financia.

Ya dejé plantada a una mujer que hablaba con frases hechas y no decía lo que realmente pensaba. Y si lo hice una vez lo puedo hacer de nuevo:

- Parece que esto no va a resultar.

- ¿Por qué, no te gusto?

Y se acerca a mí mostrándome su escote.

Le digo que dejé el pecho a los seis meses. Y le miro el trasero ¿Por qué las mujeres están obsesionadas con sus senos? Debe ser porque su conflicto es con ser madres más que con ser esposas. Ella se para y me muestra su cola.

- ¿Y, te gusta?

- Está bien.

- ¿Cuál es el problema entonces, no te gustan las mujeres?

- No todas...

- Tómate dos más de ésos, -apunta el trago, - y te van a gustar todas.

- ¿Y mañana? No quiero pasar toda mi vida ebrio.

- No serías el primero.

Debo deducir de las palabra de mi nueva amiga, que los hombres que no aman a sus esposas tienen que pasar ebrios, ¿ella habrá dado con el verdadero origen del alcoholismo? Le sonrío por primera vez:

- Me gusta tu teoría.

- Ya, no seas tan complicado y vamos a pasar un buen rato.

- No, dejémoslo para otro día, estoy cansado.

- ¿Quieres que te acompañe?

- No es necesario. ¡Suerte!

Es cierto que la felicidad la hacen pequeñas cosas o ratos, pero no tan pequeños. Mañana me sentiría pésimo. Ésta no es mi forma de sentirme vivo, tengo que encontrar la mía.

Llego a mi departamento y le quito el cerrojo a la puerta. Muchas veces en que viví acompañado por otras personas anhelé con ser yo el que le sacara el cerrojo a la puerta. Y lo conseguí. Ahora anhelo encontrar a mi familia... Enciendo la luz y todo está como lo dejé. A pesar de la hora, llamo a un amigo que está casado y le pregunto sin ni siquiera saber cómo está:

- ¿Dónde conociste a tu esposa?

Me responde somnoliento y extrañado:

- En la universidad, ¿por qué?

- Chao, gracias.

Qué importa la hora, estamos hablando de mi felicidad. Llamo a otro y a otro:

- En el chat.

- En el trabajo.

- En una cita a ciegas.

- Me la presentó la esposa de un amigo.

Mirando, a través de mi ventana, el Santiago dominado por la delincuencia, enciendo un cigarro y me pongo a pensar: Ya fui a la universidad, no sé chatear, no tengo trabajo todavía, nunca he tenido una cita a ciegas. Sí, una cita a ciegas, pero con quién... Después de dos horas pensando, leo lo que acabó de escribir. La amiga de la esposa de un amigo. Enciendo mi lap top y me pongo a redactar un "mail" que mandaré a todos mis amigos:

A: todos mis contactos

Asunto: mi felicidad

Hola a todos, ¿cómo están? Les cuento: he decidido buscar la felicidad, ¿por qué? se preguntarán ustedes. Y no es la búsqueda de la felicidad la esencia del ser humano, les respondo yo. ¿Por qué ahora? Se cuestionarán ustedes, porque lo necesito, me digno a contarles yo. Y he decidido buscar la felicidad en lo más simple, pero no por eso menos válido, a saber; el ser amado. Sí, he decido sentar cabeza y buscar una compañera. Como nos soy tan buen amigo como creo que soy, no les escribo para contarles mis planes, si no para pedirles ayuda. Necesito que me presenten mujeres solteras, de preferencia. Tal vez en unos meses lo intentemos con las divorciadas, sin hijos. Y al final, algunas divorciadas con hijos, pero eso sólo si mi plan no resulta.

De ante mano muchas gracias, el que me presente a la mujer de mi vida será mi padrino de bodas. La competencia comenzó.

Saludos, Andrés.

Enviar y esperar. Me recuesto en mi desolada cama, que cada día encuentro más grande y, mientras me trato de quedar dormido empiezo a fantasear con mis citas a ciegas. Tengo un amigo que trabaja en televisión, él me presentará una linda conductora. Tengo una amiga que trabaja en una revista, ella me presentará una linda periodista. Tengo un amigo fotógrafo, él me presentará una linda modelo. Pero también tengo un amigo que es "veterinario". Y tengo otro que trabaja en un siquiátrico... Mejor me duermo.

El Amor en tiempos del "Like"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora