1.1.

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Lauren

Mierda, no llego a tiempo, no llego... —murmuré mientras me hacía paso entre la multitud que se encontraba a esta temprana hora en el metro de Londres.

Bajé mi mirada y la posé sobre el pequeño reloj con una correa de cuero que rodeaba mi muñeca. En este marcaban las 7:20. Bueno, quizás sí que llegue.. pensé, para después desacelerar un poco mi paso y continuar en busca del lugar en el arcén en el que tendía a esperar al metro.

Disculpe, por favor... —susurré mientras me abría paso entre todos aquellos estudiantes y trabajadores que se encontraban allí acumulados.

Tras andar unos cinco minutos, conseguí salir de todo aquel montón de gente acumulada y visualicé el antiguo arcén en el que, desde hace más de un año y medio, solía esperar hasta que llegara el tren para montarme. Sonreí con levedad al ver cómo en aquel lugar no había tanta gente pegada una al lado de otra, permitiendo así respirar con tranquilidad y sin ningún tipo de agobio. Al llegar al lugar donde solía esperar, volví a dirigir mi vista hacía el pequeño reloj que llevaba y vi la hora que marcaba. Las 7:26. Levanté la vista satisfecha de haber conseguido llegar a tiempo a pesar de haberme levantado más tarde de lo que acostumbro. Miré hacía los lados mientras pegaba las palmas de mis manos y las frotaba, para después separarlas por el lado que se encontraba más próximo a mi rostro y expulsar un poco de aire caliente por mi boca para después volver a frotarme las manos entre ellas, consiguiendo así aliviar un poco el frío que sentía en las manos, causado por ser una fría mañana de Enero.

Separé mis manos y las llevé a los bolsillos de mi abrigo negro preferido, para así permitir conservar mis manos en calor.

Con una pequeña sonrisa, recorrí el arcén con la mirada viendo cómo casi todo tipo de personas se encontraban mezcladas en un mismo lugar. Hice una leve mueca y dirigí mi mirada a aquel grupo de personas a los que la mayoría de los ahí presentes se concentraban en ignorar. Las personas sin hogar, también conocidos como los sintecho.

Suspiré levemente mientras continuaba con mi vista sobre ellos, aún con aquella mueca de lástima en mi rostro. Se encontraban pegados a la pared, la mayoría sentados o tumbados, descansando antes de que, posiblemente, llegaran los oficiales de policía y se encargaran de expulsarlos de allí. Recorrí con mi mirada todo aquel montón de personas y no pude evitar que aquella mueca de lástima se intensificara. Niños y niñas pequeños, adultos e incluso ancianos se encontraban descansando entre bolsas y cartones, y algunos, 'más afortunados' entre algunas prendas de ropa, seguramente todos con un objetivo en común. Buscar un poco de calor para combatir el frío mañanero de Londres.

Ven, Nat. —escuché cómo ordenó una voz débil, pero a la vez animada. Dirigí mi mirada hacía donde provenía aquella voz y clavé mis ojos en la escena que se estaba desarrollando frente al arcén de aquella estación.

Una joven, de apariencia débil (debido a su poca musculatura, a las bolsas oscuras debajo de sus ojos, el hecho de que se le marcaban gran parte de su mandíbula a la perfección y que sus mejillas se encontraran hundidas, entre otras cosas.) y pelo de color castaño se encontraba sentada cerca de la pared del metro y mientras se quitaba un abrigo desgastado de color azul marino la niña pequeña se acercó. No tendrá más de trece años pensé mientras observaba cómo aquella niña se detenía junto a aquella chica la cual sonrió y, acercándose con cierta delicadeza a la niña, como si la pequeña niña pudiera ser tan frágil como para romperse con cualquier movimiento levemente brusco, le rodeó con su chaqueta, para después colocársela y mirarla con una sonrisa mientras, retirando sus manos del abrigo que ahora tenía la chica puesta, le daba una pequeña caricia en la punta de su nariz.


¿Tienes así menos frío, peque? —preguntó, consiguiendo con aquel último apodo, que la pequeña sonriera— Pues ahora vete con tu madre, no deberías estar muy separada de ella. Ya sabes que esos señores podrían pedirte que fueras con ellos y.. —iba a continuar hablando, más fue interrumpida cuando la pequeña negó con rapidez y se giró, dirigiéndose a un par de personas, también sin hogar que se encontraban recargados contra el muro, pegados unos al lado del otro, seguramente como una solución para evitar el frío que seguramente se iba a prolongar durante, mínimo, un par de semanas.

El frío se va a prolongar durante un par de semanas... me repetí a mi misma, para después volver a dirigir mi mirada hacía la joven que había cedido su, aparentemente, cálida prenda a aquella pequeña.

Cuando posé mi mirada sobre ella vi como se encontraba recostada contra el muro, sentada aún en el suelo mientras se acurrucaba entre ella misma y la pared. Tragué saliva cuando me fijé en las prenda de manga corta que tenía anteriormente oculta. ¿Con eso piensa soportar este frío? me pregunté a mi misma, con una mueca sobre mi rostro.

Y entonces un pequeño chispazo ocurrió en mi cabeza. Coloqué mis manos en sus respectivos bolsillos de mi abrigo negro preferido, buscando que hubiera algo dentro de estos. Nada. Sonreí con levedad y después quité mis manos de mis bolsillos, para así llevar una de mis manos hacía el interior de mi chaqueta, buscando en el bolsillo interior de esta mi cartera. Bingo.

Saqué mi cartera de aquel bolsillo interior y la abrí, permitiéndome ver muchas de mis tarjetas, desde aquella tarjeta que verificaba mi identidad hasta una del banco. Las ignoré y abrí la sección de la cartera en la que guardaba los billetes.

Tras pensarlo unos segundos, suspiré y saqué un par de billetes. Para ser exactos dos billetes de 20 euros. Tras eso, doblando ambos billetes juntos, los coloqué en uno de los bolsillos mientras doblada mi cartera de nuevo y la guardaba esta vez en uno de los bolsillos de mis vaqueros. Acto seguido, mire mi reloj de nuevo, pero antes de que pudiera comprobar que hora era, un fuerte sonido me distrajo. Era el sonido que indicaba que el metro se encontraba ya aquí.

Cuando me di cuenta de lo que significaba aquel sonido, reaccioné con rapidez, quitándome con cierta prisa mi abrigo y acercándome mediante zancadas hasta la joven chica. Ella, seguramente, al ver que me acercaba con aquella prisa y mediante zancadas, elevó su mirada hacía mi.

Este es tu abrigo. —dije cuando noté como me encontraba a apenas dos metros de ella y, doblando aquella prenda negra que anteriormente era mía y era una de mis preferidas, se lo dejé junto a ella en el suelo, para, después volver a escuchar el sonido del metro, lo cual me indicaba que si no quería llegar realmente tarde debería entrar ya. Y eso hice.

Girándome sobre mis talones, di la vuelta y corrí en dirección a una de las puertas abiertas del metro, sin darle ninguna oportunidad a la joven de reaccionar.

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Gracias a @FreedomEditorial por ayudarme con la corrección de este capítulo (tiendo a repetir mucho las palabras).

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⏰ Última actualización: Jul 28, 2016 ⏰

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Just a hint of pain [Camren, Larry & Ziall]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora