• Capítulo #4

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La hermosa secretaria había vuelto de hacer todas las diligencias y tomarse un café por el camino,  pues no tenía tiempo para más.  Entró nuevamente al edificio, le sonrió a todo el mundo y tomó el ascensor. Dio un pesado suspiro y seguido de eso, se abrieron las puertas. Salió y se sentó en su escritorio sin mirar a su jefe, pues el hablaba con alguien por celular.

Se acomodó en su silla y miró hacia abajo, encontrándose con aquella bella rosa roja. Una gran sonrisa salió de ella inconscientemente, mientras acercaba la nariz a la rosa para disfrutar de su aroma. Sus bellos ojos verdes brillaban de emoción. Vio la notita y rápidamente la abrió.

"Karelyn, no me gusta verte tan seria. Sonríe más, por favor. Tienes una hermosa sonrisa, encantadora, diría yo. Tus ojos hechizan, y tu cabello... podría estar el día entero tocándolo... no te tomo más tiempo. Cuando menos lo esperes sabrás de mi. Ten hermosa tarde, reina.       -A."

¿A?, <<¿Quién diablos es A?>>, pensó. Miró hacia todos los lugares posible,  y lo único que tenía al alcance de su vista era a su jefe escribiendo en su MAC. Por un momento pensó en ir a preguntar si Andrés,  su jefe,  había visto a alguien. <<¿En serio?>>, rió de su propio estúpido pensamiento.  Seguro él le saldría con alguna grosería o se hablaría en mal tono.

Bajó rápidamente a la cafetería y buscó un vaso plástico,  echó un poco de agua y volvió a subir. Puso la rosa en el vaso y sonrió. Miró a su jefe, pero el seguía entretenido escribiendo. 

Prosiguió con el trabajo que tenía como de costumbre. Sin hablar con su jefe ni parar de escribir o corretear de una lado a otro en la empresa.

Cuatro rosas y un caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora