Capitulo 31: Princesa encantadora

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[Camila]

Y por culpa de mi idiotez, ahora me encontraba en mi cama, enrollada veinte veces entre mis sábanas y mojando mi almohada por completo con mis lágrimas.

¡Fui una imbécil!

Una boba, una estúpida y una niña que no piensa antes de hablar.

Y sí, con todo esto me refiero a cuando rechacé a Lauren en los baños de la escuela. Me asusté y no pude mentir, no pude asentir como siempre.

"Me dio a entender que prefería estar conmigo antes que con su novia"

Obviamente eso me dejó perpleja, incapaz de procesar otra cosa. Y por ello hice o que hice, aunque luego intentara arreglarlo inútilmente, pues cuando Lauren se enfadaba, era imposible razonar con ella.

*Flashback*

Me temblaba el labio inferior, ni siquiera era del todo consciente de lo que acababa de hacer, de a quien estaba rechazando.

- ¿Kendall? -preguntó adoptando una seria expresión, frunciendo sus preciosos labios en una sola y finísima línea a pesar de el grosor de estos.

- S-sí, porque y-ya compró las en-entradas... -fui a seguir explicando pero me interrumpió, aunque tampoco era muy difícil hacerlo. Yo hablaba tan bajo que hasta el zumbido de una mosca habría conseguido opacarme.

- ¿Sabes qué? Me da igual. No me importa lo más mínimo. -Estaba enfadada, clavaba sus ojos en mí y jamás habían desprendido tanto odio y rencor. - No eres mía, puedes irte con ella si quieres. Fue una idiotez proponerte tal cosa. -Se acercó y tragó saliva, permaneciendo a pocos centímetros de mi rostro durante varios segundos. Parecía que me iba a besar, daba la impresión de que se moría de ganas, de que lo haría de un momento a otro. Pero simplemente habló, soltando las palabras más dolorosas que escuché en mi vida.

"No me gustas"

Y salió de la cabina, dejándome sola, rota y con los ojos a punto de desbordar las incontables lágrimas que había estado reteniendo los últimos instantes.

*Fin de flashback*

Luego de eso le había mandado inmensidad de mensajes pidiéndole lo siento, arrastrándome hasta lugares imposibles para conseguir su perdón, retractándome y asegurando que cancelaría el plan del sábado para poder ir a su casa, pero no conseguía absolutamente nada. Definitivamente me había ganado el odio de Lauren de una vez por todas.

Y por eso estaba una mañana de sábado aún en la cama, sumiéndome más y más en una depresión.

Llamé a Kendall para avisarle de que no podría ir, disculpándome y alegando que estos días no me encontraba bien. Y era cierto. Desde el martes no había ido a clase ninguno de los siguientes días, hasta mi madre se había percatado de mi estado, aunque solo lo asociara a una bajada de tensión por el estrés.

¡Se me había roto el maldito corazón por vigésima vez desde que empezó el curso y nadie me entendía!

Con la diferencia de que ahora no tenía cura. Ahora tendría que vivir con los pedacitos incrustados en mis pulmones, haciendo que me doliera cada mínima respiración. El médico al que me llevaron no convalidó mis palabras, pero yo conocía mi cuerpo, sabía lo que sentía, y no mentía cuando aseguraba que mi corazón había sido destrozado por las palabra de Lauren.

- Cariño -un tono dulce se escuchó tras la puerta, la cual abrieron con cautela. Mi madre asomó lentamente la cabeza, mostrando una sonrisa que escondía preocupación. Yo ni me molesté en sonreír, no me quedaban fuerzas. -Como ya te dije, aún puedes venirte con nosotros.

descubierta; camren.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora