Capitulo XII

3.5K 213 21
                                    

Guillermo y Samuel habían salido más que contentos del hospital. Bueno... En realidad, estaba más contento Guillermo que Samuel, pero bueno, es lo que hay. La apuesta había resultado en un ganador y el perdedor iba a tener que subir la foto de la discordia a Twitter e Instagram. Ya todo estaba hecho, solo faltaba esperar a que el fondo explotara y que todo el mundo colapsara, cosa que probablemente estaba pasando, pero los chicos simplemente lo ignoraban.

- ¡No puedo creer que vaya a ser un niño! - gritó Guillermo con evidente emoción y tomando la nueva foto de su bebé entre sus dos manos. Se había emocionado mucho cuando recibió aquella noticia y ahora sabía que podría llamarle Zeus sin sentir aquel dejo de culpa por la incertidumbre. Las sensaciones que le afloraban eran simplemente preciosas, y entre ellas la más destacada era el orgullo, orgullo puro y duro de lo que estaba haciendo con su vida y de la familia que estaba formando.

- Y yo no puedo creer que hayas ganado la apuesta. - masculló Samuel con aparente molestia. No estaba enojado en realidad, pero nunca le gusto exponerse, y lo había tenido que hacer, además de que, para él, el simple hecho de perder una apuesta le hacía rabiar. Su personalidad implicaba querer tener siempre la razón y esta vez era aparente que se había equivocado.

- Igual era obvio que iba a ganar yo. – y para peor los comentarios de Guillermo no le hacían sentir mejor. Odiaba equivocarse hasta en la más mínima cosita, todo tenía que ser perfecto, simétrico y según lo calculado por él.

- Y como lo sabes? – cuestiono el mayor al menor, quien ya estaba encendiendo el auto para salir de ahí. Habían acordado ante la emoción del morocho de ir al centro de la ciudad y comenzar a comprar cositas para aquel bello niño que venía en camino. Samuel, refunfuñando cual niño pequeño, abrocho su cinturón y se quedó cruzado de brazos en el asiento. No es que le molestara que su hijo fuera un niño, solo que ya se había hecho a la idea de que sería una niña y adaptarse le iba a costar. No era que no lo quisiera, iba a amar a su pequeño Zeus de todas maneras, solo que no era lo que el mayor de ambos se esperaba.

- Sera porque lo tengo dentro? – el menor ironizaba con algo de desidia, pero la verdad era que por dentro estaba completamente feliz y explotando, lanzando a donde cayera a todos aquellos bonitos sentimientos alegres que le inundaban. – Tenemos un vínculo directo. – siguió alardeando de su capacidad de predecir el sexo de un bebe y algo de razón tenía. El vínculo que Guillermo sentía con el pequeño que crecía dentro de él era abismalmente grande. Precioso, inquebrantable pero delicado, instintivo pero fino, total y completamente irrefutable. Amaba la forma en la que se sentía, lleno, completo... Feliz.

- Anda chaval! – mascullo Samuel por una última vez antes de olvidar aquel tema por completo. No sabían que era lo que debían hacer, si quedarse en silencio, si comentar algo de un tema al azar o si simplemente esperar. El mayor opto por la segunda opción. – Willy, la chica con la que hablabas en la sala de espera, ¿Se sentía bien? – esa pregunta había rondado en su cabeza por un rato largo y al fin había encontrado una situación neutra de ambos donde preguntarla. Guillermo por su lado abrió los ojos como platos. Aun no se había planteado a sí mismo el cómo le diría a su pareja que quería adoptar un niño, ni mucho menos había pensado en cómo se lo iba a tomar. Realmente quería poder criar a ese niño en lugar de Amanda, realmente quería poder tener el honor de cuidar y preparar a un niño que no era suyo para esta vida porque su madre no podrá hacerlo, pero era extremadamente obvio que solo no iba a poder lograrlo y tampoco podía darse el lujo de perder al castaño por eso. Eran muchas preguntas sin respuesta que volaban sin orden alguno por su cabeza, y aun así decidió plantearle el problema a su pareja.

- No. – susurro e un tono muy bajo, pero lo suficientemente fuerte como para que su novio pudiese oírlo.

- ¿Estaba enferma? ¿O solo se sentía mal? – Guillermo trago fuerte sin responder, concentrando toda su atención en la carretera que pasaba delante de él. Realmente le gustaría que aquella enfermedad que tenía la chica que había conocido no existiera. Se sentía terriblemente culpable por nada, porque la culpa no la tenía. – Estaba enferma, ¿No es así? – Guillermo asintió de forma casi imperceptible y Samuel comprendió.

Historia de Vida - Wigetta MPREGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora