-Natalia, esto es un progreso. – me dijo Valentina.
-¿El qué? ¿Qué le haya dado dos besos a un chico? No es para tanto – intenté justificarme.
-¿Acaso lo habías hecho antes? – me preguntó.
-…No. Pero esto no significa nada - le expliqué.
-Claro que sí. Se sincera conmigo Natalia, ¿te parece guapo mi hijo? ¿Te atrae? Vamos, puedes contármelo. Soy psicóloga, mi trabajo consiste en esto – me explicó.
-¿Qué…? ¡No! ¡No…! Para nada – dije – entonces me di cuenta de que me había sonrojado.
-¿Segura? – me volvió a preguntar.
-S-si – le respondí.
Ella sonrió.
-¿Qué tiene tanta gracia? – pregunté enfadada.
-Pues que no sabes disimular. Sé que esto no lo has hecho con ningún otro chico desde los diez años. Sé que no te ha causado el mismo efecto que los demás chicos. Lo normal que hubieras hecho es apartarte de él y evitarle las miradas porque te recuerda a tu violador – me contestó.
Yo no contesté. Me quede pensativa. Tenía razón, nunca antes había dado dos besos a un chico, ni siquiera me sentía cómoda hablando con ellos. Estaba claro que algo pasaba. Guapo era y mucho, pero no pensaba decírselo a su madre. Quizás ella tuviera razón y me hubiera atraído, pero no. Me negaba a que me gustara el hijo de mi psicóloga.
-Bueno, venía del instituto. Me he escapado. En la cafetería un chico me gritó que si me seguía desmayando cada vez que lo hacía, ya sabes. No lo soporté y llorando vine aquí. Estoy harta, soy una chica normal y nadie lo entiende – le dije cambiando de tema. Me di cuenta de que termine la frase casi gritando, me había alterado un poco.
-Tranquila Natalia, lo sé. No eres diferente como ellos creen. Pero entiende que si cada vez que te dicen algo sales corriendo y llorando, seguirán así siempre. La gente no es mala, solo le gusta reírse, y insultarte les divierte. Demuéstrales que sus palabras no te hacen daño, que no te duelen. Eso es lo que tienes que hacer – me dijo muy animada Valentina.
-Ya, Valentina. Pero las os sabemos que yo no puedo hacer eso, no soy así, no soy fuerte – respondí nada mas imaginarme a mi gritándole a los que me insultan.
-Pues Natalia, es a única forma de cambiar esto. Todo depende de ti - me dijo convencida de que podría cambiarlo todo.
Me fui de la consulta a mi casa. Cuando llegué a mi casa mi madre estaba histérica. Resulta que la habían llamado del instituto informándole de que me escapé, pero también le informaron de porqué lo hice. Así que tuve una charla con ella, aunque no había quien la tranquilizara con tanta pregunta.
-¿Dónde estabas? ¿Estás bien? ¿Quién te ha insultado? Hablaré con el director para que lo sancione gravemente y, ¿por qué no me has avisado? ¿Sabías que he estaba buscándote por los alrededores? – me preguntaba casi sin tomar aire.
-Tranquila mamá. Siéntate, te lo explicaré todo. – la tranquilicé y allí se lo expliqué absolutamente todo, excepto lo de Harry. Quería que aquello quedara en la intimidad, o al menos entre Valentina y yo. No quería que otra más empezara a preguntarme si me gustaba o me parecía guapo. Terminé de hablar con ella y subí mi cuarto. No estudie, solo me dediqué a escuchar música y pensar en Harry. No me gustaba, estaba claro. Pero algo había hecho que le diera dos besos, no sé. Tenía algo en sus ojos, en su sonrisa que me daba confianza, ni se me pasó por la cabeza que fuera un hombre malo o un violador. Era algo nuevo para mí.