Capítulo 10: paz interrumpida

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Ya había pasado un tiempo, las cosas iban a mejor y el día a día era cada vez más cotidiano, acostumbrándose a la paz, las personas se debilitan pero una tormenta se acerca.
En el futuro
El cielo es gris, el día parece oscuro como si el alma fuese arrancada del cuerpo a un mundo de perdición y muerte, no hay ni un destello de luz clara en la lejanía, es como si se fuera a desatar una lluvia que duraría una eternidad, una lluvia de sangre sin embargo no caía ni una sola gota, entre los escombros de un edificio cercano a la escuela saint se encontraba ángel sentado en la cima con una mano ensangrentada a sus pies estaban dos cadáveres de monstruos, humanos que habían sido transformados en marionetas sin mente propia, alterados para volverse descendientes, esta situación haba empezado desde hace poco, pedro que lucía dos largos cuernos en su nuca y una altura mayor a la que ya tenía, con piernas de un minotauro, llegaba cargando a uno que todavía se retorcía para luchar, pero su cuerpo era demasiado resistente como para que unos simples golpes le dañaran -no es lógico que pase esto, ¿Por qué nos atacan?- luego de decir eso lanzo al chico transformado en monstruo hacia Ángel el cual lo atravesó con una de sus alas, después de lanzarlo con desprecio hacia una pila de cadáveres- algo los transformo como las marionetas de aquel payaso, eran personas normales- reflexionaba Ángel -tal vez sea culpa de ese demente, King ¿recuerdas lo mal que estaba la última vez que lo vimos? O incluso puede que miguel haya hecho un trato él está igual o peor que ellos- sentencio para luego quedar en silencio durante un tiempo a lo que pedro respondió -tal vez sea un demente, pero es nuestro amigo y un descendiente con bastante poder- agotado por la reciente pelea contra los míticos convertidos en marionetas pedro se sienta en espera de la siguiente oleada de combata, casi aceptando que esta lucha será interminable, pero no es así, se desata una tenue brisa que si bien no es lluvia por lo menos es incesante, como si fuera un presagio de mala muerte, entre aquella brisa se dibuja una silueta, un hombre alto que caminaba lentamente sosteniendo un Aston y en su cabeza una corona, solo se lograban apreciar estos detalles debido a lo lejos que se encontraba, pero con una voz oscura y aberrante grita: ¡ataquen! Para después observar a decenas de figuras en un movimiento frenético directo a ellos.
-eso no es bueno, larguémonos de aquí- así fue como Ángel y pedro emprendieron una rápida retirada hacia el colegio saint, ambos eran fuertes pero sabían que enfrentarse a un ejército de descendientes era una forma estúpida de suicidio, si todo el grupo estuviera junto, tendrían una oportunidad, pero tanto miguel como Alexis estuvieran luchando con sus respectivos enemigos la formación no estaría completa, y su chance de ganar se vería seriamente afectado, al traspasar las grandes puertas del colegio un par de descendientes especializados en el sigilo salieron, eran Gerardo y Elsy que si bien no se conocían muy bien la situación ameritaba el trabajo en equipo, las cosas no se veían bien, Gerardo preparaba sus pistolas para cubrir a Elsy mientras avanzaban, segado por la ira lo único en que podía pensar era en su venganza, aunque eso le costara la vida, la descendiente de afrodita era la encargada de encontrar al amo de aquellas criaturas, y Gerardo era su guarda espaldas, si eran vistos tan solo por uno, todos los demás sabrían de su posición apenas lograban verse algunos antes de caer muertos con agujeros de bala en su cabeza -deberíamos estar peleando contra las marionetas, no escondidos esperando que nos encuentren- discutía Gerardo con Elsy -debemos avisar a los otros que están dentro de la escuela- replicaba Elsy a la iracunda opción de Gerardo que veía una foto de Mari en su celular -este es un escenario paralelo ¿no?, eso quiere decir que lo único que puede morir aquí somos nosotros- con odio en la mirada comentaba Gerardo, Elsy sabía que iba a hacer una tontería, no necesitaba conocerlo para reconocer esa mirada -esa es la idea de la marca en nuestras manos- Gerardo deja caer el celular en el suelo -al menos hagamos que valga la pena esta vida maldita- justo cuando iba a salir del callejón donde se encontraban Elsy lo detiene y lo retiene con una enredadera contra la pared para inmovilizarlo, a lo que responde destrozando la planta con un solo disparo -el suicidio no es la mejor opción- dice Elsy tratando de tranquilizar a Gerardo -lo sé, es solo que ya no aguanto esta pelea, no creí que la fuera a perder, ella no tenía nada que ver, solo esperemos que esos cuatro lleguen pronto- cae abatido, la batalla consume poco a poco a amigos y familiares, aliados que caen en batalla, no es algo que un chico de 17 deba sufrir, no es algo que nadie deba sufrir, pero es el resultado de tener estas habilidades, una guerra que nadie pidió pero que se libra para sobrevivir.

Guerra de dioses: el dios que se sienta a mi lado y la chica suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora