-Ahí lo tienes, en todo su esplendor, como se suele decir. Espero que encuentre lo que busca, caballero. Buena suerte.
Y así se despidió el guía, que se perdió de vista en su camedario ,poco a poco adentrándose en el horizonte y las corrientes de aire arenoso.
El encapuchado continuó mirando por largo rato al rural guía mientras desaparecía en el desierto. Cuando no pudo verle más, se dio la vuelta por primera vez y miró a lo que el guía le había señalado
Una vez sació su vista, azuzó a su triecuo y se puso al trote en dirección a lo que más ansiaba en ese mundo.
Minbar.
La legendaria Minbar, cuna de los orígenes de "todo". Construcciones pinaculares y termas, palacios, castillos y fortalezas, la muralla más alta jamás construida y cientos de torres; todo eso para defender un solo edificio.
La torre Adamantina.
Pero ya nada de eso quedaba. Las torres habían sido erosionadas por la acción del viento y la arena, que, combinados, resultaban mortíferos contra las construcciones de millones de años de antigüedad. El antiguo esplendor de los falmer que antaño habitaban esta legendaria ciudad, se había esfumado por completo, y ahora solo quedaba el fósil erosionado de una antigua grandeza.
Los eruditos suelen especular gracias a los antiguos documentos y pergaminos que Minbar debería ser una ciudad de proporciones espectacularmente colosales, con templos impresionantes, pero a la vista del encapuchado, los eruditos estaban subestimando la grandeza de Minbar. Ningún pergamino, documento o libro, podría nunca describir la riqueza y la enormicidad de sus palacios, y eso que ahora él los veía solo como un turbio reflejo de lo que fueron en un pasado.
El encapuchado entró en la urbe. Nubes de arena surcaban el aire y daban un aspecto aún más solitario de lo que era al lugar. Una tormenta de arena ya visible se acercaba a toda velocidad a la ciudad.
El encapuchado cruzó la carretera principal, perfectamente adoquinada y pavimentada, pese al paso del tiempo y la falta de atención.
Iba con un rumbo fijo. Sabía perfectamente por qué estaba allí y para qué.Atravesaba las calles sin ni siquiera prestar atención a los edificios; ya habría tiempo para eso después.
Si, ya habría tiempo para eso después. Disfrutaría cada grieta, cada callejón, cada pedrusco con un mínimo rasgo de civilización falmer. Los miraría y recorrería hasta saciarse.
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Adamantia
Adventure-Ahí lo tienes, en todo su esplendor, como se suele decir. Espero que encuentre lo que busca, caballero. Buena suerte. Y así se despidió el guía, que se perdió de vista en su camedario ,poco a poco adentrándose en el horizonte y las corrientes d...