Capítulo X.Septiembre 26.

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Hola querido diario. Perdona que no te haya escrito en estos días pero lo verdad no ha ocurrido nada relevante hasta ahora. Sam como ya tú sabes, vino a casa al saber que me había acostado con Adrián pues necesitaba con quien hablar y ella era la indicada pues ha tenido varios "novios" o amigos con derechos con los que obviamente, ha tenido sexo y en mi caso como monja y del hecho que me acosté con el joven... ¡bueno!, mi hermana tal vez me "oriente"...

Al día siguiente ella regresó a su departamento en la ciudad y yo quedé aquí un poco más tranquila además de que no había vuelto a ver a Adrián desde que estuvimos en la cama ese día algo que me desanimaba.

Aunque ya estoy más tranquila de lo que hicimos, no dejo de extrañarlo y cuando "juego", fantaseo con él... imagino que está aquí y menciono su nombre pero; ¿él jugará consigo mismo? Y de hacerlo, ¿fantaseará conmigo? ¿Mencionará mi nombre? O, ¿tendrá una novia por otra parte...? Estas preguntas me desvelaban...

Luego, las aburridas visitas de las hermanas... ¡ya esto era absurdamente rutinario! Sólo hablaban de lo mismo, la vida en el convento de que la hermana María se cayó cerca del baño y más bla, bla, bla... Por cierto amigo diario, la hermana Gabriela notó el moretón de mi cuello pero éste ya era un poco menos visible pero se veía. Al preguntarme del cómo me lo hice, les mentí con el cuento de que un zancudo me picó y me rasqué fuerte pero tú sabes que no fue así... ¡Je, je, je...!

Vieras querido diario que estuve demasiado preocupada pues... ¡bueno! Soy mujer y al igual que todas tengo mi período. Estoy en esos días y sólo en estos, uso calzones para colocar mi toalla sanitaria pero, ¿sabes qué pasó? Mi período... ¡no me llegaba!

Esto me espantó sobremanera pues sería sinónimo de... ¿¡EMBARAZO?! ¿¿ESTOY..., EMBARAZADA...?? ¡¡NO...!! ¡¡DE..., NINGUNA MANERA...!! ¡¡NO, NO..., NO!!

¡Ay, Dios...! ¿Por qué me pasa esto...? ¡Bah! ¡Qué fácil es abrirle las piernas a un hombre más que difícil para un embarazo...! ¡Ay..., no! Ya no sé ni lo que digo.

Parecía yo como león enjaulado, de un lado para el otro con mi mano izquierda en mi cabeza pensando lo descuidada y estúpida que fui... No me quedó otra que llamar a Sam. Sólo espero que no esté "jugando" porque es horrible distraerse cuando "juegas".

Tan pronto como sonó el celular, Sam contestó.

-¡Holis, Yam...!

-¡Ja, ja, ja! ¡Hola, Sam! Debo decirte algo...

-¿Te acostaste con él otra vez? -Interrogó en tono divertido.-

-¡Ay no, Sam! Fuera sólo eso... Es mi período... No me ha llegado...

Sólo se escuchó un leve pero muy profundo silencio del otro lado de la línea y a como conozco a mi hermana, debe de estar igual que la última vez, con sus ojos saltones, la boca muy abierta cubierta por su mano.

-¡¡UY, NO...! ¡DIOS LIBRE, YAM!

-¡Ay hermana! No sé qué hacer...

-¡Pero...! ¿Estás segura...? Tal vez tu fecha no..., no ha llegado... y...

-¡No..., no...! Sam... ya estoy en la fecha de mi período, no... estoy... equivocada aunque desearía estarlo...

Sam me dijo que debía hacerme una prueba de embarazo pero dime querido diario; ¿quién ha visto a una joven monja hacerse una prueba de embarazo? ¿Qué les diré a los doctores? ¡¿Qué se trata de una concepción "divina"?! Ante éstas interrogantes, Sam dijo que vendrá a mi casa trayendo una prueba de embarazo de las que venden en las farmacias aunque yo las cuestiono mucho pero bueno, nada pierdo con probarla pues estoy... desesperada.

Si es así, ¿Adrián lo aceptará? ¿Qué dirían mis padres, las hermanas...? ¡Ay diantres...!

Casi media hora después Sam llega como siempre tirándome los brazos dándome un abrazo de oso el cual yo le correspondo.

-¡¡YAAMMIII!!

-¡Ah Sam...!

