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Te estaba esperando, hace mucho que no tengo visitas.

Por favor, siéntate, acomódate bien. Lamento decirte que no tengo té o café... No se lo comentes a nadie, pero las mujeres del área 4 suelen tomar todas esas cosas. Son unas indisciplinadas, nada que decir... pero claro, alza la voz y reclama, te ganas la golpiza de tu vida sólo por hacerlo. ¿Derecho? Aquí eso no existe, somos tratados como animales cuando en realidad los animales son ellos. Aquí no hay política, ni tampoco voz.

Oh, pero no quiero aburrirte con esos detalles de mi marginado estado, seguro tú tienes tus propios problemas.

¿Estás cómodo allí? Me alegro, ansiaba tu visita desde hace mucho, hablar con alguien es maravilloso. Aquí a veces sólo recibo órdenes y mis vecinos son muy extravagantes. No quiero asustarte, pero la señora Madison suele gritar toda la noche el nombre de su esposo; gritos alarmantes que sólo calman las pastillas.

En fin, no hablemos más sobre mis vecinos.

¿Te gustan las historias? Apuesto a que sí, a las personas como tú les encanta, sobre todo cuando esas historias en su título llevan acompañados la frase: "Basada en hechos reales". Probablemente te agrade mi historia, cuando te advertí en la sinopsis que tuvieses cuidado con las espinas debiste preguntarte los motivos.

Es curioso que la misma sea un impulso para hacer cosas que no deseamos. Muchos le temen a las películas de terror, pero la curiosidad nos hace ver más allá.

Lástima que yo no estoy aquí por eso, pero he de suponer que tú sí. Me agradas por ello, contarle a alguien mi historia es fantástico. Espero dejar mi legado en alguna zona de tu cabeza y me recuerdes.

Omitiré las presentaciones, mi nombre lo has leído en el título y mi apellido quizás lo hagas en otras historias.

Descuida, no soy una demente, tampoco saldré de aquí para asesinarte. Estoy más cuerda de cualquiera en este sitio; sin embargo, en The Noose muchos confunden la demencia con otras afiliaciones, como el dinero.

La raíz de todos los males. 

Es irónico que algo inanimado reine el mundo, mas así son las cosas ahora, sin dinero no eres nadie.

Y yo no quería serlo.

Por favor, no te alarmes. Mira... tengo las manos atadas, ¿ves? La seguridad aquí es muy estricta, supongo porque McDonall golpeó a una enfermera hasta desfigurar su rostro.

Ah... Jonna era una excelente persona, muy pacifica y amable. Siempre me prestaba revistas y ajustaba las correas en mis muñecas.

Pero no divaguemos más, dejaré los recuerdos nostálgicos para otra ocasión.

Estuve casada con Harry por muchos años, un matrimonio arreglado donde ninguno apreciaba al otro y que paraba en la cama porque dos cuerpos siempre se van atraer y terminarán cediendo a los deseos carnales comunes en cualquier especie. Mi padre acordó casarme con un jardinero desde la adolescencia, cuando los negocios se sellaban casando a sus inocuos hijos. ¡Cuánta miseria...! Yo no tenía voz entonces. Y Harry tampoco, ambos no lo deseábamos. Pero pasó, y a mis diecisiete años tuve que casarme con alguien once años mayor que sentía más atractivo sexual por las rosas de su jardín que por mí.

Pasaron los años y la cosa empeoró, nuestro matrimonio acordado era demasiado tenso, aunque como en todo matrimonio las discusiones terminaban en la cama, para luego "si te he visto, no me acuerdo".

Convivir con un sujeto que sólo sentía amor por las rosas y formó un negocio de ellas no fue mi vida soñada, de hecho mi vida se fue desde aquel acuerdo a mi corta edad. No era una mujer feliz, estaba llena de amargura, atrapada en mi hogar fingiendo ser la esposa ideal para todos los vecinos, sonriendo como una tonta muñeca para niñas, besando la mejilla de mi asqueroso marido cuando se marchaba a trabajar en su tonta florería.

RosseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora