Hacían ya siete meses desde que mi hermano y su mejor amigo habían abierto uno de los bares-cafeterías de nuestra ciudad. Pronto, debido a su bajo coste y a la calidad de los productos, la gente comenzó a venir más y más, logrando que las ganancias aumentasen sobremanera.
Todo iba bien hasta que mi hermano recibe una carta, no no no, no una carta, LA carta. En ella, no sé exactamente qué ponía pero adivinen, mi hermano debe ir a no sé dónde durante no sé cuánto tiempo y yo, como su "queridísimo" hermano pequeño debo hacerle un pequeño favor que, al menos, va a estar bien remunerado.
Sí, ahora soy uno de los dos camareros del bar. El otro es el amigo de mi hermano, un chico bastante reservado pero que siempre va a todas partes con una gran sonrisa.
Era Jueves. La gente parece odiar los jueves ya que no teníamos mucha clientela, lo que me dejaba observar más de cerca a cada uno de los clientes.
El sonido de alguien entrando me hizo girar la vista hacia un chico de más o menos mi edad, con el uniforme de alguno de los equipos de fútbol de la zona, una cálida sonrisa y su pelo verde y largo lo mantenía atado en una cola de caballo, dejando dos mechones que enmarcaban su cara.
Una vez se sentó, me acerqué a él.
- ¿Qué le puedo servir? - le pregunté con una sonrisa.
- Un batido helado de fresa.
Desde aquel día, era difícil no darse cuenta de que siempre venía. Era bastante guapo y simpático.
Un día, en cuanto lo vi entrar comencé a preparar el batido helado de fresa. No sabía por qué lo hacía pero era como una necesidad que crecía en mí, el querer sorprenderlo. Decirle con mis actos que me daba cuenta de lo que hacía, que lo escuchaba, que me acordaba de él.
Una vez que estuvo listo caminé hacia él y le dejé el batido en la mesa. Él al verlo se sorprendió para luego mirarme a la cara. Estaba completamente rojo, cosa que me pareció bastante tierna.
- ¿Cómo sabías que lo iba a pedir? - dijo él al final.
- Siempre pides lo mismo, yo sólo presto atención - le contesté antes de irme.
A partir de ese momento, todos los días fueron iguales. Yo siempre le llevaba el batido helado de fresa antes de que lo pidiera.
Hasta que un día me encontré con la sorpresa de que aquel peliverde no vino. Sería bastante normal que no viniera ya que, un batido helado en pleno invierno no era demasiado apetecible pero, la preocupación de que le pudiese haber pasado algo creció en mí.
Una semana después sin venir, apareció. Me acerqué a él justo después de que se sentase. Él se asustó, no esperaba que me acercase tan rápido.
- Hola, ¿qué te pongo? - le dije mientras sacaba la hoja de pedidos.
- Vaya, parece que ya me has olvidado - dijo con un deje de tristeza -. Un batido helado de fresa.
- No, no. No te he olvidado, no podría - dije rápidamente, al darme cuenta de lo que había dicho me puse rojo como un tomate -. Ahora te lo traigo.
Salí de ahí lo más rápido que pude, notaba perfectamente la mirada del otro chico sobre mí. Aún no sabía su nombre y ya estaba poniendo mi mundo patas arriba.
Terminé de hacer el batido helado y me dirigí a la mesa. Era la de siempre así que ya me sabía perfectamente el camino. Esquivé a unos cuantos clientes hasta que, deposité sobre la mesa de aquel peliverde el batido.
- Nunca me dijiste tu nombre - le dije, realmente no quería pero salió solo.
Él me miró y me sonrió pero, antes de que pudiera hablar un joven de cabellos rojos entró acompañado de uno albino.
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The New Way Of Love || MidoxHiroto||
FanfictionEl hermano de Hiroto y un amigo de este decidieron abrir un bar. Inesperadamente, el hermano de Hiroto tiene que abandonar durante un tiempo el país por lo que él se encargará de suplir su ausencia haciéndose cargo de la parte de su hermano. Y enton...