Mi hermana me dio la prueba dándome instrucciones de cómo usarla así pues entré al baño y Sam estaba en la puerta de éste. No quise ver si el dispositivo marcaba o no si estaba embarazada por lo que sin verla, se la di a Sam para que la corroborara.

-¡Ham... Yami! ¡Debo... decirte algo...! -Decía viendo la prueba con semblante serio.-

-¿Qué..., Sam? ¡Dimelo ya...! -Estaba yo a punto de llorar.-

-¡Ahhh Yam! Aún no seré tía... -Dijo con falsa tristeza.-

-¿NO ESTOY..., EMBARAZADA? -Reí como loca de la alegría abrazando a Sam.-

La verdad, bueno tal vez no debí alegrarme porque celebraba algo que no se dio en mí pero que muchas mujeres desean; ¡tener un hijo!

-Pero Sam si no estoy embarazada, ¿por qué no me vino el período? ¡No lo entiendo! ¿Acaso la prueba no es del todo confiable?

-Hermanita, la prueba es 100% confiable. Recuerda que tus pastillas para regular la menstruación son abortivas y si a esto le sumas lo irregular de tu período, bueno... hay algunos cambios o una falsa alarma. Lo digo porque a mí me ha pasado.

-Sam, eres un caso... pero gracias hermana.

-¡Bien, como ya vine! Pasaré aquí la noche... -Dijo quitándose la ropa en la sala.- Hace calor y esta ropa pesa... me quedaré sólo con la blusa puesta, ¡ji, ji, ji!

-Hagamos arepas (Panqueques), ¿te parece, Sam?

-¡Claro! Ahora ya puedes acostarte con tu hombre sin riesgo alguno; ¡ja, ja, ja...!

-¡Oh Sam! ¡Nooo! -Le dije golpeando su hombro en broma.-

-Hay que aceptarlo, Yam. ¡Qué rico es hacer los chiquitos mas no tenerlos! ¡Ja, ja, ja...!

-¡¡SAAAMMM!! -Le reclamé para luego reír con ella.-

Igual que las otras veces, ambas comimos, vimos tele y nos quedando hablando hasta tarde en la noche para luego irnos a dormir.

-¡Te traje un regalo, Yam! -Dijo Sam dándome un paquete.-

-Gracias pero, ¿qué es, Sam?

-Es sorpresa... ¡buenas noches! -Dijo cerrando la puerta del cuarto.-

Como no me vino ese día mi período, decidí dormir desnuda por cierto, no te conté que tuve que lavar bien las sábanas después que estuve con Adrián pues había mucha "evidencia" de una noche prohibida, ¡je, je, je...!

Una vez dentro de mi cuarto abrí el presente de mi hermana y cual fuera mi sorpresa al ver que era un consolador de hule. ¡Ay Sam! Exclamé y lo tiré al otro lado de mi cama pues no lo necesito.

Luego me vi al espejo y en frente de éste; empecé de nuevo a tocarme los pechos, mi trasero y obviamente mi entrepierna. Apoyé una mano en la pared y con la otra me masturbaba al frente de mi reflejo, vi mis piernas separadas mientras mis caderas se movían con ese ritmo que significaba que lo gozaba.

Luego levanté la mirada sobre mi hombro viendo mi cama... ¡ahí estaba el consolador! Y... ¡bueno, tú sabes! Me acosté y tomando el regalo de Sam, empecé a jugar con éste... penetrándome con el. Ahora lo sentía más y más intenso... mientras; acariciaba mis pechos sintiendo cómo mis caderas se "desmontaban" por el placer que me invadía... me quejaba, mordía mi labio con mis ojos cerrados fantaseando con Adrián para luego descargar mi orgasmo que me dejó como siempre, agotada, exhausta... con mi respiración entrecortada respirando por la boca.

Tomé el consolador y lo tiré casi sin fuerza ni ganas quedando cerca de mis pies luego, di media vuelta en la cama cubriéndome con la cobija colocándome en posición fetal encogiendo mi desnudo cuerpo.

-¡Adrián! ¿Dónde estás... ahora que te necesito...? ¡Diantres...!

Antes de dormirme me interrogaba si Adrián jugaba a su manera y si me tenía en sus fantasías. ¿Sentirá lo mismo por mí que yo por él? Nunca creí en el amor a primera vista pero... creo que esta vez se está dando conmigo.

¡Por Dios! Soy una monja... ¿acaso soy monja en el convento mas no fuera de éste? Si soy monja allá, también debo serlo aquí... Pero la verdad; estoy dudando de mí misma en cuanto a mi fe conventual.

Diario De Una Monja.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora