Capítulo VIII.Septiembre 18, Primera Parte.

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Querido diario, hasta hoy a las 9 a.m. Sam se mudó dejándome sola. Me sentí triste pero sé que dos veces a la semana ella vendrá a visitarme y se quedará uno o dos días para no dejarme sola. El día de hoy... ¡ah, vaya! Sucedió... Mejor te lo cuento.

Hoy es domingo y estaba vestida como ya sabes con la blusita blanca solamente. Aseaba mi casa cuando de pronto encontré el pedazo de papel en el que estaba el número de Adrián. Lo grabé en el celular que papá me dejó y vi su foto en whatsapp y se veía muy atractivo, su estado decía "En línea" lo que significaba que estaba disponible y decidí escribirle...

-Hola. -Le mensajee.-

-¿Quién es? -Me responde.-

-Soy la hermana Yamileth, tu vecina.

-¡Hola, hermana! ¿Cómo está? -Me pregunta.-

Estuvimos mensajeando por más de una hora y yo me sentía acelerada además de sentir esa cálida sensación en el pecho. Luego Adrián insistió en hablar del inconveniente del beso que nos habíamos dado además de habernos tocado pues nos sentíamos muy apenados pero no arrepentidos, ¡je, je, je!

Bueno para no cansarte con la historia amigo diario, él me preguntó que si estaba sola a lo que le dije que sí y se aprestó a hacerme compañía un rato a lo que yo acepté.

-¡Diantres! Debí decirle que no. -Renegué en mis adentros.-

Luego me puso un mensaje en el que decía; "voy para allá". Luego me di cuenta que Sam se llevó el pantalón de dormir que usé la última vez por lo que opté por ponerme el short, sostén y calzones bajo mis ropas. Diez minutos después tocaron a la puerta y era el joven, lo invité a pasar y luego a sentarse al sofá donde estuvimos hablando.

-¿Su hermana ya se mudó?

-Sí, Adrián. Hoy se fue a las 9 a.m. La extrañaré aunque prometió visitarme seguido y quedarse.

-Bueno... eso está muy bien, hermana.

Así nos pasamos hasta llegar la tarde seguida de la noche, las 8 p.m. para ser exactos hora en que Adrián decide irse. En eso se vino un torrencial aguacero que impidió que el joven saliera como lo tenía en mente.

-Si lo deseas, puedes esperar a... que pase la lluvia. No quisiera que te mojes y enfermes.

-Gracias hermana Yamileth. -Agradeció el joven.-

Me sentía acelerada, excitada de que él estuviera aquí y también... sé que él lo estaba pues con disimulo vi que su pantaloneta estaba algo abultada en el frente. ¡No debí ver eso pero...! ¡No soy de palo! Y noté que él se sentía apenado.

Pronto paró de llover por lo que Adrián decide irse y lo acompaño a la puerta y sucede lo mismo de la última vez. Nuestras miradas fijas la una contra la otra, esa sensación... sin dejar de mirarnos nos acercamos despacio más y más... hasta juntar nuestros labios y besarnos. Mi respiración estaba agitada junto a mi corazón y él se sentía igual, lo podía sentir sólo que esta vez nuestros cuerpos se juntaron pegándose además de tocarnos el uno al otro, el acariciaba el frente de mi short, tú sabes...

Cuando el beso terminó, él me dijo sin quitarme la mirada:

-¡Hermana Yamileth... yo!

Lo interrumpo poniendo mi dedo en sus labios en señal de que callase y le corrijo;

-Dime Yami.

Pronto cerramos la puerta volviéndonos a besar con desenfreno, me alza lo que aprovecho para rodearlo con mis piernas. Así él me llevó a mi cama donde nos dejamos caer a la vez que entre los dos nos despojábamos de nuestras ropas. Una vez desnudos, Adrián comienza no a besarme, sino a mamarme el cuello para seguir con mis pechos, mi ombligo... y más abajo separando mis piernas... Yo me retorcía del placer mordiendo mi labio a la vez que sonreía y presionaba mis pechos. De repente se colocó sobre mí mientras sentí cómo me penetraba... poco... a poco...

-¡Des... pacio!, despa... cio, Adrián... soy... virgen...

-Ya... no... -Me respondió.-

De repente empezó a hacerme el amor con ese movimiento que me hacía estremecer y la verdad; no dolió tanto como algunos lo exageraban. Adrián besaba o mamaba mi cuello, barbilla y pechos... yo como que quise detenerlo pero era en vano porque no quería que parase, suena contradictorio pero puse mis manos en sus caderas para que terminara.

-¡¡Adrián... basta!! No..., no... sigas... por, favor...

-Tú... deseas que, que... siga porque; tus piernas me rodean... me presionan... para... para... que siga... Yami...

Era cierto, mis piernas lo rodeaban y presionaban en señal de no querer soltarlo por lo que agarré su trasero con mis manos presionándolo con fuerza contra mí. Fue cuando de repente sentí su orgasmo dentro de mí... ya respiraba yo por la boca al sentirlo luego tuve el mío por lo que arañé la espalda del joven y no le dolió.

Dimos así media vuelta quedando yo sentada sobre él y esta vez yo le haría el amor. Ambos nos sentíamos cansado pero muy excitados por lo que seguimos... ya estando sobre él, empecé con ese movimiento de arriaba abajo mientras que doblaba o torcía mis caderas de derecha a izquierda...

Adrián acariciaba mis pechos con sus manos y yo fijé la mirada al cielorraso cerrando mis ojos mientras gemía, suspiraba, me quejaba y jadeaba respirando también por la boca al igual que él. Y de repente sentí de nuevo mi orgasmo sobre él seguido del suyo y es aquí donde caí rendida sobre él quien dejó de penetrarme.

Sonreímos besándonos a la vez que nos envolvíamos entre las cobijas quedando yo con mi cabeza en su pecho sintiéndome mejor, muy bien y al mismo tiempo culpable al ser monja y acostándome con un hombre haciéndolo pecar. ¡Dios, ¿qué hice?!

Desperté a las 8 a.m., la confusión, la culpa y el pecado me atacaban porque perdí mi castidad en una noche. Yo me desperté antes que Adrián razonando todo esto sentada en la cama abrazando mis piernas mientras lloraba en silencio. Él despertó y me quiso hablar al ver mi estado.

-Yami... ¿qué tienes?

-¡¿Qué tengo?! ¡¿Qué hice o hicimos?! Esto no estuvo bien Adrián. No... debimos... ¡ah, diantres! ¡Soy una monja...! Y... esto... -Dije viéndome.-

-No, Yami... yo tuve la... culpa. Debí detenerme antes de... besarla...

-Adrián, ¡esto no estuvo bien! (suspiro), yo...

No dije más y me levanté colocándome la blusita yendo a la mesa quedándome en silencio cabizbaja, Adrián sólo se vistió y se fue a petición mía pues no me sentía nada bien por lo que debía tomar una seria decisión.

Continuará...

Diario De Una Monja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora