10 de agosto de 1997.
Cada persona sobrevive de manera diferente. Yo he conseguido seguir existiendo y eso parece ser ganancia. Me siento estúpida y muy arrepentida, no de haberme dado la oportunidad de cenar con alguien, sólo de hacerlo con la persona equivocada. Chace se fue a la mitad de la cena al baño y para mi sorpresa, jamás volvió. Tuve que hablarle a Charlotte para que me prestara dinero, pues "la especialidad" de aquella noche resulto más cara de lo que esperaba.
Fue a buscarme junto a mi mamá y me informó que sus padres volvían al día siguiente. Su madre estaba mejor según lo que le dijo su padre. Hablamos de cualquier cosa, traté de ser fuerte, pero de algo estaba convencida, no volvería a ir a cenar con Chace en mi vida. En el trabajo ignoré con sutileza en varias ocasiones a Rosalinda y a Jesús con sus preguntas, pero hoy sólo no fue el mejor día.
—Susan, ¿qué ha pasado? Desde la cena, el tal Chace no ha vuelto a pararse por aquí y tú aunque no lo quieras aceptar luces triste todo el tiempo. —la voz de Jesús me sacó de mi ensimismamiento.
Estaba en la cocina, ya no había pedidos por el momento.
—No es nada Jesús. —cuando me disponía a salir de la cocina, la puerta se abrió dejándome ver a Rosalinda con una gran sonrisa en el rostro.
— ¿A qué no adivinas quién está afuera con un gran ramo de girasoles? —dijo con una risita.
Llevé una de mis manos a mi cara y solté un suspiró cargado de pesadez. Sin quererlo mis lágrimas ya estaban corriendo por mi cara, por lo que con mayor razón no quise apartar la mano de mi rostro. Sentí los brazos regordetes de Rosa cubrirme por completo y unas leves palmadas en la espalda de Jesús.
—Oh cariño, todo estará bien y... —empezó Rosa antes de ser interrumpida.
—Les pago para atender mi restaurante, no para que interpreten una mala novela en mí cocina. —la señora Johnson nos hizo saltar del susto. Nos dio una última mirada despectiva desde la pequeña ventana que estaba en la cocina antes de marcharse.
Nos quedamos en silencio hasta que vi a Chace acercarse a la ventana, en efecto con un gran ramo de girasoles y aquello fue lo peor, porque eran mis flores favoritas. Más lágrimas caían de mis ojos, pero ya no cubría mi cara. La campana de la puerta se escuchó por lo que Rosalinda salió de la cocina luego de dedicarme una sonrisa.
Chace entró a la cocina. Me miró durante unos segundos. La puerta se volvió a escuchar, Rosa entró para sacar de ahí a Jesús quien soltó unos breves quejidos y entonces, estuvimos solos por completo cuando entró.
—Susan, yo... quiero explicarte lo que sucedió aquella noche.
— ¿Luego de diez días? —dije lo más tranquila que pude.
Asintió con suavidad y me tendió el ramo de girasoles. Lo tomé con cautela y vi una sonrisa dibujada en su rostro. No puedo describir con exactitud lo que sentí cuando estaba ahí frente a él, pero sé que parecía la escena de una mala novela de amor.
—Mi madre llamó y...
—No quiero escucharte. —susurré.
— ¿Qué? —dijo con sorpresa mientras tragaba con fuerza.
—Vete Chace.
—Susan, no me estás dejando hablar...
Antes de que siguiera salí de la cocina. Rosalinda y Jesús me miraban sorprendidos, por el lugar dónde estaban supe que habían visto y escuchado todo desde la ventana.
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Encontrando a Susan.
Storie d'amore¿Cómo hallar algo que jamás se perdió? Chace Brown tendrá que romper esta ley lógica para poder hallar a su amada esposa Susan Stone, quien tras sufrir alzheimer hereditario por parte de su madre a sus cortos 40 años de edad ha empezado a perder la...