Miranda

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Es una historia corta y sin segundas partes pero espero que comenten y voten si les gusta o alguna crítica constructiva :)

Estaba harta de todo y sólo quería morir, pero entonces, le conocí. A partir de ahí todo cambió para mí.

Me encontraba en un profundo, oscuro y sucio agujero, él fue mi luz, mi guía, me trajo de nuevo a la vida. Le estaré eternamente agradecida. Él me salvó de mí misma, curó mi locura y desesperación con lo único que nadie me había dado antes en toda mi vida: amor.

Era diciembre y estaba pasando las vacaciones de Navidad con mi familia. Nos alojábamos en una cabaña a las afueras de un pequeño pueblo en Canadá, al lado de un precioso bosque nevado. Discutía con mi familia otra vez, sé que no debería decir esto, pero los odio. Me estaban diciendo cosas horribles y sin sentido que no venían a cuento. Ya no aguantaba más, había llegado a mi límite en varios sentidos. El primero de ellos: no podía llorar más, era totalmente imposible. El segundo: no aguantaría ni un insulto, ni una ofensa, ni una palabra desagradable o mal sonante más, ya había soportado demasiado.

Salí de la cabaña pegando un portazo y caminé por el bosque durante horas, no recuerdo cuantas exactamente, sólo que caminaba y caminaba sin rumbo, como una autómata. Pensaba en la muerte, en que sería mucho más fácil rendirse a ella y dejar atrás todo el sufrimiento, cuando le vi.

Él se hallaba apoyado en el tronco de un árbol y me miraba fijamente, parecía divertido con mi situación. Sé que estaréis pensando "él es un vampiro, no te acerques, huye, corre", pero os equivocáis, él es un BAP. "¿Qué es un BAP?" os preguntaréis, pues bien, un BAP es un... Espera, yo en ese momento tampoco sabía lo que era un BAP así que tendréis que esperar a saberlo, os aguantáis. Sigamos.

Se acercó a mí y me tendió su abrigo, en ese momento fui consciente de que estaba congelada y tenía todo el cuerpo entumecido. Lo que más me preocupó fue que ni siquiera me había dado cuenta de ello. Le arrebaté el abrigo de las manos y me lo puse corriendo, tan solo llevaba un fino vestido y una camisa.

̶ ¿Estás perdida? - me preguntó.

̶ No - tampoco me había dado cuenta de que estaba perdida hasta ese momento -. Sí. Bueno, no sé.

̶ ¿Qué clase de respuesta es esa? - preguntó él mirándome con el ceño fruncido.

̶ Estoy perdida, pero tampoco es que quiera encontrar el camino de vuelta.

̶ ¡¿Qué dices?! - dijo él con ojos desorbitados - Perdón por mi reacción, pero es Noche Buena, deberías estar en una estupenda cena familiar - sonreí tristemente.

̶ Debería, ¿verdad? - las lágrimas volvieron a mis ojos, era lo que más deseaba en esos momentos, pero pensar en lo que me esperaba si volvía, hacía que estar perdida y medio congelada en un bosque pareciera lo más acogedor del mundo.

̶ No era mi intención hacerte llorar - le miré a los ojos, en la oscuridad del bosque no pude ver su color, aunque parecían amistosos - ¿No quieres que te ayude a encontrar el camino de vuelta?

̶ No - dije, me sequé las lágrimas y le devolví su abrigo, él no lo aceptó.

̶ Oye si te gusta andar por un bosque congelado en plena noche vestida con eso - dijo señalando mi ropa - no soy quien para impedírtelo, pero te vas a morir de frío.

̶ Ojalá - dije, y lo decía de verdad, cuando empezase a congelarme dejaría de sentir y moriría sin darme cuenta. Él me miro con los ojos muy abiertos, sorprendido por mi respuesta. A continuación me puso el abrigo y me cogió por los hombros, agachándose para que sus ojos quedaran a la misma altura que los míos.

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