Clarke POV
No era buena idea.
Lo supe en cuanto Raven y Costia me lo propusieron: ir a pasar el verano al pueblo de Costia, situado en la playa.
Al principio me negué; acababa de terminar mi último año de carrera y quería buscar trabajo cuanto antes, pero Raven puede ser realmente persistente cuando se lo propone. Sus mensajes rogándome que fuera con ellas eran constantes y de todo tipo: de texto, Whatsapps, mensajes en el buzón de voz, cartas...¡incluso llegó a grabar un vídeo de más de una hora! Admito que me reí al encender la tele y encontrarla en la pantalla con esa cara de "No te librarás de mí ni en tus sueños, Griffin".
Costia fue más comprensiva; simplemente me invitó e intentó convencerme al principio dándome razones lógicas, pero dejando la decisión en mis manos, sin presionarme. Supuse que porque Raven se encargaba de ello. Estaban compinchadas, como siempre.
Las tres somos mejores amigas desde que tenemos memoria, y no hay secretos ni envidias entre nosotras.- ¿Por qué siempre tardas tanto? - fue lo primero que le dije a Raven cuando la vi salir de su casa cargada con dos maletas y una mochila al hombro.
Ella rodó los ojos.
- ¿Por qué siempre tienes tanta prisa? - se burló entrando en el coche -. Vive la vida, Clarke, te van a salir canas con 25 años.Costia arrancó el motor soltando una pequeña risa.
- Llevamos esperando por ti más de cuarenta minutos.Vi a Raven morderse el labio y luego hacer una mueca al ver la hora. Después se encogió de hombros.
- Tenía que hacer pis.
Vamos, que se quedó dormida. Quizás hasta se durmió en la taza del váter. Raven se tiraba las noches despierta haciendo ruido con sus trastos en el garaje, incluso cuando al día siguiente había que hacer algo importante y temprano, pero no tenía remedio, así que decidimos dejar el tema.
Durante las tres horas de viaje fuimos hablando de todo. Primero Costia nos contó de nuevo cómo era su pueblo, su casa y la gente que veraneaba allí. Mientras Raven estaba más interesada sobre cómo de guapos eran los chicos de allí (ella estaba convencida de que en todos los pueblos los chicos son brutos, con boina y tractor), a mi me preocupaba más ser víctima recurrente de los mosquitos u otros insectos.
Poco tardó Raven en preguntarme qué tal estaba con Bellamy. No éramos nada, ni lo seríamos, pero ambos nos llamábamos cuando necesitábamos desestresarnos un poco. Nos conocíamos desde la secundaria, cuando él iba detrás de mí, pero ahora teníamos demasiada confianza; la suficiente como para saber cuánto llevaba el otro sin echar un polvo y demasiada como para estar en una relación. Éramos buenos amigos, y aunque nos lo pasábamos bien, una relación la considerábamos casi como incesto.
En el tema de las chicas no tenía ninguna novedad, porque todas las que conocía, además de mis amigas, eran compañeras de la facultad, todas heterosexuales o con novios, o simplemente no eran mi tipo.Raven, sin embargo, iba de flor en flor. La típica chica de espíritu libre que no se ata a nada ni nadie. Ella no aprobaba del todo lo que tenía con Bellamy; estaba convencida de que terminaría enamorándome de él o algo así, y ya no tendría compañera de fiesta.
Costia, por su parte, no buscaba tener nada con nadie cuando salíamos de fiesta. Le gustaba estar sola, aunque nos comentaba que había tenido algo con alguien que todavía estaba enamorada de ella desde hacía dos veranos en su pueblo. Ella es lesbiana, así que solía hablar más conmigo sobre su situación amorosa que con Raven porque decía que yo podía entenderla mejor al no perder la cabeza por un pene grande.
Casi dos horas después, Raven se durmió, cansada de cotillear, comer pipas y tirar las cáscaras por la ventana. Un rato después yo también caí.
Cuando desperté, el coche estaba parado y Costia me movía el hombro suavemente para despertarme.