CUANDO A LAS COSAS HAY QUE DARLES UN FINAL

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     Hace tiempo que abandoné esta historia y pese a ser incapaz de continuarla odiaba la forma en la que había acabado, porque gracias a ella descubrí que amaba escribir. Dejé a todas las personas que habían estado leyendo y apoyándome desde el otro lado de sus pantallas sin darles una explicación. Pues bien, aquí está esa explicación:

    Cuando empecé a escribir esta historia pasaba por un mal momento durante el cual necesitaba desesperadamente aferrarme a las letras, nunca creí ser capaz de escribir nada hasta que vi votos y comentarios positivos. Luego empecé a necesitar crear mis propios mundos y al hacerlo comprendí que estaba robando los de otra persona con este fanfict. Aunque vuestros comentarios siempre fueron lo único que me hacía seguir adelante llegó el momento en el que no pude escribir más, no pude publicar ningún capítulo que no me dejara satisfecha y ninguno de los que escribía parecía conseguirlo.

     Por esto ahora quiero daros el final que os habéis ganado por llegar hasta aquí.

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     La batalla estaba a punto de comenzar, los ojos de todos los soldados estaban clavados en Mordor. Todos conocían la misión, distraer al Gran Ojo para que Frodo tirara el anillo al fuego, si es que seguía vivo. Géminis intentaba no temblar sobre su montura, estaba en primera línea  y esta vez cabalgaría sola.

      Sintió una mano cerrándose sobre la suya y unos amables ojos azules sonriéndole una vez más, tal vez por última vez. Ella lo miró temerosa.

     -Esto no es una despedida -aseguró él- esto no va a ser un final. No digas nada que suene a despedida -ella lo miró con una triste sonrisa pintada en los labios.

     -¿Algo como que te quiero? -susurró y espoleó su caballo para galopar tras Aragorn hacia las puertas de Mordor.

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    Un estruendo interrumpió la batalla haciendo vibrar el suelo. Los orcos huían hacia las montañas. Frodo lo había conseguido. Géminis saltó a los brazos de Aragorn y observó a los guerreros llorando de alegría,  la guerra había terminado y habían ganado.

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   Los hobbits habían sobrevivido, ahora volverían a la comarca para contar cómo habían salvado al mundo. No pareció una despedida, volverían a encontrarse.

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   Géminis llevó a su familia a Arcus de nuevo pero no se quedó con ellos.

   -No puedo seguir viviendo aquí y me da igual lo que digáis al respecto, me he ganado mi libertad -les dijo con una mirada que no admitía réplica- tendré mi vida y mis aventuras fuera de los límites de este pueblo -se dio la vuelta y comenzó a andar cuando la voz de su madre la detuvo.

   -¿Tu vida? ¿Con un montaraz, un enano, un puñado de hobbits y un elfo?

   -No, formaré mi vida con el nuevo rey de Gondor, un descendiente de Durin I el Inmortal, los habitantes de la Comarca que salvaron el mundo y el príncipe elfo del que estoy enamorada -sentenció y abandonó esas tierras.

   -Déjame ir contigo -rogó su hermano pero ella negó con la cabeza.

   -Tú no estás hecho para una vida como esta -le dijo con una triste sonrisa- pero vendré a visitarte una vez al año.

   Géminis nunca dejó de cumplir su promesa, una vez al año, el día del cumpleaños de su hermano ella cabalgaba hasta allí y le contaba sus aventuras. Nunca había contado con que sus aptitudes mágicas le otorgarán una longevidad extraordinaria pero la realidad era que mientras ella solo creció hasta los veinte años su hermano menor seguía envejeciendo a la velocidad normal. Ella lo acompañó en su vida hasta que consideró que él no la necesitaría más. La última vez que lo vio le narró sus aventuras de aquel año hasta que se quedó dormido como cuando era un niño, besó su frente, ahora surcada de arrugas, como lo había hecho la primera vez que había abandonado su hogar y salió de Arcus, esta vez para no volver jamás. 

    Subió al caballo de su acompañante y lo abrazó con fuerza desde atrás contemplando en su mano, el brillo pateado de el anillo élfico que este acababa de regalarle. Recordó al elfo en aquella colina iluminada por las luces doradas de Rivendel y a sí misma respondiendo a la petición con un beso apasionado. Tal vez ese final fuera un nuevo comienzo.

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    Tras el reinado de Sauron una leyenda se extendió por la Tierra Media, la leyenda de una hechicera y un elfo que viajaban protagonizando nuevas historias durante muchos siglos, salvando reinos y protegiendo inocentes. Nadie sabe cuales de estas historias son ciertas, ni siquiera si estos héroes existen realmente pero tanto en los minas de Moria como en muchas de las grandes fortalezas de Gondor las figuras de estos dos personajes están grabadas en muchas de las paredes junto a las de el resto de miembros de la Compañía.

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No sé si alguien leerá esta, no os reprocharía que hubierais abandonado la historia como la abandoné yo. En cualquier caso quiero que sepáis cuanto me habéis ayudado. No sé si seré buena escritora pero sí sé que no podría haber tenido mejores lectores. Por último quería pediros que si habéis llegado hasta aquí comentéis "sigo aquí" y que me digáis todo lo que queráis (me merezco las broncas por haber esperado tanto).

   Por última vez (por lo menos en esta historia) gracias por leer.

   De verdad, gracias.

Géminis, un nuevo comienzo- fanfictDonde viven las historias. Descúbrelo ahora