Capítulo 01

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Esta historia pertenece a
angelmatsson . Le agradezco por dejarme subir su historia. Que la disfruten

Mi nombre es Benjamín y en ese momento tenía 17 años recién cumplidos.
Acababa de terminar el colegio, y decidí tomarme un año sabático antes de entrar a la universidad.
Las vacaciones recién comenzaban y me disponía a armar mis planes veraniegos con mis amigo, pero una persona frustró mis planes.
Agustín, mi hermano de 14 años, había planificado un viaje con cuatro de sus amigos de infancia a una cabaña en un lago cercano.
Se quedarían por dos semanas, pero no irían a menos que alguien mayor los acompañara.
Para mi desgracia, ese "alguien mayor" era yo.

Al principió no acepté, encontraba injusto que frustraran mis planes, pero me convencieron con la paga que recibiría por cada niño y terminé aceptando. Conocía a todos sus amigos, ya que desde pequeños que están juntos y los vi crecer junto con mi hermano.
Las edades variaban entre los 14 y 15 años, lo que hacía mi trabajo un poco más difícil, pero creía que podría controlarlos ya que, por suerte, no eran demasiado problemáticos y nos llevábamos relativamente bien.

Estaba Pablo de 15, era el típico niño rata que vivía pegado a la computadora. Era el más alto del grupo, su cabello era negro y piel blanca, con unos redondos ojos cafés y una tierna sonrisa.

Luego estaba Eduardo que también tenía 15, el era el más serio y maduro del grupo, tenía un lindo cuerpo, cabello castaño oscuro, piel canela y ojos de color café claro, y con una encantadora sonrisa de labios rojos.

También estaba James de 14 años. Era más o menos alto (me llegaba un poco más debajo de la oreja, yo mido 1.80), cabello pelirrojo, su piel era de un color blanco lechoso y con unas tiernas pecas a nivel de los pómulos; sus ojos eran de color verde oscuros y era el típico chico guapo que sabe que lo es y que se pavonea por la vida.
Y por ultimo estaba Erick de 15 años, trigueño y muy risueño. Erick era el que más simpatizaba por ser simpático y extrovertido.
Además de que lo encontraba muy guapo con sus ojitos de color avellana y cabello rizado.

Todos ellos serían los chicos que tendría que vigilar durante dos semanas, y también mi hermano Agustín.
Él era también un chico extrovertido y molesto. No se callaba nunca y a veces me daban ganas de que se le acalambrara la boca para dejarme descansar con tranquilidad.
Aun así, nos llevábamos muy bien y nos queríamos bastante.
Pero en ese momento tenía sentimientos encontrados ya que yo hubiese querido irme con mis amigos en vez de cuidar a los de él.

El lunes llegaron todos a las 7 de la mañana.
Tanto Erick como James, lucían tremendamente sexis con sus expresiones de sueño, debido a lo temprano que era.
El padre de Eduardo nos iba a ir dejar a la cabaña y luego se devolvería.
Toda la semana estaría solo con los chicos, hasta que llegaran nuestros padres el sábado.
Cuando llegamos, ordenamos las cosas y guardamos la comida.
Luego de tomar desayuno, la manada de chicos salió disparada hacia la playa y yo salí tras ellos.

Me senté en la arena y los vi jugar futbol a la orilla del lago.
No aguantaron mucho tiempo, y pronto ya todos estábamos nadando y disfrutando del día.
Luego de un rato, me salí y me dirigí a la cabaña para calentar la comida y una vez listo, procedí a ir a buscarlos.
Desde la arena les grité hasta que uno por uno fueron desfilando en dirección a sus toallas.
Me deleité viendo los cuerpos de Erick, James y Eduardo, y sobretodo el de James, quien tenía las mejores nalgas (aunque había otro que le seguía muy de cerca).
Entre ruido y risas, comimos y luego comenzamos a gestionar como nos ordenaríamos para dormir.

La cabaña tenía solo 2 habitaciones: una con dos camas de 1 plaza y media, y otra con una matrimonial.
Al final decidieron que sacarían los dos colchones de plaza y media, y los juntarían en el living frente a la TV, y así dormir todos juntos. Yo, por mi parte, usaría la cama matrimonial.
Una vez zanjado el tema, volvimos al lago.
A eso de las 2 de la tarde, decidimos ir a recorrer el pueblo que estaba cerca de ahí.
Jugamos con las maquinas, comimos churros y helados, y llegamos a la cabaña casi a las 8 de la noche, completamente muertos de calor.
Prendimos una fogata en la arena y comenzamos a conversar de la vida.
El ambiente era muy tranquilo, debido a que la temporada de verano aun no se abría oficialmente y la playa estaba casi vacía.
No nos dimos cuenta que las estrellas nos rodeaban y que el sol ya no estaba.
Pero aun así, el calor era terrible.

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