Parte única

13.2K 1.4K 788
                                    

A Kim JongIn le molestaban muchas cosas.

Como no poder participar en los conciertos que darían apertura a la gira de EXO por todo el mundo, aunque todo el mundo se redujera considerablemente a Asia, casi siempre.

Le jodía haberse lastimado el tobillo otra vez, en el mismo lugar... le jodía haber abandonado el recinto en el segundo día del concierto cojeando, le molestaba demasiado haber terminado en el hospital en una maldita silla de ruedas que lo aprisionaba y le impedía fluir en el escenario con libertad.

Claro que no todo era horrible, por supuesto que no... pese a que odiaba los hospitales porque eran para él sinónimo de malas noticias, pese a las camas solitarias en aquellas cuatro paredes totalmente blancas que le hacían fruncir el ceño porque necesitaban vida, necesitaban color... pese a que ni siquiera podía voltearse a la hora que él quisiera para dormir, existía ese momento en el que todo pasaba a segundo plano.

Cuando su hyung favorito lo visitaba después del concierto.

Fue una sorpresa, cabe decir... no se lo esperaba para nada, estaba mentalizándose para ser condenado a ese cuarto por las próximas semanas, según los comentarios que le escuchó al manager y al doctor cuando hablaban entre dientes.

Así que, ver a Do KyungSoo con el semblante preocupado en la puerta de la habitación había hecho que su estómago se revolviera, y no precisamente por estar enfermo, o quizá sí, estaba enfermo y necesitaba su dosis diaria de KyungSoo, necesitaba que se acercara para comerle la boca y sentirse mejor.

Para dejar de sentirse un inútil por estar muy cómodo en cama cuando los demás estaban muertos del cansancio por el concierto, tanto como para no pasar a visitarlo.

-Hyung... - canturreó con ese tono de voz melosa que usaba exclusivamente con KyungSoo.

El aludido se cruzó de brazos y parpadeó aún junto al marco de la puerta, y después negó lentamente mientras se decidía a avanzar hasta quedar cerca de él. Sentándose en el pequeño banquillo que había al lado de la cama, para las visitas.

-¿Cómo estás? - preguntó y JongIn supo que estaba cansado, su semblante lo dejaba ver demasiado claro.

Se le infló el pecho porque con todo y cansancio había ido a verlo. Eso era amor, no fregaderas.

-Ahora que te veo, estoy mejor... - JongIn sonrió y palmeó sobre la superficie del para nada cómodo colchón de la cama, invitándolo a acercarse más. - Aunque estaría mucho mejor si vinieras aquí.

-JongIn... -exclamó como señal de advertencia el bajito, observando con curiosidad su mano que seguía invitándolo a sentarse a su lado. Negó en un gesto. - Tienes una novia que te mime.

-Shh... - La nariz de JongIn se arrugó en un gesto de fastidio. - No empecemos con eso otra vez. Ven aquí, hyung... por favor.

A KyungSoo siempre le resultaba gracioso observar los gestos de JongIn cuando intentaba hacer aegyo para él, comportándose como el niño que en verdad era... así que suspiró y se levantó para aproximarse y sentarse a su lado.

JongIn se irguió para tenerlo más cerca, para recibirlo... y le dedicó una bonita sonrisa de complicidad. - Sólo tú puedes mimarme hyung, y sólo por ti quiero ser mimado.

La voz de JongIn era pastosa, suave y sedosa... metiéndose en cada recóndito de la cabeza de KyungSoo, que sólo atinó a levantar el brazo para acariciar su mejilla y deleitarse con la textura de ellas.

-Eres un niño berrinchudo. - murmuró en voz baja KyungSoo, acercándose más de lo debidamente para tentarlo.

Y JongIn estiró sus labios porque al fin podría deleitarse con los de su hyung, se lo comería a besos ahí mismo y esperaba que a nadie se le ocurriera la brillante idea de abrir la puerta, porque cojo o no... pensaba follárselo ahí mismo.

Los Cuidados de KyungSoo ❀ KaiSooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora