"Capítulo 43"

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Varias semanas después (19 de mayo de 2016, jueves):


Como siempre, me despertaba por la alarma de Carrasco. Gruñí y me moví en la cama. Estiré mi mano y apagué la alarma. Abrí mis ojos lentamente. 

Os preguntaréis: «¿Qué ha pasado durante estas semanas?» 

Lo responderé: Me han pasado varias cosas; una, ya no tengo el tobillo tan inflamado ni con un moratón gigante, ya puedo caminar normal pero con un poco de dolor. Dos, ya tengo el tatuaje curado, aunque algunas veces me echo la crema hidratante. Tres, mi tía está bien. Hace una semana le dieron el alta y está en su casa. La voy a visitar cada sábado y me acompaña Carrasco cuando puede. Cuatro y menos importante, ¡ya no tengo clamidia! 

—Tienes que ir a entrenar —dije levantándome de la cama.

Le moví y abrió sus ojos.

—Prefiero que me despiertes con un beso —susurró con la voz ronca. 

Me puse encima de sus partes y comencé a moverme lentamente.

—¿Así? —dije sonriendo.

Sonrió y me dio la vuelta quedando él encima de mí. Su nariz se fue acercando a mi cuello y comenzó a dar besos por ahí. Ahogué un gemido y arqueé mi espalda. 

—Podría hacerlo en este instante, pero luego no saldríamos de aquí, así que mejor nos vamos a desayunar —me susurró al oído.

Volvió a besar mi cuello varias veces y yo gemí. ¿Cómo puede tener este control sobre mí? Subió hasta lóbulo de mi oreja y lo mordió. Siguió por mi mandíbula y terminó en mis labios. Inmediatamente abrí mi boca y nuestras lenguas se enredaron. 

Se separó y sonrió.

—Vamos —susurró.

Sonreí y nos levantamos. Bajamos las escaleras.

—¿El tobillo? —preguntó.

—Bien, duele pero es soportable —me encogí de hombros.

Preparé mi desayuno, que era unos copos tostados de arroz, trigo y cebada con virutas de chocolate. Estaban ricos. Los mezclé con leche y empecé a comer. Carrasco desayunó leche, galletas integrales, zumo y un trozo de fruta.

Después de diez minutos, él y yo habíamos terminado de desayunar. Subimos arriba y me metí en mi habitación. Pensé en lo anterior. Él me estaba dando besos en el cuello, me provocó. Así que yo voy a pagarlo con la misma moneda. 

Sonreí y me puse un peto vaquero blanco y corto. Debajo llevaba un top de rayas negras y blancas. Digo, no llevaba ropa interior. Sonreí malvada y me puse unas deportivas blancas. Caminé al baño y me lavé los dientes, me peiné y me maquillé poco. 

Volví a mi habitación y cogí la cámara de vlogs. La encendí y todavía tenía batería. Puse bien la pequeña pantalla para verme y comencé a grabar.

¡Buenos días chicos! Día 19 de mayo, son las... —miré mi móvil—. Las ocho menos cuarto de la mañana. Voy a ir a mi tienda ahora por lo cual prepararé las cosas —dejé la cámara en la mesita de noche y me puse un reloj de muñeca.

—¡Silvia, vamos! —gritó Carrasco.

—¡Iré en tren! —grité.

—¡Vale, te quiero!

—¡Espera!

Bajé abajo corriendo, aunque no podía mucho. Abracé a Carrasco.

—Espérame cuando termines tu entrenamiento

Amor por el fútbol   〈Yannick Carrasco〉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora