Capítulo 1:

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ELENA:

"Unos años antes"

-No me obligues a hacerlo...-Oigo unos sollozos desde mi habitación. Es mi madre.

Dejo de jugar con mis muñecas de trapo y salgo de mi cuarto corriendo para terminar escondiéndome tras una pared y así escuchar mejor la conversación entre mis padres.

-No tenemos mas opción querida... Debemos hacerlo.- Dice en un tono conciliador.

-Es nuestra única hija, ¿Cómo puedes pensar tan siquiera en eso? ¿CÓMO SE TE OCURRE?- Responde gritando y golpeando el pecho de mi padre entre sollozos, como su la estuvieran arrancando el alma.

-¿CÓMO PRETENDES PAGAR LAS DEUDAS? ¿CON QUÉ DINERO?.- Alza la voz lo que provoca que yo me encoja tras la pared.- Además, todavía eres fértil Johanne, los dioses nos ayudarán a que tengas un varón sano y fuerte.

-Si es por dinero, puedo tejer durante más tiempo.- Replica mi madre.

-Johanne eso no nos servirá de nada ¿quién se encargará entonces de la casa si tu le dedicas mas tiempo a tejer? A parte querida, todo está listo ya. Hamond, nos hará el favor de venir a por ella esta misma noche, tenemos mucha suerte de que venga en su busca.

-¡NO!- Grita mi madre y acto seguido le da una bofetada a mi padre, el cual intenta abrazarla, pero esta se resiste forcejeando con él, aunque después de unos instantes termina sobre el suelo, arrodillada, llorando.

Yo salgo corriendo a mi habitación presa del pánico. Mi padre quiere venderme a un mercader de esclavos. Y encima mi madre lo iba a consentir.

Durante todo ese día estuve intentando pensar en un plan para huir hacia la ciudad y allí vivir mendigando, pero justo antes de que pudiera poner un pie fuera de mi ventana, el tal Hamond aparece en mi cuarto pillándome "infraganti"

-Hola pequeña ¿a caso tratabas de huir? ¿tienes miedo?- Dice con una grave y ronca voz probablemente demacrada por el alcohol

Lentamente tomo una posición erguida y una expresión neutra. Tengo miedo, pero no quiero dejar que el lo note. Me quedo mirando como sus collares de oro brillan gracias al contraste de luces que se crea en mi habitación gracias a la luz de mis velas.

Es gordo, huele a alcohol y a vómito, viste ropas mas caras de las su aspecto parece permitirle, probablemente el negocio de los esclavos esté bien pagado, aunque dichas ropas están sucias y mal abrochadas, con goterones de sudor por la zona de sus axilas. Sus dientes también presentan algunas piezas de oro aunque apenas se diferencian por la negrura de su podrida boca.

-No hablas eh... Tendré que ayudarte a hablar. Vamos a ser amigos, ya lo verás.- Dice mientras se acerca a mí con delicadeza, como si de un ciervo se tratase.

-¡No te acerques a mí!

Intento huir corriendo pero me coge del brazo y me tira al suelo, acto seguido me da una patada en las costillas, por lo que inmediatamente grito del dolor, después para levantarme del suelo me coge del pelo. Todo un caballero.

-No puedes escapar bonita.- Me susurra a tan solo unos milímetros de la cara.- No hasta que te compren, ya irás entendiendo como funciona esto.- Me tira como si fuera una servilleta y sale bruscamente de mi habitación.

Cuando el ambiente está más calmado pero la tensión es mas que palpable, mi madre decide que entrar en mi habitación para ver como estoy, es lo más correcto

-Cariño... ¿estás bien?-Dice sabiendo cual es la respuesta a esa pregunta.

Yo la castigo con mi silencio, estoy enfadada por todo lo que ha dejado que me hiciera ese mal nacido. Por todo lo que va a dejar que me ocurra cuando me vaya de aquí, por no frenar a mi padre a tiempo , por venderme como si solo fuera un cacho de carne.

-Elena, hija, contéstame...-Dice al borde de la lagrima.

Y con todo el dolor de mi corazón, con las lágrimas asomando por los ojos, continuar en silencio, dejando escapar el último momento con mi madre, el único momento que tengo para decirla que fuera a donde fuese, estaré bien, pero no se lo digo, decido callarme porque el orgullo me puede.

Hamond entra en la habitación más borracho de lo que ya vino, si cabe la posibilidad. Se queda mirándome de una manera lasciva, asquerosa. Mi madre al ver cómo me mira no puede evitar abrazarme para protegerme de algún modo. Pero es peor el remedio que la enfermedad, ya que este me coge del brazo empujándome hacia el.

-¡Deja a mi hija en paz!- Grita mi madre empujándole para apartarle de mi, a pesar de que el me tiene agarrada con bastante fuerza.

Y como bien dije antes, es peor el remedio que la enfermedad. Sin decir nada, Hamond, saca una daga que lleva escondida en su cinturón, me suelta para así poder agarrar el hermoso y pelirrojo pelo de mi madre.

-No me des órdenes, mujer.- La susurra lo suficientemente alto como para que yo lo oiga.

Y mientras me mira fijamente a los ojos, pone la daga sobres su delicado cuello y la degüella, delante de mí. Ese desgraciado mata a mi madre y la tira al suelo, desangrándose, como si nada. De manera inmediata me tiro al suelo junto al aún cálido cadáver de mi madre y lloro sobre su vientre.

Después de recomponerme, veo que en su pecho descansa un collar, que de haber seguido con vida seguro que me lo hubiera dado. Es el emblema de mi familia y es un marca que pasa de generación en generación, en concreto a las mujeres.

Salgo de allí detrás de Hamond y dos robustos hombres más, dejando a mi padre con el sufrimiento de haber perdido al "amor de su vida", dejándole viudo y solo. esa es la muerte que el merece y que algún día alguien le dará.

Una vez fuera de lo que era mi hogar, me monto en el carro de Hamond, decidida a dejar atrás todo en cuanto tenía y a afrontar todo lo que me esperaba.

-Si te portas bien, te dejaré dormir conmigo.- Dice Hamond mientras se ríe y cierra la puerta del quebrajoso carro.

BreinianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora