Madrugada del miércoles 14 de septiembre

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Pegué un grito mientras mi cerebro procesaba lo que mis ojos estaban viendo. James iba con su moto delante de nosotros con Steph detrás de él. Antes de quedarme dormida, vi como un coche se pegaba demasiado junto a ellos pero no le di importancia. Pero vaya si la tenía. No se como, Abraham paró el coche en un lateral de la carretera y bajamos a ayudarlos. Estaban los dos tirados en medio del asfalto y yo me encontraba llamando a la ambulancia.

-¿Hola? ¡Necesitamos ayuda por favor! Ha habido un accidente. ¡¿Hola¡? ¡Ayuda! ¿Alguien me escucha? ¡Joder, se mueren!

Apenas veía sangre, aunque a decir verdad no podía mirar. Me quedé en un lateral de la carretera sentada en el asfalto sin dejar de temblar. ¿Por que me pasaba esto a mi? ¿Es que era algún talismán de los accidentes? ¿O acaso era gafe? No podía dejar de pensar en que todo esto era un sueño un simple sueño, esto no podía ser real, no podía ser.

Era una mala amiga, mientras mis amigos se morían, yo estaba ahí sentada sin hacer nada. Pasaron seis minutos hasta que llegó la ambulancia. La policía llegó con ella y nos empezó a interrogar. ¡Hasta nos hicieron pruebas por si habíamos bebido alcohol! Aunque tuvimos suerte de que el padre de Eric fuera policía. No multó a su hijo, que era el dueño del coche, pero lo que si hizo, fue castigarlo sin él hasta nuevo aviso.
Nos llevaron a Alan, Abraham y a mi al hospital mientras que Eric se quedó en casa por orden de su padre y Brandon iba a avisar a los padres de Steph.

No dejaba de temblar y de imaginarme lo peor. Nos quedamos en la sala de espera sin saber muy bien que decir entre nosotros. Llamé a Marina para contarle lo sucedido y dejó que me quedase a apoyar a mis amigos, con tal de que mañana fuera al instituto.

-Todo saldrá bien.- nos dijo Alan.
-No, no digas eso. Eso es lo que dicen en todas las películas cutres y acaban dando la mala noticia.
-Mia, no digas eso, Alan tiene razón. Todo saldrá bien.
-¿Se puede saber quienes eran los de ese coche? ¿Nadie sabe quiénes eran?
-No... parece ser que no. No nos quedamos con la matrícula ni nada aunque podríamos intentar denunciarlo...
-No acabo de creerlo.- me crubrí la cara con las manos mientras sentía como en mi cabeza estaban dando un concierto.
-Disculpen, ¿ustedes son amigos de Stephanie Wills y James O'conell?
-¿Cómo se encuentran?- pregunté.
-Están bien. Apenas tienen rasguños. Mañana por la mañana les daré el alta. Si no son de la familia, me temo que no podrán pasar a verlos. Aunque el señor O'conell ha preguntado por Mía Estrada. ¿Es usted?
-Sí, señor.
-¿Es algún pariente del paciente?, porque de no ser así, me temo...
-Soy su novia. No tiene a nadie más.- Ni yo misma sabía que estaba diciendo en ese instante. Abraham abrió los ojos como platos, sin embargo Alan, ya sabía que tramaba.
-Está bien, pase.

Nunca me habían gustado los hospitales, sobre todo por el asqueroso olor a desinfectante. Llegamos a la habitación 8019 en la que se encontraba James. Me moría de ganas de verle y a Steph también, aunque sabía que ella estaría bien con su familia.
Ahí estaba aquél chico medio rubio tan atractivo, conectado a miles de tubos y cachivaches que no sabría decir exactamente para qué servían. Tenía alguna magulladura y una brecha en la cabeza. Le habían dado puntos.

-Ey...
-Hola. -me sonrió.
-¿Como te sientes?
-Como si me hubieran dado una paliza...
-Yo... lo siento... -me di la vuelta dándole la espalda. Esto me superaba.
-Ey... no lo sientas. No es culpa tuya. Es de ese capullo que todavía no se ni quien es, pero estoy seguro de que fue adrede.
-Nadie reconoció su coche y tampoco nos fijamos bien en su matrícula. ¿Como ha podido...?
-No tengo ni idea.- hizo un pequeño gesto quejándose de la cintura.
-Si quieres, te dejo descansar...
-Mia, quiero que te quedes conmigo, por favor... no tengo a nadie más.

Me quedé observando su rostro magullado y en las condiciones en las que estaba. Era lo menos que podía hacer. Me limité a sonreirle y sentarme en el sofá que estaba al lado de su camilla.

-¿Quieres que te traiga algo? Ropa... lo que sea.
-No hace falta, ¿cómo te han dejado pasar?
-Les dije que éramos parientes...
-Vaya, ¿parecemos primos?
-En realidad, le dije... que... bueno... que, ya sabes...
-Mia, te explicas como un libro cerrado.-dijo mientras reía y se volvía a quejar de la cintura.
-Ey... pues yo si me entiendo... a ver... le dije al doctor que, bueno, que éramos novios y me dejó pasar.
-Chica inteligente. ¿Tú madre te dejará quedarte a dormir? Si es que quieres. Se que es incómodo el sofá y que mañana hay clases... pero...
-James, me quedaré. No te preocupes.
De hecho, voy a por un café y a avisar al resto de que estás bien.
-Vale... pero vuelve...

Al salir de la habitación de James, me encontré a Alan sentado solo en la sala de espera y pude ver cómo se le iluminó la cara.

-¿Qué tal está?
-Bien, se le ve bien. Con alguna que otra magulladura...
-Menos mal. La hermana de Steph ha estado aquí hace un momento y ha dicho lo mismo. Te dije que todo saldría bien.- abrió sus brazos y me rodeó dándome un beso en la frente.- ¿Quieres que te lleve a casa?
-Gracias... pero James me ha pedido que me quede, y la verdad, no creo que pueda dormir mucho después de todo...
-Vaya...
-Iba a por un café, ¿vienes?
-No, estoy bastante cansado y mañana iré al instituto. Parece que ambos están en buenas manos.
-Supongo. Ten. Gracias por la sudadera...
-Quedatela, ya me la darás otro día.
-Está bien. Gracias. Ten cuidado, por favor.

Vi como Alan salía del hospital y como se subía al taxi mientras se despedía de mi con la mano.
Fui a la cafetería a por una botella de agua. ¿Por qué habré dicho que iba a por café si no me gusta nada? Realmente necesitaba urgentemente dormir, pero sabía que no iba a poder.

-¿Mia?
-¿Si?
-Hola, soy Cristina, la hermana mayor de Steph.
-¡Hola! ¿Cómo está? No dejaban pasar si no eras algún pariente...
-No te preocupes. Se encuentra bien. Pero quería hablar contigo.- Cristina era muy diferente a Steph. Tenía el pelo rizado hasta más abajo de los hombros y de color negro azabache. Quizás un poco más alta que Steph aunque del mismo peso, se podría decir.
-¿Con... conmigo?
-Sí. Nunca había visto así a Steph. Desde que se vino a vivir conmigo, no habia estado así de feliz. El día pasado, llegó a casa dando saltitos diciendo que había hecho una nueva amiga. Te aprecia mucho y quería darte las gracias por ello, por hacer que sea la Stephanie que es.
-Vaya... yo... esto, bueno, no nos conocemos mucho pero la quiero. Me ha ayudado en varias ocasiones y bueno... supongo que de nada.

Me despedí de Cristina algo confundida y volví a la habitación de James con una botella de agua.
Me dejé caer en el sofá con la botella entre mis piernas, pero rápidamente la quite al sentir el frío contra mis piernas descubiertas.

-Mia.
-James.
-No me dejes solo, por favor.- alcanzó mi mano entreabierta y colocó su mano sobre la mia, de tal manera que acabaron entrelazadas.- no me dejes nunca solo.

Sus palabras hicieron que me estremeciera. ¿Cómo alguien que parece tan fuerte psicológicamente, parecía haberse derrumbado frente a mi? Pero de algo estaba muy segura, y es que no pensaba dejarlo tirado.
Poco a poco, mis ojos se fueron cerrando mientras estaba hecha una bola en aquél sofá y la sudadera de Alan me cubría hasta las piernas.

-Nunca, James. Nunca te dejaré sólo, te lo prometo.

Lo último que vi fue su cálida sonrisa hasta caer exhausta.

-Buenas noches, novia.



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