¡MIERDA, MIERDA Y MÁS MIERDA! Esto no podía estar pasándome a mí. Esto tenía que ser una ilusión óptica. Sí, debía ser eso.
Él seguía mirándome expectante y enojado. Respiraba de forma agitada y sus ojos estaban tan oscuros que parecían negros y vacíos.
—Lo sie... lo siento —titubee apenada, mirando firmemente el suelo—. Venía corriendo y... —fui incapaz de terminar la frase.
¿Por qué me oí tan débil? ¿Por qué tartamudee? Joder, me estaba comportando como toda una chica. Agh, en estos momentos cuando debería hablar varonilmente, mi voz me juega una mala pasada.
—¡¿Acaso no te fijas por dónde caminas, idiota?! —rugió.
Oh no, éste chico no podía estar hablándome así. No a mí. Pero mi cerebro es tan idiota que las palabras que desearía haber dicho no salieron de mi boca, sino que se quedaron atascadas en mi débil garganta.
—Normalmente sí —respondí aún con la cabeza abajo.
En éste momento me sentía diminuta, cómo si estuviera ante un oso gigantesco a dos patas, y yo fuera un pequeño conejo. O un ratón, o algo mucho más pequeño
—Pues no parece —comentó sarcástico—. ¿Te vas a levantar del suelo o que? —agregó fastidiado.
Y yo seguía haciendo el papel de torpe...
Entorné los ojos.
—Sólo lárgate, ¿bien? No quiero líos con un chico psicópata, o lo que sea que seas —espeté sorpresivamente molesta.
Al darme cuenta de lo que había dicho me cubrí la boca con las palmas de las manos. Ahora sí que estaba jodida
En un rápido movimiento tomó la tela de mi camisa y me azotó con fuerza contra los casilleros a nuestro lado, causándome un buen golpe en la espalda, ya adolorida de la clase anterior.
—¿Qué fue lo que dijiste? —susurró tan cerca de mi rostro que podía oler su aliento, aún más molesto que antes—. Repítelo.
Guardé silencio y me mordí el labio. Creo que estuve callada durante más tiempo del que él esperaba, puesto que perdió la paciencia y empezó a gritarme de nuevo:—¡QUE LO REPITAS JODER!—me agarró fuertemente las muñecas, causándome daño.
—So... sólo lar... lárgate —tartamudee en en un susurro.
—Que te quede claro...—me miró de arriba abajo, sonriendo con sorna—. Princesita—se burló—. Nadie—me apretó más fuerte—. Nunca...—apretó otra vez, con más fuerza que la anterior.
Aguanté la respiración, cerrando los ojos ante el dolor que provocaba. A este paso me iba a cortar la circulación de las muñecas si seguía ejerciendo fuerza; dolía horriblemente.
—Me habla así.
Apretó aún más, si es que se podía, ya no sentía las manos. El dolor sobrepasó mi poca compostura y grité hasta que se me secó la garganta. Pero estábamos solos. No servía de nada. Nadie iba a escucharme.
—¿Entendido? —me miró con egocentrismo, como si fuera una pulga y en cualquier momento podría levantar el pie para pisotearne.
Asentí y me soltó, haciendo que me golpeara otra vez la espalda. Me agarré las muñecas para darles un corto masaje, haciendo una mueca de dolor al tocarlas.
—Si vuelves a meterte en mi camino, sea un accidente o no, te las verás connmigo. Y créeme, no querrás hacerlo —y dicho eso, se fue.
Automáticamente miré mis muñecas. Estaban rojas y estaba segura de que tendría varios días con marcas. Ahora... ¿Cómo les oculto esto a los chicos?
Podría fingir que soy una suicida demente y las marcas son mi devoción a Satanás. Eso podría funcionar.
***
Había llegado a casa alrededor de las cuatro, escondiendo mis brazos durante el camino. Y aún la escena de hace unas horas no se me había olvidado.
Había chocado con Logan Fitzgerald... ¿En que demonios me había metido? Le había respondido... por idiota y luego me amenazó. Esto no se veía para nada bien.
Ese chico llevaba las palabras peligro y crueldad tatuadas en su frente. Había oído rumores... rumores bastante malos sobre él. Cosas que pensarías que un chico de 17 años no sería capaz de hacer o siquiera pensar. Decían que era huerfano, que había asesinado a su familia o que abusó de una chica, era un drogadicto y cosas mucho peores. Todos los rumores que giraban en torno a Logan Fitzgerald eran cosas horripilantes, y aunque esas cosas podían ser ciertas de alguna forma, no creía en los rumores.
Todos en la escuela le tenían pavor, incluyéndome. Con nombrar el apellido "Fitzgerald" (uno no muy común) bastaba para que todo el mundo guardara silencio y sacudiera la cabeza, como si quisieran, con esa simple acción, eliminar el apellido de sus mentes para siempre.
Tenía un aura de... misterio y sensualidad. Todo un "chico malo" de pies a cabeza, pero sus calificaciones eran excelentes, mejores que las de Josh y eso que mi hermano podía ser todo un "nerd" cuando se lo proponía.
Debías mantenerte alejado de él, no era una advertencia, era una regla. Y yo la había roto.
No se podía negar que era endemoniadamente guapo, porque sería una gran mentira. Ojos de un hermoso color azul claro, parecido al cielo, tez blanca, labios ni muy pequeños ni muy grandes y el cabello castaño claro perfectamente despeinado. Podías notar que era un chico fuerte, sin duda. Era, por decirlo así, la reencarnación de un dios griego.
Pero eso no le quitaba su horrible personalidad. Y creo que en los 15 o 20 minutos de nuestra "afable" conversación, me había caído peor que antes. No era la mejor en matemáticas pero sabía que: Logan Fitzgerald = Idiota.
Pero aún le tenía miedo. Bastante. El chico tenía aquella mirada penetrante que te deja paralizado. Como si esos ojos azules, pudieran traspasar tu cuerpo y observar tu alma. Escalofriante.
Y tenía que estar a menos de diez metros de él mañana en mi clase de Trigonometría avanzada...
¿Qué? ¿Alguien tenía que sacar el cerebro de los cuatro no? Y no fueron precisamente Jake y Luke.
De algo estaba segura. Mañana mis metas serían: Hacer como si nada hubiera pasado entre nosotros, olvidar nuestro pequeño encuentro de hoy, mantenerme alejada de él lo máximo posible, terminantemente prohibido el contacto visual, y lo más importante de todo: no meterme en su camino.
¿Fácil, no? Espero no hacer alguna estupidez y meterme en problemas otra vez.
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Dangerous Love [ HIATUS ]
Teen FictionAgua y aceite se llevan mejor que Jenna Lorraine y Logan Fitzgerald. Ella nunca ha sido una chica arriesgada. Prefería quedarse viendo un maratón de "Friends" a una fiesta, unas pantuflas a unos tacones y jeans ante todo. Vivir en una casa con 4...