Estrés

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Los personajes de HQ no me pertenecen, son solo usados por diversión.


Hola!!!

Llevaba mucho pensando en si publicaba o no estas pequeñas historias, pero finalmente me decidí a que sí.

Espero les agraden!!

(Los capítulos pueden o no ser independientes entre sí, pero les hare saber cuándo sean y cuando no )

Nos leemos

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Había muchos que decían conocerlo, que creía sabía cómo se comportaba o como actuaba frente a distintas situación, de alguna forma asumían que las actitudes de Kei Tsukishima no eran solo predecibles, si no que eran realmente comunes, aunque eso no eran más que especulaciones.

Una pequeña sonrisa burlesca se formó en su labio, mientras quitaba los restos de vomito que había quedado en su rosto, cuantas veces había dejado salir un simple patético mirando a otro siendo él mismo quien más encajaba en la definición.

Una nueva nausea lo obligó a inclinarse sobre el escusado, dejando salir lo que suponía era el resto de todo el café que había tomado esa noche, sus manos comenzaron a temblar por el esfuerzo, mientras la palidez de su rostro aumentaba.

Cuando alrededor de media hora más tarde todo el malestar amaino, opto por ponerse de pie, aún tenía fuerza en las piernas, aunque el asco que le subía por la garganta podrían devolverlo al suelo de forma brusca.

Llegó a su cuarto, mirando el desastre que tenía, con suerte sabía que el suelo se encontraba bajo su desorden.

Tomó su mochila y observó la nevera, debía comer algo, aunque fuera una fruta o tomar un vaso de agua, para evitar deshidratarse, pero en el fondo eso realmente inútil, terminaría por vomitar en alguno de los baño de la facultad.

Tsukishima Kei era una persona fuerte, no podía llamarse enérgico, ni mucho menos, era sereno y hasta solía parecer imperturbable, en la cancha era hábil como pocos, había comenzado a comprender la pasión que le generaba estar en la cancha, el desafío frente a sus compañeros e incluso había logrado sacar a flote el "talento innato" que corría por sus venas, pero eso no solo había terminado por aumentar un mal que el rubio trataba de mantener controlado dentro de sus posibilidades.

Sus compañeros lo vieron entrar al salón de forma pausada, tan sereno como solía ser cada día, esa mirada fría y despectiva, que incluso aparecía en su rostro cuando cierto estudiante de derecho lo esperaba, era un secreto a voces, pero gran parte de los compañeros de ambos estaban claro que los dos altos y esculturales voleibolistas llevaban una larga relación, las chicas eran la que más atención le prestaban al megane, por la pérdida que era saber que ese hombre durmiera dentro de los brazos de otro.

El antiguo capitán de Nekoma era un muchacho insistente, y para Kei esa insistencia había terminado por convencerlo que debían ser novios, incluso esa insistencia era la que había obligado al rubio a mantener más en control su problema, no podía permitir que una persona como Kuroo terminara por estar más encima de él, de lo que ya estaba.

Ese era su última evaluación, llevaba semanas estudiando para ella, incluso había tenido un par de discusiones con su pareja, por todo el tema y a pesar de Kuroo estaba igual de saturado con exámenes y evaluaciones, Tsukishima lo que menos deseaba era terminar teniendo una pelea peor con el moreno.

Terminó el examen cuando nuevas nauseas lo embargaron, su cuerpo estaba cada vez más tenso, dejó la sala de forma estoica, aunque estaba seguro que la palidez de su piel era demasiada en ese minuto.

Pudo sentir su vista tornarse borrosa,  el sudor frío le corría por la espalda, solo le faltaba una calle para llegar a casa, apuro el paso, agradecía que el departamento que rentaba quedara tan cerca de la universidad.

Entró corriendo al baño, sin notar el suave olor proveniente de la cocina, ni como su cama había sido ordenada, las arcadas estaban siendo más fuertes que las de la mañana, sus piernas perdieron fuerza, sus rodillas terminaron por estrellarse contra el suelo del baño.

Se sentía cansado, peor que antes, no había tomado ni un poco de agua, trató de ponerse de pie, pero ya no tenía fuerzas para moverse, cerró los ojos sintiendo como perdía la conciencia cuando unos brazos rodearon su cintura.

—Kei, ven sostente, vamos. — Kuroo tomó su cuerpo, y lo llevó a la cama, Tsukishima no tenía fuerzas para reclamar, simplemente se sentía débil y el cuerpo de Kuroo desprendía una calor realmente agradable y tranquilizador.

—Tetsuro...—Kei abrió los ojos, notando como la luz estaba encendida y podía verse la luna a través de la ventana. — ¿me desmaye?

—Sí, después de vomitar perdiste el conocimiento, me preocupe bastante, sabía que habías bajado de peso, pero realmente no me esperaba verte tan mal.

—No es para tanto. — el rubio quiso levantarse, notando por primera vez que estaba metido entre las brazadas y que traía ropa mucho más cómoda

— ¿Vas a seguir mintiéndome? —Por primera vez en mucho tiempo Tsukishima pudo reconocer en la voz de su novio un tono de preocupación. —Bueno, si aún no estás listo para hablar de esto y para que le busquemos una solución tendremos que esperar, no quiero obligarte ahora que sigues débil, iré por la comida.

Kuroo no lo dejó decir nada, antes de alejarse con dirección a la cocina, en el fondo Kei tampoco lo deseaba, llevaba años escondiendo como su cuerpo solía comportarse, años tratando de controlar sus nervios y el estrés que le generaba todas esas expectativas que solían poner sobre sus hombro, no era minuto para derrumbarse.

Kuroo traía una bandeja con comida, Kei sintió las manos del mayor, eran tan cálidas, miró de cerca el rostro de su pareja, preguntándose ¿qué me gusta de Kuroo Tetsuro?

Su cabello era tan negro, sus ojos no eran diferentes, sus manos eran grandes, pero no mucho más que las de cualquier otro chico, era un buen estudiante, de buenas calificaciones, un poco idiota a veces, pero nada que no fuera realmente normal o aceptable según Tsukishima.

Miró la comida, notando por primera que ese platillo se repetía varias veces, siempre que pasaban sus periodos de exámenes, incluso cuando había ido por los resultados de ingreso y Kuroo lo había invitado a comer a modo de celebración, la comida era la misma, algo que su estómago en ese minuto era capaz de soportar.

Kei levantó la vista, encontrándose con los ojos de su pareja, Kuroo siempre lo había sabido, lo conocía lo suficiente, había aprendido a leerlo, a entenderlo mucho más que por las palabras, que por los gestos, Kuroo conocía sus más íntimos secretos, pero le estaba dando su tiempo para que él se los contara.

—Tss, que patético. — agregó el rubio antes de bajar el rostro tratando de ocultar el sonrojo de sus mejillas, podía jurar que Kuroo era capaz de escuchar los latidos de su corazón, realmente no se había dado cuenta antes de todo lo que el felino había provocado en su vida.

La verdad es Tsukishima Kei nunca podría controlar lo que Kuroo le provocaba, el moreno simplemente llegó a poner su mundo de cabeza, simplemente había llegado para conocerlo por completo, Tetsuro había roto sus barreras, pero quizá por primera vez Kei se preguntó qué tan malo sería compartir esos secretos no tan secretos.

Essendo coppieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora