Parte única

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Sólo verte y ya puedo ser feliz. Ver tu figura al caminar, como vas a prisa hacia tu siguiente clase, esa sonrisa cuando alguien te habla de algo que llama tu atención o tus gestos cuando algo no te gusta. Si, en definitiva, soy feliz con sólo verte. Porque sé muy bien que jamás serás mío...

- ¡Minho! ¡Despierta rana fea!

Un grito que había sacado de la ensoñación en la cual el mencionado muchacho se encontraba, mirando con ojos risueños al contrario. Ni siquiera se inmutó por el apodo, tan sólo le miró distraído aún.

- ¿Mh?

- ¿Es que algún día vas a despertar, Minho?

- Creo que no quiero despertar aún...

- Deja de soñar con él, Minho. Sé realista, baja de tu nube y ve a hablarle de una buena vez en vez de escribir historias fantásticas con él en tu imaginación.

Y es que Minho, en sus ratos libres, se dedicaba a escribir historias (en su mente) en su carpeta donde aquella persona era su personaje principal en sus fantasías. Siendo el héroe o a quién debía rescatar... pero la historia siempre giraba en torno a esa persona.

- ¿Por algo estoy estudiando para ser escritor o no?

- Ni siquiera puedes hablarle a tu musa... ¿Qué clase de escritor serás, mh?

- Cállate Kibum. Ve y tráeme algo de comer.

- Idiota.

Al menos de esa forma se libraba por unos instantes del ruidoso de Kibum mientras continuaba observando a su musa caminar por el pasillo en frente de él. Con pasos casi delicados o era que quizás el amor lo volvía así pero hasta la manera en la que caminaba le gustaba. Al menos hasta... que se encontraba con él. El muchacho moreno.

Y siempre la misma sonrisa cómplice como si ambos supieran un maravilloso secreto que no podían compartir. Su musa y ese chico moreno, ahora delante de él, siempre se sonreían así tras verse unos momentos para después irse juntos de la facultad.

Minho suspiró al desviar la mirada y pensó que quizás Kibum tenía razón. Debía dejar de soñar.

¿Pero que sería de la vida sin los sueños?

Agitó su cabeza para despejar aquellos pensamientos y de repente, encontrar que alguien agitaba una botella de jugo delante de él.

- Gracias.

- ¿Algún día vas a hablar con él al menos?

- Tiene novio. Es ese chico que siempre se va con él. Y comparten algunas clases, especialmente la que más le gusta a él que es la de baile.

- ¿Tan seguro estás de eso?

- Para nada pero ya hice mi suposición más obvia frente a lo obvio, Kibum. No importa... eso no quita que aún me inspire a escribir.

- Eres un tonto enamorado, Minho.


Y tras aquella charla entre dos amigos de años, dejaron la mesa en la cual se sentaban hace casi un año desde que Minho había visto a su musa por primera vez y descubrió que aquel era el mejor lugar para observarle sin ser visto ni descubierto.

Choi Minho, 23 años, estudiante de literatura. Y perdidamente enamorado de una persona a la cual no había hablado ni una sola vez desde que le hubiese visto al inicio de año.

Ambos amigos caminaron hasta salir de la facultad y se dirigieron al centro comercial donde ya era una costumbre que fueran a pasear al terminar las clases. Tampoco iban de compras, solamente iban de paseo casi por inercia al mismo lugar y divertirse un rato al hablar alguna que otra cosa que no podían por sus estudios.

Tras unas horas de paseo, Minho se despidió de Kibum para ir a casa.

A veces es divertido cambiar un poco la rutina... ¿por qué no ir por un lugar distinto?

Y con aquel pensamiento en mente, caminó en otra dirección a la acostumbrada, mirando al paisaje alrededor y sin poder evitarlo, una historia ya se formaba en su mente. Una historia donde nuevamente aparecía su musa.

Debes dejar de pensar en él, Minho. Recuerda que tiene novio y jamás será tuyo. Aunque... eso no impide que sueñe con él y que sea un personaje de mis historias. Claro. Por algo es la musa de mis cuentos.

Tras aquel pensamiento, una risa salió de sus labios y continuó con su camino hasta que algo llamó su atención. Un letrero brillante destellaba de forma llamativa, invitando a pasar al lugar sobre el cual estaba. Una dulcería. Minho adoraba los dulces y en especial de un sabor el cual no podía resistir desde pequeño.

Apresuró su paso hasta llegar a aquel lugar y entró, mirando con atención todos los estantes plagados de diversos tipos de dulces, en todas formas, colores y sabores. Un paraíso azucarado. Se acercó a un estante próximo donde buscó los manjares que tanto le gustaban, encontrándolas casi al final.

Cherry.

Perfecto. Había muchas y él podría comprar las que quisiera pues sabía que no a todos les gustaba mucho aquel sabor. Extendió su mano dispuesto a alzar la bolsa más grande cuando una mano interceptó su camino. Una mano casi delicada y de tono claro.

- Perdona, iba a alzar la bolsa...

Ese tono de voz... Minho desvió la mirada hacia donde provenía para encontrarse con la persona que menos hubiera esperado encontrar.

Su musa estaba ahí. A su lado. Y sonreía.

- Oh, no te preocupes. Alzaré otra...

- Está bien, creo que hay muchas aquí así que tenemos bastante para ambos.

Y esa risa casi melodiosa salía de la musa de Minho mientras éste agradecía a todos los dioses de la fortuna aquel encuentro donde al menos le había oído reír. Hasta que cayó en cuenta de algo.

- ¿Te gusta el cherry?

- Es mi favorito.

- Vaya... no conozco muchas personas que gusten del cherry como yo.

- Pues ahora ya me conoces a mi hahaha. Por cierto... soy Lee TaeMin.

Y extendió su mano con una sonrisa amplia en su rostro.

- Choi MinHo.

Y tomó aquella mano que tanto había anhelado tocar, percibiendo que era más suave que lo que imaginó y lo que parecía.

- Yo sé que ya te vi en alguna parte... - Dijo TaeMin de repente, mientras observaba curioso el rostro del alto. - ¡Ah! ¡La facultad! - Y MinHo asintió sin poder ocultar la sonrisa enorme que tenía aquellos instantes. - Bueno Minho... ¡aprovechemos los dulces de cherry que tanto nos gustan!

- También tienen pasteles, los vi al entrar... ¿vamos por ellos? Y te invito un café. - Aquello había salido de los labios de Minho como si ya lo hubiese tenido preparado. Pero era ahora o nunca, como diría Kibum.

TaeMin asintió al instante sin borrar su sonrisa mientras tomaba una bolsa de dulces de cherry y seguía al más alto.

A veces las cosas suceden sin que las planeemos...

FIN.


Dulces de Cherry [2Min]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora