Estafa

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Estar en Peita significaba no poder gozar de los mismos lujos que en otros sitios como Hamel, Velder o Lanox. Y a pesar de que la merienda fue sencilla e improvisada, no estuvo nada mal. Entre ellos sabían valorar esos pequeños detalles, más aun, porque, habiendo estando al borde de la muerte en tantas oportunidades, todos aprendían a dar gracias por estar vivos, juntos y gozar de alimentos suficientes para todos.

La villa lucía siempre desierta, y las actividades de los habitantes sólo se limitaban al día; al ponerse el sol, todo mundo iba a acostarse.

Esa noche, no había panorama nocturno que contemplar, el viento y las nubes ocultaban el preciado cielo estrellado, y a pesar de ello, Eve se decidió a caminar hasta más allá de la hoguera, para mirar los acueductos destruidos. Se hallaban cerca de la región del desierto de Bethma, y aun así, el clima era tan inestable...

La ciudad lucía aún más solitaria de noche.

Desde la fogata, Add le echó un vistazo a Eve, quien desde ese ángulo lucía tan solitaria como él.

Por recomendación de Rena, todos irían a dormir temprano, para poder comenzar al día naciente con energías; ninguno sabía con exactitud qué ocurriría en el transcurso de las siguientes horas, dormir era difícil.

La suspicaz chica peliverde retozaba juguetona junto a Raven cuando notó las miradas que Add le dedicaba a la emperatriz Nasod y acercándose con sigilo le susurró:

-¿Por qué no vas con él? Se siente muy solo, aunque no lo quiera reconocer-

El psicópata le había llegado a comentar a Rena un poco de su historia (más no el relajo que estaba ocurriendo recientemente), porqué ella es alguien confiable. Pero esas palabras rondaron por su pecho y descendieron por un hueco, una grieta en su alma, hasta lo profundo de su ser, porque él también sabía lo sola que Eve se hallaba.

Se levantó asintiendo a Rena y caminó en calma hasta donde Eve estaba, mientras las ráfagas de aire húmedo le revolvían los cabellos.

-No me gusta este lugar- le confesó ella cuando lo sintió cerca – hay mucha tristeza arraigada a este sitio-

Quizás se debía al hecho de que ya no estaba en su cuerpo de acero, pero se había vuelto muy perceptiva. Viéndolo desde otro ángulo, ella era una chica al fin y al cabo, y Add sabía que las mujeres tienen dones especiales. No lo sabía, pero cuando la miraba, sentía una paz interior que lo abrumaba. Tal vez ese era el don de Eve, ya que eso le ocurría siempre que la veía y empeoraba cuando ella se acercaba. Por eso siempre era mejor parecer molesto, de otra forma, pensar en extraerle el Código, habría sido imposible. Era más sencillo pensar cosas malas cuando se va a hacer algo malo.

Ahora todo lo que sentía era una paz inconmensurable al observarla. Escuchó un chillido de más atrás, pero cuando se giró, miró a Rena dormida convenientemente sobre uno de los hombros de Raven. Ese sujeto se la había ganado, siempre velando por ella, siempre convenciéndola de que no había mejor partido que él.

Si él le brindara esa clase de sensaciones a Eve...

-¿Tú no dices nada?- la reina rompió el silencio, mirándolo en esta ocasión. Bastaron un par de segundos para que, con ese simple análisis visual, sus latidos se sincronizaran, y sus respiraciones se agitaran un poco.

-Siento que mis recuerdos ya no son míos- exclamó el chico –ahora están mezclados con los tuyos, y cuando alguno me viene a la cabeza, no lo sé...es como volver a esos días oscuros.

La muñeca suspiró...

-A mi también me sucede, no es como al principio. Es decir...creo que lo aceptas-

♂ Contrato de Almas ♀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora