Una persona inteligente sabe que es mejor pasar por tonto en la mayoría de los casos.
Miércoles 12 de agosto.
Frente a frente se erguían dos imponentes edificios de quince pisos, sus siluetas oscuras destacaban bajo un cielo que se tornaba gris, como si el clima quisiese reflejar la tensión en el ambiente. En el centro de la calle, un hombre alto y robusto permanecía inmóvil. Era Kai, un enigma envuelto en sombras, y a pesar de la creciente penumbra, llevaba puestas unos lentes de sol que ocultaban su mirada. Su rostro era una máscara de impasibilidad; ni su boca ni sus ojos delataban emoción alguna. La atmósfera estaba cargada; no había canto de aves que rompiera el silencio, y los ecos lejanos del tráfico parecían desvanecerse en la bruma opresiva.
De repente, entre las densas nubes, emergió una luna llena que iluminó la escena con su resplandor plateado. Era como un faro helado en medio de esa noche sombría.
Kai sintió vibrar su teléfono celular y miró la pantalla: no había número visible, era una llamada privada. Con cierta reticencia contestó.
—Hola, ¿quién habla?
—¿Cómo es posible que estés saliendo con esa anoréxica? —la voz al otro lado sonó implacable.
—¿Quién eres? —preguntó Kai, tratando de mantener la calma.
—Un viejo amigo —respondió el interlocutor con desprecio.
—Dímelo claramente —la irritación comenzaba a asomarse en su tono.
—Hemos llegado a otro nivel del juego -la amenaza era palpable.
—¿Quién demonios eres? —rugió Kai al teléfono.
—Soy tu peor pesadilla, señor Kai Felipe. Cuando termine contigo, desearás no llevar esa maldita y sucia sangre Gandas en tus venas.
El reconocimiento le llegó como una descarga eléctrica:
—¿Seven?
—Sí... soy yo —respondió Seven con una voz perturbadora y siniestra—. Tu peor pesadilla ha regresado.
Sin pensarlo más, Kai colgó la llamada abruptamente. Miró alrededor con ansiedad antes de dirigirse apresuradamente hacia su Audi. El motor rugió al encenderse mientras pisaba el acelerador rumbo a la casa de los Lambert. El asfalto se deslizaba bajo sus ruedas mientras las preguntas atormentaban su mente: ¿quién era realmente Seven? ¿Qué quería? Y lo más inquietante... ¿por qué solo lo molestaba a él?
Kai pasaba horas enteras pensando en eso, tratando de descubrir alguna pista que lo condujera a él.
Pero no consiguió nada. El hombre no dejo rastro alguno.
Después de unos breves minutos, Kai llegó a la casa de Julia.
—¿Cómo te va, cielito? —saludó Julia, al abrir la puerta y ver a Su Alteza en el umbral.
—No estoy de humor —respondió él con seriedad—. Así que omite el diminutivo. Me dan ganas de matarte. —Rodó los ojos ante su propia brusquedad.
—¿Qué sucede?—Nada que te atañe —interrumpió él.
—Si es algo relacionado con tus padres, definitivamente me importa —replicó ella—. Y si se trata del maniaco que te acosa... —continuó, dejando entrever su preocupación— eso me importa aún más. Tengo noticias sobre él... —aseguró con un tono intrigante.
—¿Qué? —Kai abrió los ojos como platos ante la revelación.
—Vi su auto pasar un par de veces por aquí hoy... Además, alguien ha estado indagando sobre mí en la clínica psiquiátrica donde recibía tratamiento.
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MALO HASTA LOS HUESOS
Mystery / Thriller-Julia, ¿te gusta un buen crimen? -le susurro, amenazante. -A todos les gusta, siempre que no sean la víctima. Código de registro: 1710023668604 ____________________________________ Copyright © Todos los Derechos Reservados