El diario de Mia

Jueves 16 de septiembre

Me desperté en otro sitio que desde luego no era mi casa. Me quedé un buen rato sentada en la cama, pensando que haría a partir de ahora. Me fui a duchar y me puse unos jeans ajustados con una camiseta y mis Converse. Tenía que ir urgentemente de compras si quería devolverle la sudadera a Alan. Me puse su chaqueta y salí al salón donde estaba Steph que parecía de buen humor.

-¡Bueno días! ¿Qué tal?-Me parecía bastante raro que una persona pudiera tener tanta energía por la mañana.
-He estado mejor, ¿y tú?
-Yo bien. ¿Has pensado que harás?
-Más o menos... Tengo pensado ir hoy a buscar algún trabajo y necesito ir de compras...
-Anda pues yo en eso puedo ayudarte. Si quieres esta tarde te acompaño a mirar donde puedes trabajar y después nos vamos de compras, ¿que te parece?
-Sí, me parece perfecto.
-Bueno, coge lo que necesites y vámonos. Alan nos espera.

No tuvimos que esperar mucho cuando vimos que venía. Su cara de sueño lo decía todo. Tenía el pelo alborotado pero así estaba perfecto. ¿Era raro que todos mis amigos fueran guapos?

-¿Mia?
-SÍ, Alan. Es Mía. No estás soñando.
-Steph, mira que eres guapa pero callada... Dios mío, callada te ves preciosa.

-Esto... Alan, mañana sin falta te devuelvo tu sudadera de verdad, lo siento.
-¿Eres tonta? ¡Quedatela! Te queda genial...- hizo un repaso mirándome de arriba a abajo y no pude evitar que se me subieran los colores.
-Gracias, pero aún así...
-Bueno Alan, vamos o si no nos llenarás de las babas que sueltas mirándola.
-Serás... Stephanie Wills...
-Yo también te quiero, Alan.

Ambos entraron en una guerra en la que no había vencedor. Aquellos dos me estaban alegrando la mañana.
Llegamos al instituto justo a tiempo, aunque yo ya iba mentalmente dándome ánimos para sobrevivir a la clase de matemáticas. ¿Quién en su sano juicio, pone esa asignatura a esta hora de la mañana? El señor Roch era el profesor de matemáticas, un buen tipo a decir verdad. Pero mi problema no era con él si no con el tema en sí.

-Bueno días Mía.
-Hola Rachel.
-No se te ve buena cara... tienes los ojos hinchados.
-Ah... esto... es de dormir. Me pasa a menudo. A ti por el contrario se te ve súper contenta ¿eh?

-¡Silencio por favor! Abrid la página por la 221...

-Bueno, será porque el chico más guapo que he visto en mi vida me ha preguntado donde estaba la cafetería.
-Vaya... que bien, supongo. ¿Cómo se llama?
-Eso es lo que estoy apunto de averiguar.- me dijo contemplando con la boca abierta hacia la puerta.

-¿Señor Roch? Aquí le dejó a el nuevo alumno. El mismo tiene boca, por lo tanto él será el que se presente.

El viejo conserje de barba blanca y de brillante coronilla siempre había sido muy borde. ¿Y quien no cuando tienes que ir por ahí limpiando vómitos entre otras cosas? El conserje, que por cierto, no me acuerdo de su nombre, se fue dejando al chico nuevo delante del resto.
Rachel no mentía ni exageraba en su descripción. El chico que aún no se había presentado, por lo tanto no sabía su nombre, media al rededor de 1'80, tenía el pelo negro y corto, y mediante su camiseta manga corta, podía ver el principio o el final de un tatuaje. Su cara tenía algún que otro piercing y eso le hacía bastante más atractivo, aparte de sus ojos verdes oscuros.

-Bueno, adelante, presentate.
-Esto... me llamo Nick.
-Bien Nick. Por allí tienes un sitio.

-Ves Mía, ¿está bueno o no?
-Tranquilizate Rachel, por muy guapo que sea no significa que no sea el típico chulo que todo el mundo detesta.
-Vamos Mía, no seas gafe.

Demasiado tarde. Ya lo era.

-¿Y si doy una fiesta?
-¿Una fiesta para qué?
-Tu no has ido a muchas fiestas ¿no?
-No...
-Bueno Mia, entonces escuchame. Daré una fiesta en mi casa como cualquier otra que haya dado, y el protagonista será Nick. Así se integrará con el resto y nosotras podremos conocerle más.
-Tú, podrás conocerle más. -corregí.
-Bueno, vale, pero es buena idea ¿eh?
-Sí tu lo dices....